La hepatitis C es una enfermedad del hígado causada por el virus del mismo nombre; ese virus puede causar una infección, tanto aguda como crónica, cuya gravedad varía entre una dolencia leve que dura algunas semanas, y una enfermedad grave de por vida. Un número considerable de esas personas con infección crónica desarrollarán cirrosis o cáncer de hígado.
Esther Mate, Presidenta de la Plataforma de Afectados por Hepatitis C Salamanca con la que este medio se ha puesto en contacto nos relata en primera persona cómo se contagió, los miedos y angustias que vivió en los primeros momentos, cuando aún no estaba diagnosticada la hepatitis C como enfermedad. Hoy está curada, pero sigue en lucha por proteger la Sanidad Pública y para que todas las personas puedan acceder a los nuevos tratamientos que curan la hepatitis C.
Preguntada por lo que se ha conseguido hasta ahora, nos responde que a nivel nacional la presión de los enfermos hizo que el Ministerio de Sanidad realizase el Plan Estratégico para el abordaje de la hepatitis C en el Sistema Nacional de Salud, aunque se trata según ella un Plan segregacionista y anticonstitucional, y culpa al Ministerio de Sanidad e Igualdad de no realizar un planteamiento estudiado del problema que supone la hepatitis C a nivel nacional.
En cualquier caso, señala que, por un lado en las comunidades autónomas los logros son diferentes, por el otro, para que un paciente acceda a un tratamiento se le exige que esté muy enfermo. La lucha llevada a cabo por las Plataformas que conformamos la Coordinadora de Plataformas de Afectados por hepatitis C de Castilla y León hemos logrado que el Sacyl apruebe un nuevo Protocolo en julio de 2016. Este documento recoge que en nuestra Comunidad Autónoma se prescribirá que los enfermos en fases 4, 3 y 2 sean tratados este año. También hemos logrado que incluyan a coinfectados y genotipo 3 dentro de la población preferente para ser tratada.
Esther Mate insiste en que el objetivo es que <todo enfermo diagnosticado sea tratado sin demora>, esto supondría no ya la equidad dentro de nuestra democracia, sino no vulnerar la legalidad vigente y ahorraría costes para el sistema de Salud, pues con la erradicación de la enfermedad supondría un ahorro importante tanto en bajas laborales, como en médicos y, cuanto antes se dé una solución se evitarían otras problemáticas y necesarias intervenciones como pueden ser los trasplantes.
Preguntada cómo debería ser el Plan, nos responde que lo que ellos pretenden es que se trate a todas las personas que estén diagnosticadas y que se busque a la población silente, es decir, a un 75-80% de la población afectada que desconoce que padece esta patología. La responsabilidad de dejar que estos enfermos sigan avanzando en su enfermedad responde a intereses políticos y económicos. Los precios actuales que pagamos a las multinacionales farmacéuticas ponen en riesgo el Sistema Nacional de Salud.
En la actualidad la hepatitis C es una enfermedad curable y evitable. Indagando en la enfermedad y sobre la forma de contagio, nos explica que el virus de la hepatitis C se transmite por la sangre. Generalmente se transmite:
- A través de transfusiones de sangre y productos sanguíneos sin analizar. Esta es la vía principal de trasmisión del VHC con anterioridad a 1992. Más de un 70% de la población afectada por hepatitis C se infectó dentro del Sistema Nacional de Salud.
- En entornos sanitarios, debido a la reutilización o la esterilización inadecuada de equipo médico, especialmente jeringas y agujas;
- Piercing, tatuajes, etc.
- Compartir maquinillas de afeitar.
- Al consumir drogas inyectables y compartir el material Esta vía solo supone el 3-4% de los contagios.
La hepatitis C no se transmite por contacto directo con la persona afectada si no existe exposición a la sangre. Es decir, es nulo el contagio a través del contacto ocasional o habitual, pudiendo compartir alimentos, bebidas, besos y abrazos.
El problema que presenta el diagnóstico de la hepatitis C es que es una enfermedad, normalmente, asintomática hasta décadas después del contagio. Se suele descubrir de forma casual.
La hepatitis C es una enfermedad que de no curarse mata, ya que gran parte de los enfermos emprenden un camino de deterioro que pasa por la fibrosis, la cirrosis y cáncer de hígado
En cuanto a su diagnóstico, existe dos etapas:
- La detección de anticuerpos anti-VHC con una prueba serológica revela la infección.
- Si los anticuerpos anti-VHC son positivos, para confirmar la infección crónica se necesita una prueba que detecte el ácido ribonucleico (RNA) del virus. Ello es así porque un 15% a 45% de las personas infectadas por el VHC eliminan espontáneamente la infección mediante una respuesta inmunitaria fuerte, sin necesidad de tratamiento, y aunque ya no estén infectadas seguirán teniendo los anticuerpos anti-VHC positivos.
Una vez diagnosticada una hepatitis C crónica se deberá evaluar el grado de daño hepático (fibrosis o cirrosis). Esto puede hacerse a través de pruebas no invasivas como la elastografía.
Además, se debería realizar una prueba de laboratorio para identificar el genotipo del virus. Hay siete genotipos del VHC. El grado de daño hepático y el genotipo del virus se utilizan para orientar las decisiones terapéuticas y la conducta clínica.
Preguntada a continuación sobre cuáles son los grupos de población más expuestos al riesgo de infección por el VHC, nos indica que toda la población está expuesta a la infección por VHC. Estamos hablando de que entre el 70-80% de la población infectada desconoce que padece la enfermedad. La principal causa de transmisión del VHC es la falta de información sobre esta enfermedad.
Respecto al tratamiento, gracias a toda la presión ejercida por las Plataformas de afectados en todos los lugares de España se obligó al Gobierno a tener que elaborar un PLAN DE HEPATITIS C que, pese a distar mucho de ser completo, tal y como se ha señalado anteriormente, ha salvado vidas al impedir que la enfermedad siguiese evolucionando hasta ocasionar daños hepáticos irreversibles.
Las plataformas de afectados por hepatitis C existe, según Esther Mate, porque, por primera vez desde la democracia, un Gobierno deniega a un gran número de enfermos el acceso a nuevos fármacos que curan una grave enfermedad debido a su elevado coste.
A pesar de la negativa de algunos políticos a admitir que la “barrera del precio” es el detonante que determina quién se salva y quién debe permanecer con la enfermedad en su cuerpo, es una evidencia de que el Gobierno actual está consintiendo que prevalezca el interés económico de los fondos “buitre” de inversión, que gestionan las multinacionales farmacéuticas, en detrimento de la salud de los ciudadanos.
“Las plataformas de afectados por hepatitis C existe, según Esther Mate, porque, por primera vez desde la democracia, un Gobierno deniega a un gran número de enfermos el acceso a nuevos fármacos que curan una grave enfermedad debido a su elevado coste”
Por ello, siguen reclamando que el Gobierno negocie con las farmacéuticas el ajuste del precio al coste real de Investigación y Desarrollo de los nuevos antivirales para la hepatitis C. Si las farmacéuticas no facilitan acuerdos razonables sobre los precios, el Gobierno tiene capacidad para establecer la licencia obligatoria, como vía para garantizar la salud de los enfermos y la estabilidad y funcionalidad del Sistema Nacional de Salud. Paralelamente, consideramos que es imprescindible invertir en investigación y desarrollo desde los sectores públicos, de forma coordinada con la Unión Europea, para impedir que el sector privado siga utilizando de forma abusiva los acuerdos internacionales sobre patentes (ADPIC) e imponiendo precios que limitan el acceso a medicamentos vitales. El argumento esgrimido por las multinacionales farmacéuticas sobre que el coste de los medicamentos es proporcional a lo que cuesta la investigación, es cuestionado por estudios independientes que afirman, de forma categórica, que la investigación no puede justificar los elevados precios fijados. Es la avaricia de los inversores lo que deja fuera del sistema sanitario a millones de personas en el mundo y a cerca de 800.000 españoles infectados por el virus de la hepatitis C en España.
Finalmente, con el fin de dar por finalizada la entrevista, le preguntamos si quiere añadir algo sobre el tema, indicándonos que le preocupa mucho, dentro de los grupos de población afectados, las personas que cumplen condena en las cárceles españolas, y ver como el Gobierno “vulnera claramente el artículo 208 del Reglamento Penitenciario”, donde se recoge que “a todos los internos sin excepción se les garantiza una atención medico-sanitaria equivalente a la dispensada al conjunto de la población“.
Pero si las declaraciones suenan preocupantes, los datos ofrecidos por la portavoz de la Plataforma, Esther Sánchez Mate, son contundentes. De los 61.614 internos que cumplen condena en España, están diagnosticados de hepatitis C unos 13.000 y una mínima parte de estos enfermos accede a los nuevos antivirales
Queda mucho trabajo por hacer, puntualiza, por lo que cada vez necesitan más la implicación de la ciudadanía en general para hacer frente a lo que se ha convertido en una pandemia.
Por Jose L. Cobreros / F Morales