Desde aquí se pueden ver puntos voladores en el cielo.
Todos habláis de trenes que van y vienen, trenes que se pierden, que se van, trenes que veis pasar.
Yo veo aviones a diario. Pasan cerca de las estrellas de las que tanto escribís, de la lejanía inalcanzable, de lo insuperable.
Aquí no hay pasillo ni puertas de emergencia. Tampoco cinturones.
Desde aquí pilotamos el cohete hacia la luna con un golpe fuerte y seco de nariz. Desde aquí hay un salto seguro a pintar el mejor cuadro borgoñés sobre el áspero asfalto empapado de colillas de Madrid. Acariciad el vagón. La caída no será la misma.
Los trenes se cogen, los aviones se doman.