El Ministerio de Educación del Gobierno de España (Departamento de Ocurrencias Variadas, Sección de Chiripitifláuticos) quiere modificar completamente la asignatura de matemáticas. Como lo oyes, lector. Como lo oyes. Se avecina una reforma profunda-profunda-profunda. Más profunda que la ignorancia de Irene Montero. Más profunda que la sociopatía de Pedro Sánchez. Y más profunda que el bolso de Mary Poppins.
Por sus gónadas morenas, para el curso 2022 (si Jehová no lo impide), las matemáticas impartidas a tres millones de escolarizados de entre 6 y 12 años serán <<resilientes, empoderadas, socioemocionales, incluyentes y con perspectiva de género>>. Sí, sí, lector. Eso, literalmente, es lo que anuncia el borrador del decreto que se ha filtrado a la prensa y que publicaron ayer diversos medios nacionales.
Nada se habla en el borrador de disminuir la ratio de alumnos por aula, ni de formar al profesorado en tan difícil asignatura, ni de hacer hincapié en que el esfuerzo personal forme parte del resultado, ni de premiar la excelencia del alumno, ni de contratar profesores de apoyo. La nueva asignatura de matemáticas que prepara el Gobierno para la Primaria, en palabras textuales del borrador, será de la siguiente manera:
<<Las matemáticas tendrán un sentido socioemocional para ayudar a los alumnos a gestionar sus sentimientos y erradicar ideas preconcebidas con el género; buscarán fomentar el bienestar del alumnado, el aprender a obrar de forma empática de acuerdo a las normas de convivencia, el crecer en valores ecosociales y democráticos y el adquirir habilidades para la resolución pacífica de conflictos>>.
Horroroso, lector. Horroroso. P´abernos matao. El texto es feo de cojones. Pero feo, feo, feo. Más feo que estornudar con diarrea. Más feo que yo cuando vine al mundo, que mi madre me quiso dejar en el paritorio y llevarse la placenta. Y es que ni a base de cubatas, ni hasta las cejas de ayahuasca, he podido comprender semejante verborrea. Y lo peor del asunto, lo peor de lo peor, es que todas esas ocurrencias acabarán haciéndose realidad gracias a un solo motivo: los gilitontos carecen de depredador natural.
El texto filosófico que ayer ha visto la luz, aunque evita mencionar al heteropatriarcado opresor y a las gallinas veganas, insiste en el <<empoderamiento femenino>> para alcanzar un número de mujeres matemáticas igual o superior al de hombres matemáticos. Esto dice el Platón ministerial:
<<La adquisición de destrezas matemáticas socioemocionales fomenta el bienestar del alumnado, la autoconfianza, la empatía y la motivación por las matemáticas desde una perspectiva inclusiva de género, a la vez que desarrolla la resiliencia, la interculturalidad y una actitud proactiva ante nuevos retos matemáticos, al entender la variedad de emociones como una ocasión para crecer de manera personal>>.
Horroroso, lector. Horroroso. Me pinchan y no sangro. Me estrujan los riñones y no orino. Me follan y no eyaculo. Pero vamos a ver, amigos… ¿a qué puñetero artista se le puede venir a la cabeza tantos disparates juntos? ¿A qué puñetero amo se le puede ocurrir semejante jerga monstruosa? A mí no, desde luego. Te lo juro, lector. Te lo juro. Palabrita del Niño Jesús. Yo me pongo a escribir un monólogo de humor y no soy capaz de ligar tantísimas estupideces.
La leche que mamó esta gente. La madre que los parió. Ni puta idea de lo que quieren conseguir con semejante galimatías, pero de algo estoy seguro: un nuevo chiringuito se avecina, y trae el encargo velado de convertir los números primos en primas, primos y primes. O tal vez en primos hermanos. O tal vez en que hagamos el primo. Porque a mí me acaban de formar un lío de mil pares de cojones. Cachis. Yo ya no sé si suprimir el uno por individualista y dejar el dos por amigable.
Cachis. Yo ya no sé si la raíz cuadrada de “pi” es socioemocionalmente permisible o interculturalmente proactiva. Cachis. Yo ya no sé si el 69 es un número, una númera, un númere o una postura indecente. Cachis. Yo ya no sé si los logaritmos neperianos decrecen en identidad de género o acrecientan los valores democráticos. Cachis. Yo ya no sé si después del cinco viene el seis, o por el culo te la hinco. Cachis. Yo ya no sé si una curva aplanada gaussiana resuelve pacíficamente conflictos o gestiona identidades empáticas. Cachis. Y yo ya no sé si dos hombres más dos mujeres suman cuatro personas humanas o cuatro seres binarios. Cagoensanpitopalo.
Llamadme heteropatriarcal, fascista, retrógrado, meapilas, misógino y machista, pero me está dando en la nariz que esta gente está fatal. Pero fatal, fatal, fatal. Tal vez sufrieron un apagón cuando estaban en la incubadora. Eso, o fuman algo que desconozco en los Consejos de Ministros. Vamos: que ni la psiquiatría occidental tiene un remedio certero que trate esta patología con un mínimo de posibilidades. Más aún: yo creo que al redactor de ese texto filosófico-matemático, a ese Platón ministerial de medio pelo, le faltó de pequeñito el enfoque socioemocional de su mamá, concretamente el enfoque a mano abierta. Qué cabrón. Digo el enfoque. No la mamá.
Horroroso, lector. Horroroso. Esta tropa ya no tiene conciencia de la enorme brecha que existe entre las ridiculeces que escriben y el lenguaje normal de la calle, de las aspiraciones normales de las personas normales con problemas muy normales. Aunque, tal vez, no sea atribuible a la maldad ni a la conspiración lo que, sencillamente, se podría achacar a la ignorancia. Sí, sí, lector. Eso va a ser: un Platón ministerial se ha dado cuenta de que en las ecuaciones diferenciales abundan las incógnitas “x” e “y”, y las ha confundido con el machista genotipo XY, que como todo el mundo sabe es el culpable de todos los males del mundo y parte del extranjero. Y por eso, el muy canalla, se ha propuesto feminizar las matemáticas.
Autor:
Juan Manuel Jimenez Muñoz.
Filósofo y matemático con destrezas socioemocionales.