EL GOBIERNO DE LA SOLIDARIDAD

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Existen estudios etimológicos que hacen referencia a la palabra solidaridad y buceando en su origen encuentran el adjetivo latino solidus, solida, solidum, que significa sólido, macizo, consistente,  y el verbo solido, solidas, solidare, solidatum. que significa consolidar, dar solidez, asegurar, soldar.

 

© Ángela Zapatero by plazabierta.com

Aparentemente estos conceptos parece que se alejan del significado que cotidianamente se le da a esta palabra, más relacionada con conceptos cómo generosidad, fraternidad, hermandad… o cómo la define la Real Academia Española: adhesión circunstancial a la causa o empresa de otros.

La situación socio política que estamos viviendo como consecuencia del gobierno de coalición y las circunstancias que se dieron para conformar ese gobierno me llevan sin embargo a incidir más en la etimología que en lo puramente conceptual, es decir abogo por la raíz y el fondo más que por la forma, porque la mayoría de la sociedad española, a través de las urnas, ha mandatado a los líderes políticos de la izquierda expresando que quieren una sociedad vertebrada en torno a un gobierno sólido, consistente, que recupere los principios del estado del bienestar, que de solidez a una gobernanza de progreso y que sea capaz de soldar ideologías afines y de hondo calado social. Prefiero esta interpretación a la fría exposición de la RAE.

Se necesita un gobierno solidario capaz de avanzar contra la herencia perversa de las políticas neoliberales del pasado más reciente y que aún amenazan con hacer zozobrar los restos  de los derechos y principios vulnerados durante el sexenio negro del Partido  Popular. Reforma laboral, Ley Mordaza, La Ley Orgánica 8/2013, ley de la reforma educativa, LOMCE o más conocida como Ley Wert, entre otras muchas actuaciones en detrimento del interés general.

Es necesario que este gobierno de coalición sea sólido y apuntale derechos fundamentales cómo la sanidad universal, la educación laica, las políticas en materia de violencia contra la mujer o prestaciones sociales cómo la ley de dependencia y un largo etcétera.

No tendrán enfrente una oposición leal, porque el fin que persiguen es ilícito y va contra el bien común, contra el interés de la gente. Incapaces de digerir el resultado de las urnas, torpes a la hora de articular estrategias de alternancia en base a postulados políticos coherente, faltos de visión de futuro en la búsqueda de alianzas, desabridos en el discurso y palmariamente adheridos a las posiciones de la extrema derecha, establecerán circuitos paralelos a la acción parlamentaria para obtener réditos políticos. Acudirán a sectores, aparentemente minoritarios, que instalados en las entrañas del sistema democrático antepondrán intereses ideológicos, económicos, religiosos o étnicos para deslegitimar las políticas llevadas a cabo por un gobierno legítimo. Esos quinto columnistas que siempre intentan implosionar la democracia estarán deseando oír el toque de corneta para ponerse en marcha. Afortunadamente esas cornetas  ya han demostrado su conexión democrática con las instituciones del Estado de las que forman parte.

Este gobierno tiene que ser el punto y final al avance de la extrema derecha y de las políticas contrarias al interés de la gente. Tiene que ser el punto y final al saqueo de las arcas públicas, tanto por la corrupción cómo por lo sobredimensionado de la administración pública en cuánto a cargos políticos y empresas tapaderas. Hay que redimensionar y racionalizar el sueldo desde los Alcaldes hasta los parlamentarios autonómicos y nacionales. Entrar a fondo en una reforma progresista y solidaria de la Administración.

Tendrá que cuidarse del pillaje ideológico que ya intentó la portavoz de Ciudadanos en el debate de investidura, tocando a arrebato con el cornetín de la indecencia a la deserción de los “valientes socialistas” que no estuvieran de acuerdo con ese candidato a presidente del gobierno, felón y traidor.

No solamente no habrá armisticio, no habrá tregua. La hostilidad se ha instalado en el ADN de la derecha y no habrá ley, normativa o moción que requiriendo mayorías y sea cuál sea la relevancia para el interés general, consiga ser aprobada con el apoyo de la bancada del tripartito de la plaza de Colon. A esta situación de permanente hostilidad parlamentaria debe responder el ejecutivo buscando apoyos no solo en el hemiciclo, sí no también en la calle, en los sindicatos de clase, ahora llamados agentes sociales, en los colectivos afectados por políticas sectoriales no llevadas a cabo por estas hostilidades. Volver a ganar la calle es tarea fundamental de los partidos que sustentan al gobierno y del mismo gobierno. Ahora más que nunca los parlamentarios y senadores progresistas tienen que ir pueblo a pueblo explicando las políticas del gobierno, los aciertos y las dificultades para llevar a término los programas electorales con los que se presentaron a las eleciones pidiendo el voto a los ciudadanos.

Ahora más que nunca los miembros el ejecutivo tienen que investirse de su condición de hombres y mujeres de estado, dar ejemplo de decencia y desmarcarse de la retórica incendiaria, de la violencia parlamentaria que hemos padecido en los debates de investidura por parte del tripartito de Colon y que con toda seguridad continuará en el día a día del trabajo parlamentario.

 

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