EL ASNO POLÍTICO

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Entre la tibieza del PSOE y el batiburrillo de Unidas Podemos, nos hemos quedado sin gobierno. Tibieza por la retorcida ideología socialistas que se gastan y batiburrillo porque se agarran a tantas mareas como tienen en su seno que, de constitucionalistas a independentistas se cambia en un momento, dependiendo donde sea el mitin de turno.

 

Y, digo yo, habiendo decidido finalmente ejercer mi derecho a voto, me encuentro en la disyuntiva de: ¿a quién voto?, ¿Qué partido me puede representar que sea respetuoso con los derechos humanos?, ¿Qué partido representa realmente a los más débiles dentro de este sistema atrozmente capitalista, sin estar en connivencia con quienes lo representan?.

Créanme si les digo que todavía no he finalizado la búsqueda y, les prometo, que no he cejado en el empeño, que es bastante durante el día, desde primera a última hora de la mañana, informándome del día a día de la política desde los Pirineos hasta el estrecho de Gibraltar, incluyendo Ceuta y Melilla, y no dejo de sorprenderme cual manipuladores y retorcidos pueden ser los políticos.

Es cierto que no podemos negar la disponibilidad de UP de llegar a un acuerdo con el PSOE, claro que no sin formar parte del gobierno, a lo que estos últimos no están dispuestos si los otros no aceptan que gobernarán solos, un notable paso atrás desde aquel ofrecimiento de tres ministerios y una vicepresidencia social.

Entiendo lo difícil que debe ser gobernar con quienes están de acuerdo con un referéndum en Cataluña, lo digo por aquello que diferencia a constitucionalistas y nacionalistas, como también lo es tomar la decisión de quitárselo al rico para dárselo al pobre, mejor dicho, llevar a cabo una auténtica justicia fiscal distributiva que permita equilibrar un poco la balanza y, sobre todo, incentivar una economía con grandes visos de recesión. En definitiva, lo difícil que tiene que ser fiarse de un partido diametralmente opuesto en lo que al socialismo se refiere.

Ahora bien, lo peor de todo esto, es que me temo que hasta el 10 de noviembre seguiré en la permanente disyuntiva del voto útil a la izquierda, ¿a qué izquierda…?, la radicalizada que parece dar cabida a todo cirriburri que alce el puño izquierdo aunque vivan como burgueses, o la moderada que convive con los más gordos del sistema.

Le seguiré dando vueltas, y de no llegar a buen puerto votaré a algún partido animalista, porque como siga así la cosa van a tener que ser éstos los que representen a tanto asno que anda suelto.

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