DEL PODER, LA POLÍTICA Y LAS CAMPAÑAS ELECTORALES

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La percepción nos informa a través de los sentidos de todo aquello que nos rodea y nos proporciona la posibilidad de interpretar la realidad. En el momento en que cada uno puede interpretar de una manera distinta esa realidad, en ese momento entramos en el terreno de lo subjetivo, en el terreno de las emociones y nos alejamos de lo objetivo, de lo racional y obviamos la reflexión como método de análisis. Podríamos decir que la percepción es como hacerle trampas al intelecto, conformarnos con aquello con lo que emocionalmente más nos identificamos, desvirtuando lo obvio.

 

En un escenario donde anidan todos los pecados capitales y por encima de todos ellos la soberbia, el poder es el gran maestro de ceremonias Y no hay mejor escenario para mostrar sus habilidades que las campañas electorales. En ese circo mediático cada candidato se siente el preferido, el que más se merece el favor de los ciudadanos, el que por méritos propios debe llegar a coronarse y obvian la percepción del pueblo, el cómo percibe el ciudadano ese afán, y entre su realidad y la realidad de los ciudadanos se abre una brecha a la que ninguna estrategia electoral es capaz de poner solución y que ninguna encuesta es capaz de medir.

Es cierto que el poder corrompe los sentimientos, corrompe el intelecto cuando se manipula la veracidad de los hechos, corrompe a la democracia misma, cuando se antepone el yo a lo colectivo, tan solo la política como ciencia es el antídoto a esa corrupcion y lo que hace que la política se ajuste al Estado de Derecho y no al poder. Según expone Bolivar Meza, en un ensayo publicado en la Revista de la Facultad de Derecho de México (UNAM) “La preocupación fundamental por la verdad, por el conocimiento que pueda ser verificado y por las políticas que funcionen, es 1o que convierte a la política en una ciencia y a quienes la practican en politólogos, y es asi que la política como ciencia se nutre de la democracia y no de los totalitarismos”.

Por eso las campañas electorales contradicen está opinion, convirtiendo la política en u conflicto de intereses dónde las opiniones, la propaganda, el poder y las presiones mediáticas corrompen la veracidad, enmarcando las soluciones propuestas en el terreno de lo subjetivo, de los sentimientos, porque esa estrategia reduce la capacidad de los ciudadanos para reflexionar, siendo el resultado final que lo que se le está pidiendo a los ciudadanos no es que voten políticas, sino que voten esferas de poder. La política no puede prescindir de la verdad, el poder sí.

Es cierto que las campañas electorales permiten al ciudadano interactuar no con la política, sino con la clase política y esto en cierto modo contribuye a legitimar el sistema,  contribuyendo a una movilización democrática que tiene su última expresión en el libre ejercicio de votar.

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