EL LEGADO DE UNA GUERRERA LLAMADA EMMELINE

0
24784
81

“Supongo que siempre he sido una sufragista inconsciente. Con mi temperamento y mi entorno apenas podría haber sido de otra manera”

A lo largo de la historia, algunas figuras han marcado un antes y un después, dejando una huella indeleble en la sociedad y la humanidad. Entre ellas, emerge la emblemática Emmeline Pankhurst como símbolo de coraje e inquebrantable lucha. Su nombre es sinónimo de la infatigable y desafiantEe batalla que lideró toda su vida por los derechos de las mujeres, especialmente por el derecho al voto, una lucha que, aunque costó múltiples sacrificios personales y sociales, abrió las puertas a un futuro más justo y equitativo, sobre todo, para las generaciones posteriores.

El 14 de julio de 1858, en Manchester, llegó al mundo Emmeline, siendo la primogénita de una familia numerosa. Sus padres, Robert y Jane Goulden, eran empresarios de una próspera fábrica de textil. Aquella niña, nacida en una época victoriana en la que las mujeres estaban confinadas a un rol silencioso, sin voz en la política ni en las decisiones que les afectaban, estaba llamada a dejar su impronta en la historia.

Foto aportada por la autora del Texto

Con apenas cinco años y junto a su hermana menor, Mary, ya acompañaba a su madre a manifestaciones abolicionistas, y entendía palabras tan complejas como “emancipación” y/o “servidumbre”. Formaban una familia atípica, contradictoria, de pensamiento progresista, y, al mismo tiempo, con una tendencia conservadora. Por un lado, Jane, estaba involucrada en campañas contra la esclavitud de la población negra en Estados Unidos, y por otro, exhibía profundos prejuicios al instar a sus hijas a facilitar la vida de sus hermanos varones, generando confusión y un sentimiento de injusticia en su primogénita.

Nunca me he considerado una heroína, sino una mujer que ha luchado por algo que ha creído con toda su alma

En su familia, las discusiones sobre política y derechos humanos eran habituales, y fue allí donde plantó el germen de su futura lucha. A los quince años se instaló en París para estudiar en el prestigioso centro Ecole Normale de Neuilly, pionero en la educación de señoritas de todo el continente. La formación elegida por sus progenitores estaba destinada a convertirla en una mujer instruida con el fin de encontrar un buen marido, contrastando con su rechazo a los roles tradicionales. En la Institución entabló una profunda y eterna amistad con Noémie, la hija del periodista y político revolucionario, el marqués Henri de Rochefort, que estaba preso en Nueva Caledonia.

Una vez finalizados sus estudios, a los dieciocho años, regresó a Manchester. Convertida en una elegante señorita parisina, y a la vez, resuelta y decidida, se enfrentó a los deseos de sus padres, rechazando a todos los hombres que pretendían cortejarla. Sin duda, Emmeline, no encajaba en el molde que se le había impuesto. Las perspectivas que se abrían ante ella, y que estaban lejos de sus anhelos, la condujeron a desarrollar una fuerte depresión, lo cual hizo que sus padres tomasen consciencia de la gravedad. Le dieron un respiro e intentaron distraerla invitándola a acompañarlos a un mitin político, cuyo objeto era defender que el Reino Unido no interviniera en la guerra que libraban Turquía y Rusia.

Richard Pankhurst. Foto aportada por la autora del Texto.

Así fue como conoció al principal y respetado orador, el abogado Richard Pankhurst, quien había realizado una brillante carrera y obtenido el doctorado en el prestigioso Owens College y en la Universidad de Londres. Como republicano y pacifista, defendía la abolición de la Cámara de los Lores, a las clases sociales más desfavorecidas y, cómo no, el sufragio femenino. Por sus ideas políticas, Richard era apodado: “Doctor Rojo”. La joven quedó cautivada por su oratoria, y aunque no lo supo en aquel momento, también él se prendó de la belleza, desenvoltura y porte aristocrático que desprendía la figura menuda de ella; la mujer que, un día, sería capaz de poner en jaque a todo el Gobierno Británico al tomar las calles, en defensa del derecho femenino a votar.

 

 

 

La gran lucha de nuestra vida no es una cuestión de sexo, sino de derecho

La relación entre Emmeline y Richard creció rápidamente, alimentada por la admiración mutua y la pasión, y la propuesta matrimonial no tardó en llegar. No solo durante los veinte años que duró su matrimonio, hasta el temprano fallecimiento de él; Emmeline mantuvo siempre intacto su amor y su devoción al esposo que en una de sus cartas le había escrito: “…toda causa de lucha será nuestra”. Sin embargo, su vida no estuvo exenta de tragedias. Tuvieron cinco hijos, Christabel, Sylvia, Henry Francis, Adela y Harry Francis. El pequeño Henry sucumbió con tan solo cuatro años a la difteria. En 1898 el “Doctor Rojo” ensombreció de duelo la ciudad de Manchester. Y en 1910, con veintiún años, lo haría su segundo hijo varón, Harry.

No seré traidora a mi sexo. No me quedaré en casa arrinconada. Lucharé con todas mis fuerzas

La lucha de Emmeline no fue rápida ni sencilla. Y aun con el desgarrador y profundo dolor por la pérdida de sus hijos y de su compañero, su convicción jamás flaqueó. En 1903 fundó la Women’s Social and Political Union (WSPU), una organización radical y militante que buscaba el sufragio femenino. Su actitud fue audaz y desafiante. No se trataba solo de peticiones educadas ni de discursos amables que nunca hallaban respuestas; era hora de hacer ruido y enfrentarse a un sistema que se empeñaba en permanecer sordo a sus reivindicaciones, invisibilizando a las mujeres.

 

Emmeline Pankhurst detenida
Emmeline Pankhurst detenida por la policía. Foto aportada por la autora del texto.

A medida que las tácticas pacíficas no daban resultado, Emmeline, optó por convocar manifestaciones masivas, y las protestas y huelgas de hambre se multiplicaron. Las autoridades respondieron con una agresividad brutal, golpeándolas, arrestándolas, encarcelándolas y desarrollando una táctica cruel de fatales consecuencias: la ‘alimentación forzada’, que consistía en introducirles el alimento a través de un embudo; sin embargo, esta humillante y nociva ferocidad solo consiguió afianzar más su determinación. Sus hijas, Christabel y Sylvia, se unieron a la causa. Emmeline era la fuerza detrás de todo, y aunque tuvo algunas discrepancias con su hija mediana por la diferencia de visión, las voces y acciones de su familia la respaldaban, convirtiendo el sufragio en una causa personal y colectiva a la vez.

La desobediencia civil es un deber cuando el sistema de leyes es injusto

Las tácticas empleadas no fueron siempre pacíficas, pero eran un reflejo del sistema rígido, intransigente y opresivo que imperaba. Cuando los políticos y sus leyes les cerraban las puertas, ella las abría a golpe de acción. El carisma, la exquisita oratoria y la vehemencia en sus discursos consiguió arengar y unir a millones de mujeres en todo el mundo, de clases sociales muy distintas. El 26 de junio de 1908 consiguió reunir a medio millón de mujeres en una mítica marcha en Hyde Park. Consciente de que su lucha trascendía más allá de ella misma demostró una férrea voluntad, dignidad y resiliencia, por sus hijas, por aquellas que se veían relegadas y sometidas como ciudadanas de segunda, y por todas las mujeres de las generaciones futuras.

En 1910 trescientas sufragistas se encaminaron al Parlamento a exigir su derecho a votar. La policía cargó contra ellas con tal virulencia que a aquel día se le llamó, Viernes Negro.

No podemos esperar que otros hagan lo que nosotras mismas debemos hacer

Al fin, su perseverancia y la de tantas activistas dio sus frutos en 1918, cuando las mujeres obtuvieron el derecho al voto en el Reino Unido. El triunfo marcó un hito a nivel nacional e internacional. Emmeline, continuó luchando por el avance de los derechos de las mujeres, en términos de igualdad salarial, violencia de género, etc.; aunque su salud y energía se vieron mermadas por los años de sacrificios y las estancias en prisión. Llegaron a encarcelarla hasta en doce ocasiones con las consiguientes huelgas de hambre. Cuando murió en 1928, a los 69 años, su legado ya era imborrable. La lucha inquebrantable que desafió las convecciones de la época transformó la historia. El sufragio femenino dio un paso importante, fue la piedra angular para la construcción de un futuro más inclusivo.

El derecho que ejercemos las mujeres, hoy día, es heredado. Cada vez que nos acercamos a una urna a depositar nuestra papeleta lo hacemos sobre los hombros de miles y miles de mujeres que lucharon incansablemente contra la discriminación y el patriarcado. Muchas de nuestras antepasadas derramaron sangre, sudor y lágrimas, por conquistar este y otros derechos, también para nosotras, sus descendientes. Detrás de su lucha había también una mujer que transformó su dolor en acción. Honremos su legado y su memoria ejerciéndolo con gratitud y dignidad.

Emmeline Pankhurst, no solo es una figura histórica, sino un símbolo de coraje y resistencia. En su autobiografía, consignó a la periodista Rheta Shilde el esfuerzo que algunos hombres hicieron en favor del voto femenino, como su esposo Richard o el filósofo John Stuart Mill. Estuvo vinculada a varias asociaciones a lo largo de su vida.

Foto de Barbara Zandoval en Unsplash

• Sociedad de Mujeres Liberales (Women’s Liberal Federation)
• Asociación Nacional de Sufragistas (National Union of Women’s Suffrage Societies – NUWSS)
• Movimiento Sufragista y la Fundación de la Women’s Social and Political Union (WSPU)
• Relaciones Internacionales
• La WSPU adoptó el lema: ‘Deeds, not words’ (Hechos, no palabras). Uno de sus más poderosos y célebres discursos fue, ‘Freedom or Death’ (Libertad o muerte) pronunciado en 1913

Fin

(Dedicado a Emmeline y a todas las mujeres que dieron su vida en una lucha ardua, desigual e injusta. A todas ellas, las que jamás se rindieron, las que allanaron nuestro camino y con las que estaremos siempre en deuda. No os olvidamos. Gracias, con Amor)

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí