DOS AÑOS DE RESISTENCIA AL PROCÉS, DOS AÑOS DESANGRÁNDONOS POR LAS TRES HERIDAS

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Dos años hace de la intentona golpista. Dos años de llamar a la abstención, a no votar ante el ataque a la democracia… Lo hicimos en el salón de actos de La Sedeta, el 26 de septiembre de 2017, en nombre del Foro de las Izquierdas No Nacionalistas. Dos años también del 8 de octubre, de la mayor manifestación constitucionalista realizada jamás en Barcelona, y convocados por Societat Cívil Catalana.

 

Llevamos dos años de degeneración de la convivencia en Cataluña. No era algo nuevo, todo venía de atrás: del pujolismo y su proyecto 2000. De aquellos polvos estos lodos.

Hay quien afirma que el independentismo está en retroceso, y, sin decir que eso es falso, hay que afirmar, recalcar, reclamar que la derrota del independentismo es condición necesaria para volver a la normalidad; a no ser que alguno piense que la normalidad es lo que había antes de 2012: hegemonía del Nacional-catalanismo.

Es condición necesaria pero no suficiente. Hay que derrotar al nacionalismo. Es muy peligrosa la deriva que puede tomar nuestra sociedad si se confirman los planes terroristas de los CDR detenidos. Es muy peligroso que haya catalanes dispuestos a exigir que los independentistas tengan libre albedrío para hacer lo que quieran, sea ilegal o criminal. Cualquier día te ponen una bomba… con una sonrisa, eso sí.

Estamos en un momento delicado y nadie puede bajar la guardia. 

Hay gente que añora el oasis y otros que añoramos un vergel que nunca ha existido, parece ser. Tal vez durante la Segunda República, con sus luces y sus sombras, y no sabemos a ciencia cierta si el proyecto hubiera dado sus frutos, pues no les dieron tiempo a ver su evolución. Algunos hablan del dialogo, como si tal cosa fuera posible. ¿Cómo dialogar con quien solo acepta una salida –la suya–, y te exige que renuncies a tus derechos para sentarte a la mesa?

La sociedad catalana siempre ha sido muy clasista. Durante la dictadura, los padres y abuelos de los actuales secesionistas daban vítores a Franco. Y despreciaban a la charnegada a la que explotaban.

El catalanismo, el supremacismo ya estaba en Òmnium Cultural, bajo la protección de franquistas catalanes y el franquismo español… Su evolución hacia un postfranquismo catalanista parece lo natural.

Dialogar, ¿para qué?

Volver a antes de 2012 es mantener la inmersión lingüística, es mantener las multas por rotular en castellano, es mantener la hegemonía política del nacionalismo. Es mantener la segregación social por razón de lengua y de sentido de pertenencia.

En Cataluña hay una relación directa entre clase social y lengua, como la hay en la discriminación en EEUU con el color de la piel y clase social.

Hay que derrotar al nacionalismo. Con el nacionalismo no se puede dialogar ya que no acepta la diversidad; su objetivo es el imponer un único sentimiento de pertenencia, una patria monolítica y totalitaria. Dialogar es darles tiempo a reponerse; volver al catalanismo moderado es tan solo una trampa pujoliana que les permita mantener sus privilegios de clase para rearmarse y volver dentro de 20 o 30 años a lanzar otro órdago, esta vez con más posibilidades de conseguirlo si prosigue el proceso de asimilación identitaria que inicio Pujol.

Nacionalismo

Vean que no pongo adjetivos. Pero tengamos claro que el nacionalismo depredador aquí en Cataluña es el nacional-catalanismo, como en el País Vasco lo es el abertxalismo. Se llame PNV o Bildu. Y en otras partes de España ese nuevo soberanismo/ombliguismo que nos invade.

Indudablemente existe un nacionalismo españolista peligroso –Vox–, retroalimentado por el secesionismo y una izquierda acomplejada y desnortada (PSOE, Podemos y sus confluencias). Conjurémonos contra todo nacionalismo.

Es posible una nueva Cataluña

Intercultural, mixta y mestiza, frente a multiculturalidad que esconde el supremacismo. 

Cooperativa y colaborativa, frente la exclusión y la segregación por identidad o lengua. 

Bilingüe, babélica, frente a la inmersión lingüística y el monolingüismo de TV3 y los medios de comunicación de la Generalitat y los subvencionados por ésta.

Si en 2017 decía que el ilegal referéndum del 1 de octubre dejaría tres heridas (en la libertad, en la igualdad y en la fraternidad), hoy solo puedo confirmar que seguimos desangrándonos. Sigue sin haber ese proyecto ambicioso desde la izquierda para toda España. No habrá cambios en Cataluña, y por tanto en España, mientras no haya una izquierda fuerte, comprometida con la igualdad y que se posicione claramente contra el nacionalismo.

Recordad, no admitamos un lavado de cara del catalanismo. Nada puede ser igual a antes del 2012.

¡No a la hegemonía nacionalista!

Adenda:

La aparición de Más País demuestra, ya solo en su nombre, el complejo de culpa impropia de la izquierda al que siempre aludo. ¿Por qué no Más España? Se puede llamar Más Madrid, Más Región de Murcia, Más Cataluña –perdón, Més Catalunya, ya lo verán–, pero ¿España? España da miedo… ¿No, Errejón?

Es evidente que su función será intentar captar el abstencionismo que el sainete ofrecido por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias provocará. 

Es vergonzoso ver los chalaneos que, a cuenta de los votos de los españoles, se montan: “se presentarán donde no resten”, dicen, sin explicar que el sistema es tramposo, sin decir a las gentes que hacen estrategias según el valor de su voto.

¿Qué programa? El mismo de Pablo pero pactando… ¿No?

Y, sobre Cataluña, ¿seguiremos con lo del derecho a decidir? O eso, o nos lo endulzarás con un significante vacío, de esos que tanto te gustan y que no quieren decir nada pero contentan a todos. 

Mal lo tenemos en España con esta situación endiablada, con unos políticos tan mediocres y mezquinos, con sistema electoral tramposo y que no ayuda a encauzar los problemas… Malos tiempos para la lírica.

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