EL VÓMITO

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“Todos los inodoros cuelgan de una historia de oscuras visiones plagadas de pelo, olor a mierda y cosas que penden de la carne más sagrada.”

La mañana del trece de agosto, Vicente Dorado, con la vejiga a reventar, salto de la cama y presto, sacó la que llaman chorra a los cuatro vientos y soltó el dorado regalo de los dioses a aquella profunda garganta que algunos, los más iniciados denominan “el trono”. El alivio de relajar los músculos sobrevino de inmediato, más fue en las burbujas que se formaban entre la micción y los Rebujitos del agua plana, donde Vicente encontró el más profundo de los horrores! Allí, sobresaliendo un poco del agua, un larguísimo dedo índice, que se perdía más allá de la Faringe del inodoro, se movía epiléptico, suplicando un punto de apoyo.

Animoso, Vicente, regalo sus podaderas al rey del caolín, y al instante, aquella prolongación de un supuesto placer, hincó su noche dentro del alma viscosa de Vicente. Tres días después, el pneuma había llegado a las pantallas de cine.

Y desde la fila tres, seis gusanos mostraban a los presentes, cómo despejar una noche con tres incógnitas.

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