Literalmente me encuentro, entre años bien dispares que no se someten a acuerdo. Mi cuerpo con más de sesenta, mi cabeza aun naciendo y el tiempo que me queda sin medida ni contento. Mi cabeza dice adelante, mi cuerpo ve con cuidado, mi futuro, que se encoge, ni dice, ni marca, ni espera, ni coarta ningún esfuerzo. Es un momento extraño en el que nada se impone, nada marca el paso, nada quiere esconderse, progresar o quedarse quieto. Visto de mi propia afuera me observo muy atento, me analizo y acabo perplejo. ¿No hay nada homogéneo? ¿nada que marque el ritmo de vivencias y proyectos? ¿nada que pueda explicarme cual es el ritmo correcto? En tanto en cuanto el cuerpo me aguante y la cabeza tenga gobierno todo aquello que yo haga será hacer lo que quiero.