Cuando se cae el mundo,
tú apareces,
acurrucando rimas
en mi pelo;
y de todas las cosas
que yo olvido,
con ellas,
hermosa creas
luciérnagas de trapo,
los bocetos perdidos
del invierno
y una tarde,
que resbaló de amor
y lunes en tu cuerpo.
En las noches de negro
escarabajo,
tú llegas,
haciendo de la luz,
tierra infinita,
amaneciendo besos
en la acera.
Y de cada farola,
se cuelgan los “TE QUIERO”
de luz de mandarina
y las esquinas,
se cubren de claveles
y de lirios,
de tiempo regalado
entre tus brazos.
Cuando te vas,
en un loco vacío de universos,
me sorprendo robando
Aldebaranes,
Casiopeas,
anillos de Saturno y
cien cometas,
desafiando a Dios
con la mirada,
escribiendo en los muros,
mi plegaria:
“Haz que vuelva,
te ruego,
que no puedo morir
si ella me falta,
que se acortan los días,
sin su risa,
y el color se ha escondido
en una caja.
Haz que vuelva,
te ruego,
que se mueren los versos,
sin su musa,
haz que vuelva,
LA ESPERO.”