“El que no es consciente de hacer el mal, no hace el mal”, decía Unamuno. Esta “pureza de intención” es, en su más alto grado, inocencia; pero la pureza es …
Me refiero a la pureza y no a la inocencia, que etimológicamente proviene del latín en + nocere (no + para herir o herir), gemela del término inocuo. Ser inocente de esta manera es no estar contaminado por el mal. Llamemos a esta faceta de la inocencia el hilo de la pureza moral.
Una vez escuché una parábola que se me ha quedado en la cabeza: un niño le pidió a Dios una manzana. Entonces Dios bajó una manzana del cielo y se la entregó al niño. Pero había un gusano en la manzana, y también tenía algunas manchas en la piel. El niño le preguntó a Dios: “¿Por qué la manzana no es perfecta?” Y Dios le respondió: “Es inevitable que todo lo que se ponga en tu mundo se vuelva imperfecto”.
Pongamos cualquier cosa pura en manos de los humanos, por ejemplo, cualquier ideología bien intencionada. Las ideologías son por naturaleza conceptos puros. Cualquier ideología madura propone una solución perfecta sobre cómo debería desarrollarse la vida humana y cómo debería estructurarse la sociedad.
Todo, desde el capitalismo hasta el comunismo y la democracia, tienen la respuesta utópica a las eternas cuestiones de justicia, paz y felicidad; además, el fin idealista de todas estas ideologías es teóricamente posible.
Sin embargo, son ideologías perfectas para humanos imperfectos, y descubrimos que nunca podremos ejecutarlas de la manera que queremos.
Siempre será una lucha constante, tanto en una escala macro (la lucha de la humanidad contra la guerra, la corrupción, la maldad), como en una escala micro (la lucha interna de cada persona entre su propio concepto del bien y del mal). Tal vez, darnos cuenta de esto, al menos, es un paso hacia adelante para intentar mejorar las cosas.
El mal no tiene connotaciones sobrenaturales.
Cuando decimos que existe la codicia, no creemos exista una fuerza de flotación pululando libremente llamada codicia, que pueda entrar en el cuerpo de alguien y controlar sus acciones. Si hay acciones codiciosas o personas codiciosas, entonces la codicia es real. Del mismo modo, si hay acciones malvadas o personas malvadas, entonces el mal es real.
Se podría afirmar que muchas veces, cuando las personas juzgamos que algo es malo, hacemos suposiciones morales que no solo son erróneas, sino peligrosas.
PARA SABER MÁS:
Faulkner fue un hombre singular, que buscó despiadadamente dentro de la literatura su pureza demencial (conociendo a Faulkner, seguirá esta búsqueda en el quinto infierno, chamuscándose la vida y forjando, a fuego vivo, otro excepcional y perverso libro).
MÁS MALDAD: