En un país donde los que gobiernan pertenecen a un partido imputado por la justicia, o lo que es lo mismo, “investigado” según la nueva terminología procesal, como un eufemismo más de los muchos que este gobierno está acostumbrado a utilizar, en el que, también, muchos de sus integrantes que han desempeñado altos cargos políticos desfilan de continúo por los juzgados, “investigados” por presuntos delitos, la mayoría relacionados con la corrupción, habiendo terminado algunos encerrados en prisión preventiva ante el riesgo de seguir,presuntamente delinquiendo, o ante el peligro de manipular pruebas o de huida a países donde no se puede reclamar su extradición, y otros condenados al haberse demostrado su culpabilidad; demuestra la catadura moral de quienes dicen ser los verdaderos patriotas, y la estupidez supina, por no decir falta de dignidad, de un pueblo que les otorga su confianza.
En un país en el que no se resuelven los problemas, sino que se acrecientan o multiplican, generando odio y confrontación, demuestra la inutilidad de quienes son sus gestores en representación de los ciudadanos, ocupando sillones a los que se aferran como lapas sacando el mayor beneficio personal, porque en la mayoría de los casos no sirven para otra cosa, medrando a diestro y siniestro como Al Capone en sus mejores momentos.
En un país en el que algunos de sus territorios no se sienten partes integrantes del mismo, reclamando por la fuerza una independencia basándose en un derecho integrado en una Declaración Universal de Derechos Humanos que ellos se han encargado de redactar a su antojo para dar cabida a un secesionismo que el Derecho internacional y la auténtica Declaración de Derechos Humanos no ampara; demuestra la insensatez de muchos políticos, además de la cobardía de algunos que, cuando la justicia de acuerdo con el derecho vigente les exige responsabilidad salen corriendo a otros países.
En un país donde el dinero cotizado durante la vida laboral por sus ciudadanos al objeto de garantizar unas pensiones dignas ha desparecido, al haberse invertido por quienes gobiernan en generar deuda pública para tapar el déficit que ellos mismos han provocado en las cuentas del Estado, o para financiar los salarios y pagas extraordinarias de los empleados públicos; no sólo demuestra la falta de previsión sino también el despotismo con el que el gobierno actúa.
En un país, donde las puertas giratorias no paran de dar vueltas, por las que entran y salen expresidentes del gobierno y otros altos cargos, en empresas energéticas que ellos mismos privatizaron para que sus directivos y consejos de administración no sólo vivan del cuento de la estafa a los ciudadanos mediante tarifas abusivas, generando pobreza energética entre la población más humilde, sino también para garantizarse ellos mismos un futuro más que prospero con salarios millonarios que unen a sus gratificaciones a costa del erario público; demuestra el “choriceo” al que la clase política está acostumbrada, mediante el intercambio de favores.
En un país, donde el presente no es nada halagüeño, debido a una gestión pública de la economía donde los pobres son cada vez más pobres y los ricos más ricos, y donde la presión fiscal ahoga a familias enteras a las que se condena a una vida sin futuro mientras que se rescata a una Banca que nunca devolverá el dinero que todos les hemos prestado para su rescate; demuestra el caciquismo de nuestra clase política.
“En un país, donde el presente no es nada halagüeño, debido a una gestión pública de la economía donde los pobres son cada vez más pobres y los ricos más ricos (…) demuestra el caciquismo de nuestra clase política. “
Este país es España, un país saqueado y humillado; y sino lo remediamos entre todos, también un país fragmentado, en el que todos y cada uno de nosotros tenemos nuestra cuota de responsabilidad por permitir que tanto ladrón y sinvergüenza campe a sus anchas.