DE PURO CANSANCIO

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Querido diario,

Ha pasado todo un curso y llega el mes de julio. El cansancio me ha dejado anonadada, me ha vencido.  Apenas respiro: como si me olvidara de que soy un ser vivo. 

Fuente istockphoto

Yo sé que si inhalo por la nariz (y no por la boca) mi vida se profundiza; se diría que  la inspiración es una metáfora de plenitud y larga vida, dando tiempo a las cosas importantes: a la amistad y al amor cuando se manifiestan y anuncian en verano. Observo de nuevo que apenas respiro: “inhalar, exhalar”, inhalar, exhalar, recuerdo.

De pequeños nos llevaron al colegio y nos enseñaron que ya siempre más mediríamos el tiempo, los tempos, en función del curso académico y sus tareas organizadas y las vacaciones de verano. Desde entonces, los meses de junio y julio  se hacen cuesta arriba, de puro cansancio. El reloj suena y aprieta en distintas expresiones “no tengo tiempo”, “tengo que aprovechar el tiempo”, que pierdo el tiempo, que se me escapa la vida, y que cumplas muchos más…Insistimos obsesivos, casi taquicárdicos, en cumplir plazos, llegar a tiempo, una buena dosis de impaciencia, objetivos y protocolos mecanizados, y gestos de exoneración de la responsabilidad. .

Acabado el curso estamos agotados. Estamos atrapados por el dios griego “Chronos”, preocupados permanentemente por el paso del tiempo, pero no pensamos que el dios  Kairos, a diferencia de Cronos, no se preocupa por el tiempo lineal y medido, sino por los momentos oportunos y significativos de la vida. El nombre Kairos viene del griego “kairós”, que significa “momento adecuado” u  “oportunidad”, que asocio a la atención plena, a la presencia y el fluir de la vida en sinergias y sincronías que crean escenas e imbricaciones asombrosas a nuestro paso: magia.

Mientras escribo trato de respirar a lo ancho y lo largo: inhalar, exhalar, inhalar, exhalar. De hecho, no estoy escribiendo, pues hoy, de puro cansancio, me he topado con el dictáfono, con esa función mágica de Google que convierte mi ensoñación en texto. Así, materializar en palabras para que otros puedan leerme se me hace un tanto más fácil.

Y lo mejor del caso es que este dictáfono avanzado anda un poco sordo y pone una palabra por otra a cada paso, con tanta gracia, que tengo la tentación de dejar que los lapsus freudianos de su inconsciente dejen huella y hagan mella en mí, en nosotros .

Así mi querido diario devino creído diario. Creído y descreído, creído de arrogante, lo cierto es que   andar escanciando palabras  en los oídos de otros no deja de ser un regalo, un premio de final de curso. Y el cansancio con el juego se evapora por momentos.

Por otra parte, aunque hoy no tengo mucho que decir, las palabras me acompañan y dejo que fluyan como si fueran a llevarme de la mano a un lugar nuevo, incluso extraño y pintoresco. Aunque no me mueva de casa, aunque escriba en pijama, algo harán las palabras por llevarme de viaje.

Ya me siento más aliviada: una brisa suave me anuncia que la playa está cerca. Suenan las ramas de los chopos y despierto en verano.

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