¿Alguna vez os habéis encontrado con un gato en la selva?
Nuestro objetivo era ver un jaguar en estado salvaje. Pero estábamos lejos de ser optimistas. Las cámaras automáticas de los guías habían fotografiado a cuatro machos, pero todavía no habían avistado ninguno en persona.
Así que nos pusimos nuestras botas de goma, para protegernos de las mordeduras de serpientes y comenzamos a caminar hacia lo profundo del bosque. Con el gruñido de un puma en la distancia y buitres volando por encima de nuestras cabezas, nos sentimos parte de la cadena alimentaria.
Enfocamos nuestros esfuerzos en el sur de Osa y el corredor de bosque y campo que une esta península con el parque de Corcovado y el resto de Costa Rica.
Estaba oscuro y hacía un calor sofocante bajo el espeso dosel de la jungla. La pista que estabamos siguiendo era casi invisible, ya que las plantas bajas competían por el espacio y cubrían cada centímetro del suelo.
Justo cuando comenzaba a acumularse una ola de claustrofobia, sentimos una presencia entre la maleza cercana. Oímos un susurro mientras las hojas se movían: ¡aguantamos la respiración!
De repente, apareció una gorra, un cazamariposas y un señor, tan sorprendido como nosotros: ¡Hola, soy José Antonio Alfaro, entomólogo y médico estomatólogo de Madrid!
Inmediatamente pensamos en ese programa de televisión donde aparecen gatos en cada rincón del mundo, posible e imposible.
Un jaguar no habría provocado ese crujido. Demasiado sigilosos para ser tan obvios. Era demasiado esperar. Para compensar el disgusto y celebrar el encuentro, aquella noche de regreso, nos consolamos ante el fuego asando tamales de cerdo y contando nuestras aventuras mojadas con vino de coyol.
El Dr. Alfaro andaba buscando mariposas por el día y por la noche escarabajos “joya” o Chrysinas, de los que existen tres especies: plata o Ch.limbata, oro o Ch.resplendens y oro rojo o Ch.aurigans, todas ellas de Costa Rica. Allí estuvo invitado por las autoridades educativas de la zona, ya que el acceso a las Reservas están vedadas en solitario a los turistas, no así a científicos y estudiantes.
Posee entre 10.000 y 20.000 insectos, clasificados y guardados en un bajo de Madrid. En concreto, los que más le apasionan son las mencionadas Chrysinas que, fundamentalmente, consigue asustando a los turistas que vamos en busca de otros gatos.
Visita a la colección del Dr. José Antonio Alfaro: