Viernes, 8 de noviembre de 2019
Llevo unos cuantos días oyendo hablar de un debate que al parecer se ha celebrado en televisión y cuyos debatientes eran cinco de los candidatos en las próximas elecciones. Me parece que me lo he perdido.
En realidad no es que me lo haya perdido, es que me han engañado. El pasado día tres, perfectamente pertrechado para evitar el sueño que habitualmente me producen los debatientes y su, exhibido repetidamente, encefalograma plano, tomé posesión del sillón a la hora anunciada, conecté el canal acordado y asistí a un espectáculo televisivo.
Está claro que equivoqué la cadena, Antena 3, o la hora, las 22:00, o ambas cosas, y en vez de un debate me tragué un mitin a cinco absolutamente infumable. Ni un contraste de ideas, ni una discrepancia razonada, ni el más mínimo respeto hacia los votantes, como no fueran los de su partido.
Un horror. Un disparate. Una tomadura de pelo solo admisible desde la soberbia de saber que pase lo que pase alguno de ellos será el futuro presidente de un país castigado por una clase política que solo consigue el aprobado en la soberbia actitud de ignorar a los votantes. Un esperpento.
¿Y el debate? Pues eso me pregunto yo, eso llevo buscando desde hace unos días en internet, en los periódicos. Sí, hay noticias que hablan de un ganador, y todo. Así que debió de haber debate, pero yo solo encuentro referencias al infumable espacio de propaganda ideológica que yo presencié. Del debate ni rastro.
Lo más divertido del tema fue cunado en el espacio posterior al mitin, un supuesto analista deba como vencedor rotundo al Sr. Sánchez, que había estado muy en jefe del gobierno. ¡Tamaña desfachatez!
Para mí los mítines más interesantes, más a los suyo, menos embarrados y embarrantes, fueron los de Podemos y VOX, seguidos, ya a distancia, por el representante del PP y absolutamente lamentables, desubicados, inoportunos, incapaces, los del PSOE y Ciudadanos.
La inteligencia y el dominio del medio de Pablo Iglesias, no los vamos a descubrir ahora. Como buen boxeador siempre encuentra la guardia baja del contrario, siempre saca los temas que los demás han ignorado y que son de preocupación popular, siempre sorprende saliéndose de las trilladas vías que recorren los demás. Y lo hace con el énfasis y la convicción que todo populista sabe usar cuando tiene público. Para mí un 8 sobre diez, que promediando con el 0 de fiabilidad ideológica de las soluciones pretendidas no da para aprobar.
Abascal, serio, circunspecto, sin entrar en provocaciones, fue colocando sus mensajes, tan populistas como los de PODEMOS, sin inmutarse y sabiendo perfectamente donde le duele a la gente de a pie, donde están sus verdaderas preocupaciones, sus miedos y carencias cotidianas. Un poco excedido en los mensajes negativos que permiten ver por la costura el esqueleto radical y absolutista, involucionista, que lo sustenta, pero podríamos repetir la operación matemática y evaluativa hecha con Pablo Iglesias.
Casado. Distendido, seguro de sí mismo, sin errores propios ni salidas de pata de banco tan practicadas en las elecciones anteriores. No estuvo brillante, lo de la naturaleza y Salamanca, pero sí positivo, didáctico, y muy pescador en caladero ajeno. Le faltan tablas, le falta un poco de carisma, y tiene imagen y ganas de agradar de sobra, el puesto le va en ello. No le daría más de un siete y en este caso la ideología no se exhibió con lo que no hay nada que promediar. Como los saltadores que van al límite derribó el listón con el talón del último pié.
Sánchez estuvo en Sánchez. Soberbio, displicente, sobrado, ausente, lleno de gestos de conmiseración hacia los demás, ensimismado en sus papeles, ignorando las intervenciones ajenas, torpe de palabra, espeso de conceptos, confundiendo permanentemente su figura como candidato y como presidente de gobierno en funciones, repitió en varias ocasiones lo que iba a hacer después de las elecciones en vez de hablar de lo que haría si era elegido. A Pedro Sánchez, y así lo hizo ver durante todo el infumable programa, le sobran las elecciones, él va a ser el próximo presidente del gobierno por mandato divino, y por belleza personal, y lo sabe, y si se avino a prestar su presencia fue solo para que nosotros supiéramos que lo sabe. Un 1 porque un menos 1 al cuadrado es lo que resulta.
Y finalmente Rivera. Previsible, exaltado, incómodo, incomodando, lleno de tics y sin sitio. Alguien en su equipo ha pillado la linde de los objetos e informes a enseñar y ya se sabe que cuando la linde acaba, alguno que otro sigue. Seguramente sus mensajes eran comprables, o lo serían si hubieran sido inteligibles, limpios, expresados en intención positiva y no en pasado ajeno negativo. Quiso pegarse con todos y de todos recibió sin llegar a conectar ni un solo golpe claro que le diera puntos. Un horror. Y encima, ¡por dios que alguien se lo diga de una vez! ese histérico y enervante latiguillo de “No se ponga usted nervioso” que lo único que logra es granjearle las antipatías de los que escuchamos. El señor Rivera es como los malos actores, que una vez les sale un papel apañadito y ya lo repiten toda su vida, aunque el personaje no lo soporte.
En fin que yo debate no vi ninguno, y si se me permite el chiste fácil, ya que el horario coincide, si antes se oraban maitines ahora se soportan “mitines”, sí con acento en la segunda i para que rime. Si ellos son tan malos yo no tengo por qué ser mejor. Lo de los laudes, si eso, ya lo dejo para otra ocasión.
Si, se nota tu mega soberbia, al parecer tu eres la Purísima Concepcion.
Ya te lo dije Andrés en tu limitado comentario al anterior artículo de este mismo autor. Cómo podéis hablar los de PODEMOS de soberbia…. pero os habéis mirado alguna vez…
Querído Andrés, lo de querido va por educación, cuando hagas comentarios hazlos un poco más fundados y sino es mejor que te calles, porque quien dice bobas y demuestra soberbia eres tú… háztelo mirar… Además, si tan valiente eres, haz un artículo fundado y mándaselo al director de plazabierta.com, que seguro que te lo publica al igual que hace con tus iluminados comentarios. Así que parece que aquí a nadie se coarta la libertad de expresión, pero con fundamento, como dice Arguiñalo.. SYR.