Lo más llamativo de las elecciones europeas y municipales es que ambas utilizan la circunscripción única para repartir los escaños/concejales.
Las europeas además no establecen un porcentaje mínimo para poder acceder al escaño. El sistema de reparto es proporcional: D’Hondt y ello no supone una distorsión tan grave como el que se achaca a este sistema en el resto de elecciones en España. Ciertamente beneficia ligeramente a los grandes partidos concretamente al PSOE le regala 2 eurodiputados y al PP y a Unidas Podemos uno a cada uno. Con un sistema de reparto Hare (Reparto proporcional y a resto mayor) eso se corregiría y entrarían con un eurodiputado cada uno: Compromiso por Europa y PACMA.
Como siempre que se utiliza Hare los porcentajes entre voto y representación se acercan. Sobre todo en grandes magnitudes, como es el caso que nos ocupa.
El Parlamento Europeo es un sistema de representación federal de los territorios que conforman la UE asignando a cada estado un número de diputados en proporción a su población. Es un modelo a seguir en la reconfiguración del Senado Español (En el análisis de los resultados del Senado, pendiente de publicar, profundizaré). Sustituir el sistema de reparto D’Hondt por Hare lo haría aun más justo, siempre que consideremos más justo facilitar la representación de todos, beneficiando a los minoritarios y ampliando con ello el número de ciudadanos representados. Tal como se puede observar en la anterior gráfica (linea roja)
Generales y Europeas.
La participación ha bajado un 10% en un mes respecto a las generales. Pero vistos los antecedentes es un exitazo ya que supera en 20 puntos la participación de 2014. Algo tiene que ver la coincidencia con las municipales, así como la cercanía de la generales y su rebufo, cual si se tratara de una segunda vuelta.
Si PSOE pierde ligeramente (-1,62%) y PP se recupera (+3,54%), también tenuemente, los grandes descalabrados son Vox (-48%), C’s (-34%) y UP-IU (-28%) respectivamente.
El bipartidismo, imperfecto ciertamente, no ha muerto a pesar de las necrológicas publicadas. Siempre dije que el sistema se tensiono y había orquestada una sustitución de los beneficiarios del sistema. Los sorpassos previstos fracasaron y el sistema español tiende a estabilizarse y a perpetuarse. Solo con un cambio en el sistema electoral (LOREG y Constitución) se puede romper el bipartidismo.
Municipales.
Si bien en las municipales la circunscripción es única la existencia de un mínimo del 5% para acceder a representación desvirtúa los resultados, al menos en las grandes capitales. Es decir mantiene 2 de los 3 factores deformantes de la voluntad popular: Mínimo y D’hont.
Si tomamos la ciudad de Barcelona observamos que dos candidaturas quedan excluidas al no llegar al 5% de los votos. No parece una solución muy justa teniendo en cuenta que el coste medio por concejal es de 18.390 votos y que estas candidaturas superan con creces dicha media. Además los únicos que superan ese coste medio son los 2 concejales del PP, el resto resultan mucho más baratos.
El actual sistema deja sin representación a casi 80.000 ciudadanos que acudieron a votar, lo que supone un 10,5%. Si eliminamos la exigencia de mínimo se reducirían a algo menos de 22.000, un 2,88%.
La sustitución del sistema D’Hondt por el Hare beneficiaría a las candidaturas minoritarias y aumentaría la pluralidad. Es una solución que no es recomendable hacer en poblaciones medias y pequeñas ya que sobre representa en exceso y de manera injusta a los minoritarios. Véase el siguiente caso de mi pueblo:
Estas distorsiones la crea Hare en grupos pequeños, como sucede en las elecciones sindicales donde habitualmente se usa. Es una paradoja que el mejor sistema para poblaciones pequeñas se use en grandes y al revés.
Como conclusión lo más importante en la posible reforma del sistema electoral en lo que atañe a los municipios es eliminar el mínimo del 5% y valorar la introducción de sistema Hare para los grandes municipios.
Barcelona y el Procés.
Este no es un análisis político sobre las opciones que toman los ciudadanos, si no sobre la justicia del reparto. Ello no quiere decir que no haya que hacerlo, pero no tanto por el método de reparto si no por las opciones y expectativas que unos y otros resultados generen.
Así pues y entrando en esa valoración política podemos afirmar que la ciudad de Barcelona no es secesionista y que el actual sistema electoral puede entregar la alcaldía al secesionismo por el simple hecho que, al no existir pacto suficiente, el alcalde sea el cabeza de lista más votado –Solución que revindicaba el PP como automatismo sin debate o posibilidad de pacto–
Otra contradicción del sistema electoral es que siendo, como es, el poder municipal más ejecutivo, sea aparentemente más proporcional que en el resto de elecciones de organismos claramente legislativos: parlamentos autónomos, Congreso o Senado. Una segunda vuelta entre los dos o tres cabezas de lista que hayan superado un porcentaje mínimo de votos permitiría cierta estabilidad y gobernabilidad.
Asignando ideología e identidad a cada formación política obtendremos un cuadro agrupado de las preferencias del electorado barcelonés. La derecha como en el resto de España es mayoritaria en Barcelona.
Sin embargo podemos afirmar que el secesionismo no es mayoritario y que es posible un gobierno de la ciudad de perfil progresista y no nacionalista.
De la decisión que tome Ada Colau dependerá el futuro de una ciudad hoy abierta al mundo y que si yerra, caería en las manos de un secesionismo que ansia su ocupación. El propio futuro de los Comúns está en entredicho, avanzar en el apoyo de nacional-secesionismo, parapetados en la ambigüedad, le llevaría irremisiblemente a la marginalidad y con ello a las clases trabajadoras barcelonesas a la desprotección y el desamparo político y social.