¡DISPUESTO A DESILUSIONARTE Y AUN ASÍ CONTINUAR!

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Antonio Escohotado es un filósofo, ensayista y profesor universitario que me parece aporta una serie de ideas tan sencillas como acertadas. Una de esas ideas ha inspirado este artículo: ¿qué nos ocurre cuando nos interesamos por cualquier rama del conocimiento y vemos que lo que estamos aprendiendo choca de lleno con el pequeño conocimiento que nosotros teníamos de ese tema en concreto?
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Desilusionarse Vs continuar

Con el conocimiento en general, sobre todo en aquel que preconcebimos, hemos de ser cautos y partir de la premisa de que, posiblemente, nos desilusionemos al indagar en profundidad en aquello que, supuestamente, tenemos un mayor dominio. Por eso hemos de estar preparados para asumir lo que ignoramos, y darnos cuenta de que la verdad es muy distinta a lo que creíamos. Incluso muy distinto a lo que habíamos porfiado que era cierto.

Escohotado también destaca que en el largo camino del conocimiento, uno se encuentra con épocas y situaciones realmente duras. En estos periodos, todo parece zozobrar y todo te indica que abandones. Por el contrario, y menos mal, también hay otras épocas más dulces y fáciles que ayudan a restablecer la calma y animan a continuar. Aquí radica la comprensión del esfuerzo por alcanzar el conocimiento.

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Ceguera Vs luz

Otro punto, igual de importante, es reconocer ante nosotros mismos, o incluso ante los demás, el haber errado. Esto es fundamental, tanto como que el conocimiento suela alcanzarse con los años y la experiencia. No se conoce ni se interactúa con el mundo de la misma manera cuando se tienen veinte años que con sesenta. Por eso, en el proceso de maduración, darse cuenta de los errores, es muy importante. E incluso, más que el hecho de aprender, está el despertar a la realidad de las cosas y abrirnos a lo que nos rodea.

Por un lado, tenemos la idea, la oportunidad o la necesidad de salir de la oscuridad, de la cueva o de la ignorancia. Por otro lado, tenemos miedo a lo desconocido, a los cambios o simplemente a salir de nuestra zona de confort. Y esto entra dentro de lo normal.

Veamos los pasos desde una situación previa no deseable, hasta una segunda más agradable, en las que se han adquirido conocimientos necesarios. Es necesaria la reflexión para ver los fantasmas de dentro, que son los que nos hacen desgraciados:

Si tratamos de profundizar algo más, surge una pregunta: ¿estaríamos dispuestos a pasar por un sacrificio, por ese esfuerzo?  Muchas personas dirían probablemente que sí, que no hay problema. Pero ¿seríamos sinceros si la culpa de un problema fuera nuestra? Esto es más difícil de ver y reconocer.

Nos decimos demasiadas veces ¡Maldita sea! ¿Cómo me he vuelto a equivocar? ¿Cómo me vuelvo a meter en esta calle por la que normalmente no pasa nadie, pero que en los atascos es la primera que se satura? ¿Cómo me retraso con este informe mensual si todos los meses tengo que entregarlo el mismo día? ¿Cómo discuto con esta persona si siempre me apabulla y acabo dolido? Acaso, ¿no puedo preparar otros argumentos, cambiar de horario o hacer algo distinto, lo que sea, para probar si algo cambia?

Podemos plantear la idea de dejar todo a un lado: si me equivoco, me equivoco; si fallo, fallo. Es normal. Cometer errores es propio de los seres humanos. Pero, ¿cuántas veces podemos cometer los mismos errores? ¿Hasta cuándo podremos soportar nuestra voz interior golpeándonos con las frases: «pero, ¿qué se me escapa?», «¡menudo desastre!», «¿dónde está el fallo?».

Humildad y vuelta al comienzo, a repasar los principios, revisar los conceptos, empezar por el prólogo, ir a las raíces, plantearnos todo desde cero y sospechar de uno mismo. Sin querer nos boicoteamos y autoengañamos. Si partimos desde ahí, podemos ir construyendo todo de nuevo hasta terminar. Una vez que todo encaja, puede ser que no nos guste el resultado, pero puede que hayamos aprendido algo que nos permita hacer las cosas de otra manera la próxima vez.

Una vez que han reposado los conocimientos todo se ve desde un punto algo más alejado y con mejor perspectiva. Si nuestra obra no es como la habíamos planeado, o incluso no nos sintamos especialmente orgullosos de ella, estara hecha, completa y en su justa medida debida a nuestro esfuerzo, dedicación y apertura de mente. Le habremos dado luz a la verdad. Esto es lo que cuenta.

 

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