Tiene publicados cuatro libros: dos novelas, un libro de prosa poética y otro, el último, una recopilación de cuentos.
Hoy entrevistamos a Carolina Saavedra, escritora madrileña de pura cepa y colaboradora de plazabierta.com – hija de un anticuario en el afamado Rastro de Madrid- que está viviendo un mes de mayo intenso con la firma de ejemplares de su último libro Cuentos de Ulises mudo, sirenas Varadas y otros mares en distintas ferias de España. Ya lo ha hecho en la feria del libro de Valencia, el 4 de mayo, y próximamente la podremos encontrar en la feria del libro de Vallecas (Madrid) el 25 de este mes y en la feria del libro de Madrid el 31 de Mayo y el 14 de junio.
«Sueño para escribir y escribo para seguir soñando» dice Carolina. Así lo cuenta y lo escribe para que se cumpla.
Con Cuentos de Ulises mudo, sirenas varadas y otros mares, su último libro en plena promoción, Carolina cierra lo que ella define como: «trilogía del amor y la devastación» A esta triada, «siempre me ha hechizado la magia del número tres» dice, la completan su segunda novela, Cuando Nevers invadió Hirosima, (2022) y Palabras para no borrarte, un pequeño diccionario poético publicado a finales de 2020. Estas tres obras llegaron después de Eva de paso, su primera novela que vio la luz a principios de 2020.
Plazabierta (P.A): Como escritora, has tocado todos los géneros. Novela, relatos, poesía…¿Qué diferencia hay entre esa Carolina que hace poesía y la que escribe en prosa?
Carolina:
Pues diferencias supongo que ninguna o pocas, tal vez estados emocionales distintos o momentos vitales diferentes. Pero es verdad que hay géneros en los que me encuentro más cómoda. Quizá, me sienta más cuentista, pero disfruto mucho escribiendo novela, es un placer más continuado, más duradero, aunque más complicado de conseguir para mí.
Escribir cuentos me resulta relativamente fácil, es algo que hago en el día a día, la novela es otra cosa. Y poeta, ya me gustaría, pero estoy muy lejos de serlo.
P.A: Y este pequeño diccionario poético, el de Palabras para no borrarte. ¿Es quizás más casual? ¿Qué criterio utilizaste para elegir las palabras?
Carolina:
Palabras para no borrarte nace, en realidad, de Cuando Nevers invadió Hiroshima, allí se comenzaron a gestar muchas de aquellas palabras. Algunas de ellas fueron utilizadas por los protagonistas de esa novela, en su juego de seducción, en su conquista. A partir de ahí brotaron otras, las fui colgando en las RRSS y un día decidí recopilar algunas de ellas y publicarlas. Son palabras que para mí tienen un valor o un significado especial y distinto al del diccionario de la Real Academia de la Lengua. Aún hoy sigo imaginando nuevas acepciones y palabras nuevas, podría haber una segunda parte…
P.A: ¿Nos podrías decir alguna palabra que ahora mismo te surja y que pueda un poco definir a esta Carolina que estamos entrevistando?
Carolina:
Mi palabra predilecta es «probar».
Porque probar me parece un concepto muy esperanzador en general. Parto de que en todo lo que no se conoce, hay ilusión, hay esperanza, luego te puede gustar o no, eso no se sabe hasta que no… se prueba.
También me gusta «dentro»:
«Dentro, en la parte interior de mí siempre. Cuando te echo mucho de menos, acaricio tu cara con el ventrículo izquierdo».
Esa es la acepción que incluyo en el libro, el lugar hacia donde me lleva ese adverbio.
P.A: Qué bonito. Probar la ilusión en la búsqueda del deseo, ¿no?
Carolina:
Mira, probar, según mi imaginario, es: intentar hacer algo o hacerlo para ver si da los frutos deseados. Esa es la acepción de la RAE.
Y luego yo añado: despertar con ese verbo entre los labios, en su lugar de origen. Hay palabras que se paladean al vocalizarlas.
La boca se llena de voluptuosa esperanza, de sal, de vida, de grietas donde crecen flores.
P.A: ¿Quieres que hablemos del tema del amor que está inscrito, tatuado casi, en toda tu obra? Dibujas una mujer que se llena de deseo de amor, a veces recíproco y otras no tanto, pero que sigue «probando» como tú acabas de decir. ¿Qué hay de Carolina en ella?
Carolina:
De mí, siempre lo digo, de mí hay todo, porque al final yo soy la que lo escribe y realmente creo que solo sé hacerlo de cosas que conozco, que he tocado, saboreado, olido, visto y escuchado. Podría decirse que mi escritura trata de los sentidos y de lo que se siente a través de ellos.
Evidentemente, con una vuelta de tuerca de imaginación, si no sería autobiografía y no lo es. Pero sí, es verdad, soy una romántica, siempre lo he sido, pasional también, intensa y un pelín excesiva, creo que de ahí tanto desgarro.
P.A: ¿Cuándo y cómo empezaste a escribir tu primer libro?
Carolina:
Siempre he escrito o así lo recuerdo. De pequeña era muy introvertida, probablemente eso hiciera que expresara con un papel y un bolígrafo lo que no me atrevía a decir de palabra, ahora ya no soy tan tímida, pero sigue siendo mi modo de escapar de la realidad cuando no me gusta demasiado, y si te soy sincera, escribir es una de las actividades más placenteras que he encontrado en la vida.
Empecé con los cuentos, descubrí que me divertía mucho hacerlos y me apunté a un taller de relatos para aprender a hacerlos un poco mejor. Y un día, de repente, me invadió (como a Hiroshima) una historia que superó las trescientas páginas, así nació mi querida Eva de paso, mi primera novela, la más costumbrista y probablemente lo más entrañable de todo lo que he escrito.
P.A: Vamos con esta trilogía del amor y la devastación. Háblanos de ellas, de esa conexión como si fueran vasos comunicantes que nos llevan de una a otra.
Carolina:
Empezó «gracias» a la pandemia. Pasé esos meses sola, encerrada en un piso pequeño, y en esa soledad me dio tiempo a mucho.
Tengo un conocido que me da alguna entrada para la ópera cuando le sobran o no puede asistir, esa persona me llamó y me dijo: « ¿quieres un abono para ir a la ópera la próxima temporada? La dueña no lo va a usar por el miedo a la COVID». Le dije que sí. Y de esa llamada nació Cuando Nevers invadió Hiroshima, bueno, de esa llamada y de que en ese momento estaba viendo Hiroshima mon amour. Esas dos coincidencias fueron el detonante, lo que provocó que la trama se fuera tejiendo; una historia de amor imposible o mejor dicho, irreal, dos personas que solo se conocen a través de la tecnología: móviles y correo electrónico, se enamoran sin haberse visto en fuera de una pantalla, sin haberse tocado. Es una historia demoledora, en dos tiempos y a dos voces, el presente y el pasado de Olga y Daniel, los protagonistas.
Ese libro también provocó muchos de los relatos que se encuentran en Cuentos de Ulises mudo, sirenas varadas y otros mares, de ahí mi referencia a una trilogía que parte, en gran medida, de esos dos protagonistas.
P.A: Ahora háblanos un poco del último, de Cuentos de Ulises mudo, Sirenas Varadas y otros mares.
Está dividido en tres partes, ya nos lo avanza de alguna manera el título, como si fueran tren recopilaciones independientes, publicadas y mostradas al lector a la inversa, además recomiendas comenzarlo por la mitad. ¿Nos cuentas el motivo?
Carolina
Fue una ocurrencia, una pequeña pista que daba al lector, quizá porque Sirenas varadas y Ulises mudo están más relacionados entre sí que Otros mares, además, me gustaba la idea de que finalizara con los cuentos de Ulises. Son los más masculinos o pretenden serlo. Seis cuentos acerca de la relación entre un escritor (hombre) y su musa. Esa relación de amor-odio que las personas que escribimos padecemos alguna vez.
P.A: Me has confesado que te gusta el número 3 ¿Por qué?
Carolina:
Porque además de todas las coincidencias anteriores me parece un número muy literario. El impacto que genera tres adjetivos juntos no lo provocan ni dos ni cuatro. Dicen también que no se le puede hacer más de tres faenas a un personaje. Ah, y publiqué los relatos justo a los tres años de haber escrito Cuando Nevers invadió Hiroshima. Casi todo es casualidad, pero me gusta que así sea.
P.A: ¿Hablamos de la masificación de pequeñas editoriales? ¿Cómo ves la relación entre escritor y el mundo editorial?
Carolina:
La relación es complicada, muy complicada.
Es verdad que somos muchas las personas que escribimos, cada día más. Cuantos más escritores, más editoriales. No te voy a engañar, a mí ninguna editorial grande me ha abierto la puerta, no puedo opinar acerca de cómo funcionan. Pero si he tratado con editoriales medianas y pequeñas, vamos a decir, y en mi corta experiencia ha habido de todo, desde echarme un manuscrito para atrás después de firmar el contrato, hasta no abonarme las regalías. Creo que no es fácil y en algunos casos, tampoco es una relación honesta. Pero como todo en la vida hay honrosas excepciones y ediciones Bohodón, que es quien ha publicado mi último libro, siendo una editorial muy familiar, es una de ellas.
P.A: ¿En tu vida diaria tienes un ritmo para escribir o lo haces a golpe de tiempo libre?
Carolina:
Soy totalmente anárquica, me muevo por impulso en general, por instinto.
Por instinto, sí.
Los relatos desbarajustan menos mis rutinas, pero cuando escribo novela, cuando se me mete una historia en la cabeza que tiende a alargarse, me obsesiono completamente. En ese momento, entro en trance. Ya no pienso en nada más que en escribir. Puedo despertarme a las tres de la mañana con una idea y me levanto a escribirla para que no se me olvide, voy en el metro o en el autobús tomando notas, utilizo cualquier cosa para hacerlo, desde el teléfono hasta una servilleta.
Eso es maravilloso, es como vivir en otro mundo. Un mundo que no tiene nada que ver con el real. Tristemente no ocurre a menudo.
P.A: Carolina, ya lo hemos comentado, pero te lo quiero volver a preguntar, porque me dices que algo que es reiterativo en las críticas que te han ido llegando es la presencia de ese pozo de soledad que los lectores captan en todos tus escritos ¿esto es así?
Carolina:
No soy muy consciente de eso, lo he sido a raíz de que me lo han ido diciendo, realmente no es una sensación que yo tenga, así como es verdad que soy una romántica, no soy consciente de esa soledad, pero debe ser cierto que en algún lugar dentro de mí existe, y la transmito en lo que escribo.
P.A: Supongo que al final todos nos sentimos solos en algún momento.
Carolina:
Sí, imagino que todos sufrimos más de lo que nos gustaría de esa soledad tan terrible, la que se siente por dentro. Como decía Gala, la peor soledad es la del que está acompañado.
P.A: ¿Tú crees que hay alguna relación entre esa soledad y las musas que vuelan a tu alrededor?
Carolina:
Pienso que las musas acuden sobre todo a la llamada de los escritores nóveles porque los profesionales no las necesitan tanto. Los que no nos dedicamos a esto, los que tan solo lo hacemos para disfrutar, necesitamos a las musas como «moscas cojoneras», provocándonos «bien y mal» para continuar, ellas nos empujan a hacerlo. Y sí, cuando estás solo eres más sensitivo, la percepción se abre, se ensancha, y aprovechan para colarse por cualquier agujero de la piel que encuentran.
Cuando la rutina, el ruido y el día a día te atrapan, estás menos receptivo a la creatividad, la imaginación se te atrofia un poco.
P.A: Para terminar ¿Piensas que ya has escrito el libro soñado?
Carolina:
Espero que no, que esté por llegar. Pero es verdad que cada uno de los que he escrito los he disfrutado como si lo hubieran sido.
Entrevista realizada por Amparo Perianes Alonso
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Según me parece a mí, el genio de un escritor es no dejar indiferente al lector. Engancharlo desde la primera línea, arrastrarlo hasta el final del relato, casi de un tirón.
Tú, sin duda, llevas ese genio dentro.
Muchísimas gracias, Catalina. es precioso lo que me has dicho.
un abrazo muy fuerte.
Qué buena entrevista y qué ganas de leer tus libros, Carolina.
Espero que lo hagas pronto y te gusten.
Un abrazo