EUROPA FRENTE AL ESPEJO PREGUNTÁNDOSE QUIEN ES LA MÁS BONITA DEL REINO

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No es posible un pacto de reconstrucción a la vieja usanza. Los pactos de la Moncloa fueron posible no solo por cuestiones endógenas, sino también porque había un política europea común que apoyó la transición española y a la importancia de España en el tablero geo estratégico occidental que permitía que los intereses geo militares de EE.UU y por lo tanto de la OTAN, se viesen tranquilizadoramente a salvo. La dimensión exterior de la transición política española – Dialnet

No se puede ofrecer pactos para la reconstrucción nacional a una clase politica heredera de aquella que se agazapó detrás de los Pactos de la Moncloa y a la que no hubo más remedio que buscarle acomodo en el proceso de democratización.

Fotocomposición PlaZAbierta

Unos pactos que articularon un pais con una conciencia política in crescendo, con el Mayo francés aún en las retinas, el 25 de Abril portugués prácticamente a las puertas de nuestras casas, ayer se cumplieron 46 años de aquella revolución, y la primavera de Praga del 68 que preludiaban cambios importantes también en el bloque de influencia soviética.

Veníamos pues de una década, la de los años 60, con revoluciones y acontecimientos que cambiarían a escala planetaria conceptos y formas de vida. El sueño de Martin Luther King, Concilio Vaticano II, el genocidio de Vietnam, se construye el muro de Berlín, bahía de Cochinos, asesinato de Kennedy y de Luther King. El movimiento Hippie, la llegada del hombre a la luna, el primer trasplante de corazón. Betty Friedan fundó la NOW (National Organization for Women).

Con ese bagaje y la decrepitud ideológica y física, aún darían los últimos zarpazos, del eufemísticamente llamado regimen, fueron surgiendo conciencias que reclamaban el pluralismo político que solo podía venir de la mano de la democracia. Hubo que cuadrar circulos para que la oligarquía política y financiera aceptaran, y de este parto inducido nacieron los Pactos de la Moncloa. Pactos que ejemplarizo ante el mundo a nuestro pais pero, cómo dije en otra ocasión, dejaron demasiados residuos tóxicos para los que el antídoto de la democracia no surtió efecto y  perduran aún hoy.

A diferencia de la década que precedió a la transición española, la primera década del siglo XXI no es precisamente un modelo a seguir y ya finalizando la segunda tampoco podemos sentirnos satisfechos. Y es por esta cuestión que no podemos ir a una transición de ámbito nacional, es necesaria una transición de la Unión Europea cómo conjunto de ciudadanos afectados por el mismo problema y necesitado de soluciones coordinadas y pactadas en el seno del parlamento europeo. Hay que huir de los localismos, sí cada pais de la Unión va por libre en la solución de la crisis económica o se imponen intereses nacionalistas Europa fracasara y fracasaran todos los gobiernos que pretendan solucionar los problemas derivados de la crisis intentando la reconstrucción desde el ámbito parlamentario nacional. Y esto dará alas a las extrema derecha.

La cuestión es sí Europa es capaz de liderar está crisis, no Berlín o Paris, o la Europa del Norte o la del Sur, no. La Unión debe liderar la reconstrucción de un pais llamado Europa. EE. UU, China, India, son bloques porque cada uno de ellos son referentes para un conjunto de países que les garantizan fundamentalmente un mercado exterior en el que sustentan su poder financiero y por lo tanto su hegemonía política.

Europa no puede seguir dependiendo de estos bloques hegemónicos y sí esta crisis debe servir para algo es para constatar que la deslocalización de los sectores industriales europeo ha sido la causante real de muchas de las muerte evitables de esta pandemia, no la mayor o menor celeridad de los gobiernos, que también pero menos, por no actuar en el tiempo preciso.

La Europa de los beneficios empresariales, deslocalizar consiste en eso, debe poner punto y final y retornar a la Europa de los beneficios sociales que se generaron en la reconstrucción europea después de la segunda guerra mundial y que las políticas neoliberales están conduciendo al ocaso. Sí en algo se está visualizando esa transformación social, de la que tanto se habla, es en la valoración de los público cómo instrumento de cohesión social y por lo tanto visualizando también la innecesaridad de las privatizaciones de los sectores llamados esenciales.

Estamos asistiendo al agotamiento de un sistema basado en el consumo, cuyos valores y hábitos no han resistido el envite de una crisis sin precedentes. Está pandemia ha puesto al planeta frente al espejo y mientras, cómo en el cuento de Blanca Nieves, los países de la Unión europea preguntándose quien es la más bonita del reino.

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