Ha llegado el día, un día que debería recordarse como aquel en el que se produjo un cambio real en nuestro país,
un día que deberíamos festejar todos los demócratas si no hubiese quienes lo prostituyen por ser candidatos a la presidencia del gobierno y no haber jugado limpio ni antes, ni durante la campaña electoral y, con toda seguridad tampoco después de que hoy se cierren los colegios electorales y se proclame al partido ganador que, esperemos, no sea el que gobierne si finalmente resultase ser el que todas las encuestas de intención de voto han anunciado.
Dirán algunos que lean esto que vaya demócrata que soy no respetando la decisión de los españoles en las urnas, a los que contestaré que, posiblemente tengan razón, porque lo que no quiero ser, es consentidor de esta farsa de democracia instaurada con la Constitución del 78, que continuamente, el partido que ganará hoy las elecciones, ha estado prostituyendo con la ayuda de quienes con él se han alternado en el poder. Y no digo esto sólo por desencanto, que también lo tengo, por no entender a unos conciudadanos, si es que los puedo llamar así por su actitud, que continuamente se empecinan en darles el voto a pesar de sus engaños, corrupción y continua violación de derechos fundamentales, incluso humanos, mediante leyes con olor a una España rancia que deberíamos haber dejado atrás hace cuarenta años.
“no quiero ser, es consentidor de esta farsa de democracia instaurada con la Constitución del 78, que continuamente, el partido que ganará hoy las elecciones, ha estado prostituyendo con la ayuda de quienes con él se han alternado en el poder”
Además, el día de hoy debería recordarnos a todos, antes de acudir a las urnas, que es fruto de un fracaso de los partidos por no haber sabido leer entre líneas lo que el pueblo quiso en el primer intento de elegir a quienes debería representarnos el pasado 20 de diciembre, igual que tampoco han querido oír lo que el 15M dijo en las calles y plazas de nuestras ciudades y pueblos, porque, según ellos, quienes en él participaron eran unos perroflautas, como es algo tan simple de poner el gobierno al servicio del pueblo y no al revés como han hecho tanto el partido que hoy será proclamado como ganador, que no vencedor, y su partenaire; sin olvidarnos del tercero en discordia, fiel imagen del primero, un populista de derechas.
No es mi intención entrar en el juego de las descalificaciones como han hecho ellos a quienes se han apoderado de nuevo de las plazas y de las calles, porque son nuestras, trayéndonos a colación, con lágrimas fingidas en los ojos, la situación de un país a miles de kilómetros de distancia, que nada tienen que ver con nuestro entorno político y social, sólo porque allí estuvieron en calidad de becados algunos de sus contrincantes políticos; sin ver la paja en su propio ojo, como es el hecho de haber participado en política internacionales que, si cabe, son aún más ignominiosas si tenemos en cuenta su situación bélica, que España a través de sus gobiernos ha fomentado y consentido, con el flagrante delito añadido y continuado de dejar a los refugiados muertos en playas de nuestra vecina y mal trecha Grecia.
Son muchas las cosas que quedan en el tintero, pero sería imposible recordar todas y cada una de las víctimas de la política neoliberal que practica el partido que hoy ganará las elecciones, y algunos de sus alter egos aunque que sólo para diferenciarse se visten de colores distintos como el naranja y rojo, pero que, en definitiva, forman parte de un mismo equipo por las políticas que defiende.
Hoy será un día triste para los demócratas de verdad, los que creemos en la democracia directa, en las política sociales y humanistas, en definitiva en la igualdad y la justicia social, y que no estamos ciegos y obcecados como aquellos otros que, aunque les meen encima, seguirán votando corrupción, y al imperio financiero y mediático que los mantiene.