Abracé a cientos de niños asustados
famélicos o esclavos, o todo a la vez
los acurruqué en mi pecho,
para dales tranquilidad
comida y alas.
Mientras con la otra mano
empuñaba una 45
por si los malos se acercaban.
Niñas despavoridas se agarraban
a mis brazos para que las sacara
del infierno,
Como un Dante cualquiera sin barca
y sí con un cuatro por cuatro.
Violadas, drogadas, torturadas, prostituidas.
Algunas mutiladas
dormían a mi lado y yo las consolaba
con paños de agua tibia en la frente
ellas lloraban en silencio
con la fiebre de la infibulación maldita
de la maldita ablación.
Mis manos las ponían antibióticos
y algún morfinoide, hasta que llegaran los médicos.
Yo las confortaba con mi mano en su mano
con mi mano en su cara
hasta que se dormían.
Con mis brazos sacábamos niños de las minas
y los metíamos en los vehículos
brazos fuertes, que sacaban esclavos
brazos fuertes que empuñaban fusiles
y también ayudaban a parir,
Manos con dedos que escupían
ráfagas de muerte a los malos.
Manos que ayudaban a sanar heridas y miedos
¿Dónde están esos brazos?
¿Dónde están esas manos?
¿Dónde está ese guerrillero?
Me miro al espejo y sólo encuentro
a un viejo de manos temblorosas de dolores.
Sólo veo unos ojos tristes que se les olvido de reír.
¿Quién es ese que tengo enfrente?
¿Dónde está el partisano fajador?
¿Dónde están mis manos?
¿Dónde están mis brazos?
¿Dónde estoy yo?
Voy con pasos torpes hasta una silla
tan artrósica como yo,
Que las crujen los huesos como a mi
cuando me dejo caer agarrándome a la mesa.
Miro y miro mis manos
Llenas de surcos
Llenas de heridas
Llenas de cicatrices
Deformes y tristes.
¡Ya no salvan vidas!
¡Ya apenas tiene vida!
Temblorosas, intentan recordar alguna caricia
Pero sólo recuerdan trozos de niños
que poníamos en bolsas mortuorias.
Mis dedos que han cerrado los ojos
de tantos niños y niñas muertos,
que los cerraba, para que durmieran en paz
y también para que no vieran
la muerte de los suyos
y su propia muerte.
También para que esos ojos ya muertos
no me mirasen acusándome de llegar tarde.
Ojos delatores de niño muerto
¿Dónde están mis manos?
¿Dónde están mis dedos?
¿Dónde están mis brazos?
¿Dónde están mis piernas?
Torpe, tomo el bastón y me voy
lejos de ese espejo maldito.
Me iré a sentar a la silla artrósica
donde me sentaré
a recordar mis dedos, mis manos
y de seguro lloraré.
Qué grade eres amigo Antolín. Has hecho, más de lo que has podido. Sigues en la lucha, de otra forma, pero también, muy eficaz. Hay que aceptar, lo que la vida, nos va dando. Ahora, cuídate, para con tu palabra, seguir creando conciencia.
SyR. ❤️✊💜😘