UN EXTRAORDINARIO PROYECTO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
► «… Nada más Grande ni más Sublime, ha salido del espíritu del hombre que el Sistema Métrico Decimal».
▬ LAVOISIER.
► «Las conquistas van y vienen, pero este logro (“El Sistema Métrico Decimal”) permanecerá para siempre».
▬ NAPOLEÓN BONAPARTE. Proclamación como primer cónsul de la República francesa.
Antes de la Revolución Francesa, la manera de medir el espacio y la longitud, área y volumen variaba en cada región, incluso entre pueblos vecinos. La introducción de un nuevo sistema métrico revolucionó el comercio, la ciencia y la política. Pero su implantación fue tarea nada sencilla.
El 8 de mayo de 1790, a partir de los trabajos de una «Comisión de Pesos y Medidas» de la Academia de Ciencias francesa (que incluía un grupo de científicos de renombre: Laplace, Monge, Lavoisier, Coulomb, Lagrange, Legendre, Condorcet, entre otros) que se reunía para iniciar la «Reforma de los Pesos y Medidas», Talleyrand propone a la Asamblea Constituyente adoptar el principio de un sistema unificado de pesos y medidas.
El objetivo debía ser triple:
- a) El sistema debía ser uniforme, es decir, establecido sobre la división decimal para las diferentes medidas de peso, longitud, área y volumen.
- b) El sistema debía presentar una economía intelectual, ligando las unidades escogidas entre ellas, de manera que la unidad de longitud determine las otras medidas (superficie, volumen y masa).
- c) La base de la unidad de longitud debe surgir de la naturaleza a fin de que sea aceptada por todos los pueblos de la Tierra.
Hay que comprender el alcance de la reforma que se propone ya que la decimalización y el principio de economía, al cambiar los nombres en uso y vincular entre sí todas las medidas, afectaban de forma decisiva a la vida cotidiana.
La Revolución Francesa se había proclamado no como un bien local, sino como una proclamación de valores universales para todos los países del mundo. Ciencia y política se daban la mano. De aquí surge la vocación de universalidad del nuevo sistema métrico, que llevó a adoptar como referente algo que pudiera ser considerado como propio por toda la humanidad: las dimensiones de la Tierra. En palabras de Condorcet a la Asamblea Nacional (30 de marzo de 1791):
► «La Academia trató de excluir todos los elementos arbitrarios, todo lo que pudiera despertar sospechas sobre el interés particular de Francia; quiso, en una palabra, que, en el caso de legar a la posteridad únicamente los fundamentos del sistema, no se supiera qué país lo había ordenado y ejecutado».
Bajo este criterio, se debía encontrar una unidad que estuviera fundamentada en la naturaleza, y por tanto inmutable (según se creía), y asimismo perteneciente a toda la humanidad.
La comisión se puso de acuerdo en un sistema básicamente decimal, aunque al parecer hubo algunos partidarios del sistema duodecimal (por la razón de que el número doce tiene más divisores que el diez). La comisión tomó en consideración dos posibles alternativas para la unidad de longitud básica en el nuevo sistema. Una era escoger como unidad la longitud la del péndulo simple que bate segundos en el ecuador. Como la ecuación del péndulo es T=2π√(l/g), esto habría conducido a la unidad estándar de longitud g/π≈0,9939551. A fin de no sacrificar la independencia de la longitud y del tiempo y de no privilegiar a ninguna región geográfica, este sistema fue desestimado.
Tras diversos estudios geográficos sobre el meridiano terrestre la Academia determinó la base de todo el sistema, que la Asamblea aprobaría el 30 de marzo de 1791:
►«La unidad de longitud, llamada “metro” (del griego “metrom” [la medida]) se definió como “la diezmillónesima parte del cuadrante del meridiano terrestre».
Los cálculos se hicieron sobre la base de las mediciones efectuadas para hallar la longitud del arco de meridiano comprendido entre Dunkerque y Montjuich (Barcelona). Por parte de los franceses se encargó Delambre de la dirección de los trabajos, y por parte de los españoles Gabriel de Ciscar.
La longitud del metro deducida de estos cálculos se determinó sobre una barra de platino iridiado, de sección en forma de X, a cero grados de temperatura, que se guarda en los Archivos de Pesas y Medidas de París.
El metro es, en realidad, la distancia que media entre dichas ranuras. El metro-patrón junto al kilo-patrón se guardaron en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas de París.
El litro es unidad de capacidad. Se determinó construyendo un cubo cuya arista era la décima parte del metro-patrón, es decir, un decímetro cúbico.
El gramo es unidad de peso. Es la milésima parte del peso de un litro de agua destilada, en París, a 4º centígrados. El peso de un litro de agua, es, pues, de un kilogramo.
El sistema métrico resultante estaba, pues, ya casi listo en 1791, pero, debido a las vicisitudes políticas, hubo cierta confusión y retraso en su puesta en vigor. La nueva nomenclatura de las medidas «republicanas» se adopta el 7 de abril de 1795. La Ley de 10 de diciembre de 1799 sanciona el nuevo valor del metro con relación a las antiguas medidas y tras el golpe de estado de 18 de Brumario (9 de noviembre de 1800) el nuevo régimen consular, estipula de forma perentoria la entrada en vigor del decreto:
► «Il y a dans la République uniformité des poids et mesures».
No obstante han de pasar todavía cuarenta años hasta que el Sistema Métrico Decimal, tal como lo conocemos hoy, se haga realidad. De hecho numerosos estudios y trabajos precedieron al establecimiento definitivo del Sistema Métrico Decimal, concebido para simplificar la vida cotidiana. La «Comisión de Pesos y Medidas» divulgó toda una serie de propaganda en diversas revistas y periódicos de gran difusión (uno de los más famosos “La feuille du cultivateur”), con la misión de explicar y convencer, partiendo del siguiente principio democrático:
► «Para que una ley sea ejecutada cuando contraría viejos hábitos, es necesario que obtenga el asentimiento del mayor número posible de personas en situación de valorarla.
La implantación del Sistema Métrico Decimal es uno de los resultados más tangibles de la Revolución Francesa. Para conseguirlo fue necesaria una auténtica revolución, superadora de inercias y arcaísmos, como testimonia la persistencia de viejos e incómodos sistemas en los países donde no pudo penetrar la influencia cultural de la Lógica francesa.