ESPAÑA UNA TORMENTA PERFECTA

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Nota. Éste artículo tenía prevista su publicación para el pasado domingo 13 de octubre. Pedimos disculpas al autor como a sus lectores debido a un error en la programación.

Pareciera que se confabulan de forma casual los elementos para que todas las crisis posibles sucedan a la par. Una tormenta perfecta que amenaza la estructura y los cimientos de esta casa llamada España.

 

Por un lado, el proceso de sustitución o sorpasso de PP y PSOE por C’s y P’s ha fracasado. Lo que se vendió como final del bipartidismo tan solo era un intento de las oligarquías de sustitución de los partidos beneficiados por el sistema electoral. 

Tras el fracaso se intenta renovar las cúpulas y el resultado es de una mediocridad indescriptible. Casado y Sánchez representan la ambición personal más mezquina –es necesario tener ambición, pero ambición política, en el sentido más noble del término– a pesar de las campañas de maquillaje estético-político de ambos. 

No se puede decir de Rivera e Iglesias hayan destacado por su inteligencia política, dada la cerrazón del primero al no asistir a las reuniones convocadas por Sánchez, cuando era evidente una posible coalición con mayoría entre ambos partidos, o la obcecación del segundo bloqueando un gobierno de coalición por obtener sillones ministeriales con independencia de la presidencia del gobierno. El ejemplo Salvini debería vacunarnos sobre gobiernos dentro del gobierno. 

En todo el proceso, a nadie se le ha ocurrido reformar el sistema electoral para generar una gobernabilidad más estable. Prácticamente, 4 años parlamentarios perdidos, lo cual demuestra la ineptitud de nuestra clase política. No digo que se establezca un sistema mayoritario puro, como el británico o el francés, dado que genera aun más desigualdad en el valor del voto de los ciudadanos. Ni toca desarrollarlo en este artículo.

Y, encima, este lunes tendremos la sentencia del procés, mientras empieza la campaña electoral, con un gobierno en funciones desde principios de año, las cámaras disueltas y una falta de proyecto de convivencia común entre los partidos autodenominados constitucionalistas.

Que se haya debilitado popularmente el secesionismo no quiere decir que el peligro haya pasado y que esté derrotado. El procés sigue muy vivo. Si por algo ha destacado el procés es por su capacidad de remover las aguas enfangadas de la identidad: nada más alentador para los panchas-contenta, aburridos en su mediocridad que la sublimación del agravio. Pasar de ponerse un lacito amarillo, cuasi como si de una joya se tratara, anima a los seniles que otrora –durante el franquismo– decían aquello de “hijo no te metas en política”, a pasar del seny (tranquilidad y moderación) a la rauxa (locura), queriendo expulsar a la charnegada española: qué jodido es ser colonizador y encima pobre

El panorama electoral

Acierta Valls cuando reclama un pacto del constitucionalismo. Porque el constitucionalismo es prepolítico, hunde sus raíces en la ilustración, en la Pepa, en la constitución de España como nación política…

El problema de la izquierda es que ya no es capaz de analizar la realidad desde el materialismo histórico. En la guerra civil, había que optar por ganar la guerra o hacer la revolución. No era posible hacer la revolución sin ganar la guerra; algunos lo entendieron, otros no. Hoy, si la izquierda quiere en el futuro llegar a una república, y posteriormente a un socialismo, en España, tiene que, forzosamente, luchar por mantener la integridad de España (como dice el artículo 1 de la Constitución de la Segunda República Española) –Como pueden ver los que dicen que la república es ilegal, el texto está publicado por el Congreso de los Diputados– Pensar que de la crisis territorial saldrá una España más justa es ser, no ya miope, sino ciego. 

El PSOE sigue jugando a “la puta i la ramoneta”, amenaza con un 155 mientras por los hechos permite el soliviantamiento y desacato continuo de Torra y sus aláteres. La autodenominada izquierda transformadora –Podemos, confluencias y, “disfluencias”, Más País– ha olvidado la lucha de clases y la lucha por la igualdad, y se pasó a la defensa de las diferencias.

El retorno al bipartidismo PP/PSOE llega pero de forma desigual para la derecha que para la izquierda. Mientras en la derecha se está produciendo un proceso de concentración del voto hacia el PP como reacción a la pérdida de diputados por la dispersión del voto en las pasadas elecciones de abril, en la izquierda la aparición de Más País genera dispersión del voto y, por tanto, posible pérdida de escaños. Son procesos antagónicos y existe la posibilidad de una mayoría de derechas. 

Más País pretende evitar el abstencionismo en la izquierda vendiendo tan solo una disposición al pacto con el PSOE, mientras mantiene prácticamente el mismo programa electoral de Unidas Podemos. No es una oferta diferenciada, tan solo personalista. Por otro lado, la elección como cabeza de lista de un independentista maquillado como federalista y defensor del derecho a decidir, lastra sus opciones en Cataluña… Para votar eso ya tienen a Jaume Asens, de Comúns. 

Otra cosa es el voto estético –perfectamente válido– basado en la imagen de los líderes… tan maquillados, no solo por las barbas cuidadas o descuidadas o los afeites aplicados… maquillados intelectual e ideológicamente.

Volverá el bipartidismo pero seguirá España en la zozobra… 

Y el tiempo perdido.

Algún día habrá que hablar de la Hispanidad y de la leyenda negra, desde la izquierda y sin maniqueísmos y sectarismos, pero hoy, a pesar de la fecha, hay otras urgencias.

 

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