“La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo”… Puede que sea solo una mala frase -con pretensiones filosóficas- para dar ínfulas a una obra que (para muchos, hoy) no es más que un puñetero tiburón en una pecera. Pero pocas imágenes han conseguido ser tan icónicas y definir mejor a nuestra sociedad. El sistema capitalista, ese que nos devora, parasita, explota y consume nuestras vidas está regido por el símbolo de los tiburones de Wall Street. Nos matan, llevan mucho tiempo haciéndolo.



«Voy a morir y quiero vivir para siempre. No puedo escapar del hecho y no puedo dejar de lado el deseo»[1]
Todos conocemos la metáfora -¿o no lo es?- para definir a ese tipo de personas, de ganadores, de profesionales. Pero no nos equivoquemos, son un modelo admirado, el triunfador, el que lo consigue todo. Son sociópatas sin ninguna empatía que generan el embelesamiento de hombres y mujeres (no nos engañemos, aquí no hay cuestión de género, son seres que quieren dominar su ecosistema). Son el modelo victorioso de una sociedad que los ejemplifica.
Y no, no me estoy refiriendo a Damien Hirst,[2] un artista al que se le niega, incluso, que lo sea. Un hombre que para la crítica actual se ha convertido en una especie de antiartista (así como su homónimo de la película La Profecía -The Omen, 1976- era la encarnación del Anticristo).
¿Acaso puede un superdepredador tener otra cosa en sus sentidos que no sea la muerte de otros seres vivos? ¿Significa eso que son incapaces de sentir, de entender lo que hacen? ¿A cuantos escualos conocéis?. En la política, en vuestro entorno laboral, entre los familiares y amigos. Son una especie con mucho éxito, y sus estrategias de vida se contagian… como un virus.
No tengáis miedo. La bestia (que pertenece a una inacabable serie denominada “Historia Natural”) está dentro de una vitrina, como si formase parte de la colección de un museo de ciencias o de un zoo… de animales muertos conservados en formaldehído. También podría estar en una probeta, en un enorme laboratorio -¡sellado!-, para la investigación y mejora de especímenes.
¿Mejora? El tiburón tigre es un asesinotremendamente eficaz. Y lleva mucho tiempo aquí (millones de años), como preservado por la marca de Caín, ese paradigma de la envidia homicida, fugitivo y fundador de ciudades.



Ya se que mis palabras pueden puede parecer un desvarío, un disparate, una aberración escolástica… así que podéis tirar este texto al mar (con un clic es fácil) como si de un Jonás cualquiera se tratase. Si decidís seguir leyendo, encontrareis obras que tratan de la moral y la fe (¿en la ciencia?), de la riqueza y la estética, del fanatismo, de la medicina… de la belleza y de su opuesto –sea lo que sea-, de punk y de Guy Debord (de la sociedad como espectáculo, de este como mercancía, de esta como deidad)… y de religiosidad.
En realidad de las ideas y creencias que conforman el sustrato habitual de la experiencia humana, ya que estos son los temas que modelan la mayoría de las pinturas, esculturas e instalaciones del que ha sido denominado por Michael Bracewell como “uno de los grandes artistas religiosos de la época moderna”….[3]
No voy a hablar de sexo (aunque sí de ángeles), ni de ballenas (pero encontrareis esculturas tan grandes como ese cetáceo). Habrá vacas y moscas, mariposas y cerdos, becerros y corderos…¿Arte? Muchos dirán que no es. ¿Dios? Otros tantos que no existe… En definitiva violencia explícita y puro espectáculo. Las materias con las que se dispone la vida y la muerte… De eso sabe mucho la prensa.
Pero vayamos al principio de la trayectoria de Hirst… o como declaró el artista Lucian Freud[4] sobre “A Thousand Years”, (una de las primeras piezas expuestas por un joven de provincias de clase social tirando a baja) quizás este había “comenzado con el acto final”.
En “Mil años”, dos cajas transparentes, dos cubos de vidrio, enmarcados en negro como si fuesen dibujos o estructuras de Sol LeWitt se comunican con los orificios en el vidrio que divide las estancias. En una, moscas surgen de larvas procedentes de una caja, de un dado (¿la suerte, la fortuna?). En la otra, la cabeza de una vaca se descompone y alimenta a los insectos. Sobre ella cuelga un Insect-O-Cutor, ese aparato especialmente diseñado para acabar con todo tipo de dípteros. En el suelo se acumulan los fluidos procedentes de la testa cortada y los cientos de cadáveres (a la parrilla) de los bichos molestos. Sepulcros de vidrio, su material favorito.



El ciclo de la vida mostrado con el máximo realismo en un entorno cultural aséptico: las salas de exposiciones que parecen replicar el lenguaje artístico del minimal… o de un centro sanitario. Pero no es un ciclo natural, la muerte es producida por una máquina, por la ciencia y la tecnología omnipresente (sí, también en restaurantes vegetarianos y veganos).
La visualización de esta obra (realizada con dinero prestado por amigos) provocó que Francis Bacon escribiese con admiración sobre ella, en una carta remitida a un amigo tan solo un mes antes de su muerte en 1992.[5] Pero se trataba de una opinión minoritaria. Por ejemplo, para el que fuera uno de los críticos más conocidos del mundo, Robert Hugues, Hirst no era más que un pirata[6],… pero claro sobre la obra de Francis Bacon afirmó que no era más que “papel para atrapar moscas”.
God! ¡Eso no podía ser escultura. Esto no puede ser arte!. Si acaso una tentativa de profanación,… Pero siempre hay una historia oculta detrás de cada intención para hacer algo en la vida. Puede que preservar animales muertos en formaldehído en un contenedor,… que criar moscas alimentándolas con una cabeza de vaca para matarlas con una parrilla eléctrica, no sea más que un intento de llamar la atención de un chaval que era demasiado joven cuando surgió el rabiosopunk… así que se convirtió en “un artista punk”.[7]



Un movimiento que lejos de ser “una generación espontánea” recoge los vientos -en las escuelas de arte de donde procederán los nuevos sembradores del caos musical y plástico- que alentaron el chirriante dadá, y la revolucionaria Internacional Situacionista[8] de Guy Debord:
«La grandeza del arte no comienza a aparecer hasta el crepúsculo de la vida.»[9]
De manera que “Dios” es la abreviatura de una de las canciones del álbum ‘Never Mind the Bollocks’ (1977) de Sex Pistols. ‘God… Save the Queen’. Se trata de una serie de ‘botiquines’, de ‘gabinetes’ (tantos como canciones tiene el disco), de ‘estantes’ llenos de medicinas que había empezado a exponer en su segundo año de estudiante en la Goldsmiths. Al principio había cierto orden en los paquetes relacionado con las partes del organismo al que estaban destinados. La mayoría eran embalajes ya usados por su abuela. Luego solo importaba el color, ¿total su uso es una cuestión de fe, no? Vida y muerte, siempre, la medicina y el mito de sus posibilidades reales… ¡Substituyamos reales por temporales!… aunque la gente quiera creer otra cosa.
«Solo puedes curar a las personas durante un tiempo y luego van a morir de todos modos. No se puede detener la descomposición, pero estos botiquines sugieren que sí puede.»[10]
“In and Out of Love (White Paintings and Live Butterflies)” nos lleva, de nuevo, de la cuna a la tumba. En una húmeda estancia, maravillosas mariposas emergen de capullos. Crisálidas que acabarán alcanzando el esplendor para complementar monocromos lienzos blancos con su éxtasis cromático. Flores y agua azucarada permitirán que se alimenten, que se apareen, que pongan huevos que perpetúen el ciclo antes de morir… algunas posadas en sepulcros de tela. El idealismo del amor,… el realismo de la vida. No como opuestos, sino como complementarios. Porque las mariposas seguirán siendo hermosas, incluso después de muertas.



“Farmacia”, una obra de 1992, cuestiona las distinciones entre arte y vida. Es una de las premisas de las vanguardias históricas, del por momentos acabado y en otros eterno proyecto de la modernidad. El programa moderno traslada la fe de la religión a la ciencia, al ámbito del conocimiento. Y es aquí, en un espacio de una galería con paredes completamente cubiertas con estantes llenos de cajas de medicinas (vacíos) donde empezamos a preguntarnos por el sentido de nuestra incuestionable confianza, de nuestra esperanza y certeza en la salvación por la ciencia.
¿No serán vistas, nuestras sagradas farmacias actuales, en unos siglos –tal vez unas décadas- tal y como vemos hoy aquellos boticarios –casi alquimistas- de antaño? ¿No se antojarán todos estos remedios ultimísimos como superstición al servicio de un enorme negocio?
Sumergidos en la pandemia del siglo ya nadie recuerda que el VIH sigue matando cada año unas 800.000 personas. Y hay otras, como la tuberculosis, que arrasó este país con el silencio de los medios en la década de los 80. Cuarenta años después sigue sin desarrollarse la vacuna contra el sida… pero cada día decenas de expertos opinan sobre la fecha en que tendremos una contra el coronavirus…
En la obra de Hirst, cuatro bonitas botellas (representando tierra, aire, fuego y agua) parecen mirar al aparato que espera pacientemente para abrasar al insecto… que acudirán, por supuesto, ya que el cebo en forma de cuencos con miel espera sentado estoicamente en una banqueta. Por si no lo sabes ¡nosotros somos las moscas!



«No puedo entender por qué la mayoría de la gente cree en la medicina y no cree en el arte, sin preguntar siquiera»[11]
“Still, Instrument Cabinets”, de 1994, es una de las primeras piezas en las que el diseño de la tecnología médica se erige como protagonista en detrimento del diseño químico. Totalmente inspirada en la película de David Cronenberg “Dead Ringers” (1988), encontramos un aparador de acero inoxidable en perfecta sintoníacon las atractivas (y terroríficas) herramientas. Perfectamente alineados cumplen con cualquier exigencia, con cualquier standard de calidad en sus materiales, diseños, ¿funcionalidad? Suponemos que sí… pero ¿quién sabe realmente para que sirven? ¿Y si, al igual que en la película, un desequilibrado los ha concebido para cumplir con un macabro cometido? Nuevamente la fe en la tecnología, en la industria.



Asisto, debo confesar que asustado, cada día, a proclamas que pretenden abocarnos sin restricciones en los brazos de la ciencia. ¿Acaso no es una mera herramienta? ¿No es la ciencia la que está consiguiendo que acabemos con este planeta en un plazo de tiempo inconcebiblemente corto? ¿Ya no recordamos las palabras de Robert Oppenheimer, director del proyecto Manhattan, el 16 de julio de 1945, después de la explosión de la primera bomba de plutonio en el desierto de Nuevo México: “Ahora me he convertido en La Muerte, Destructora de Mundos.”[12] Al parecer, Kenneth Bainbridge, director adjunto del proyecto Manhattan, respondió: “Ahora somos unos hijos de puta”.[13]
Damien Hirst comenzó con las Spot Paintings alrededor de 1988, directamente sobre la pared. Un par de años más tarde, los puntos, los lunares, las manchas de color pasaron a ser una serie interminable de lienzos, de distintos formatos y tamaños… A diferencia de Miguel Ángel, que nunca quiso ser pintor (y se negaba una y otra a serlo) estamos ante un pintor que querría… pero siente pánico, vértigo, ante este hecho creativo. Es una geometría que se extiende sobre un fondo blanco, de manera infinita, y como vista por un microscopio… o un pixelado cromático. Bolas de billar, células, semáforos, cualquier forma concebible en nuestra imaginación reviste esta abstracción geométrica. Pero nombrar crea, al nominar las cosas le conferimos una existencia añadida a su propia materialidad.
Hirst encontró un catálogo de una empresa farmacéutica, ‘Biochemicals for Research and Diagnostic Reagents’ de Sigma Chemical Company, y decidió titular a sus trabajos siguiendo el orden alfabético de estos productos. ¿Una decisión bastante arbitraria?…, a primera vista… una colección infinita de pastillas.



La abstracción gestual de las Spins Paintings supone su otra firma pictórica. En realidad nos vamos a la infancia, a la feria. Todos recordamos esas máquinas que vertían de manera automática pigmentos en una superficie rotatoria (un cartón, o una pequeña plancha metálica). Y Hirst hace lo mismo, para conseguir esa espontaneidad tan opuesta a la rigidez de la marcada y rigurosa geometría. Tal es así que no hay un arriba o un abajo, ni derecha ni izquierda. La obra se mueve (literalmente), no para buscar un efecto cinético, sino para dotar a las piezas de la misma aleatoriedad con la que –aparentemente- nos desenvolvemos los seres humanos.
Pocas obras pueden eludir, como las de estas series, la trascendencia que conferimos a la gran pintura… esa que se efectúa con afanes de trascendencia dramática. Huyen del misticismo, por ejemplo, de los grandes nombres de la Escuela de Nueva York. Pero son tan reconocibles como un Rothko, un Pollock,… han pasado a vestir a mujeres y hombres (como las obras de Mondrian). Puede que no te gusten, pero ya están omnipresentes en el mainstream cultural. Puede que no las haga con sus manos, seguro que la mayoría las fabrican las personas que trabajan para él en su empresa (por cierto, se llama Science Ltd) pero… ¿acaso no tiene el taller una longeva tradición en el mundo del arte? ¿No es arte la arquitectura? ¿Qué decir del arte conceptual? Si no te gusta, no te gusta, pero no busques en la mayoría del arte, hoy, la huella física del autor. Tampoco en Warhol, del que Hirst ha aprendido muchas, demasiadas, cosas.



Como dijo John Lydon al público de San Francisco en 1978, en el que sería el último concierto de los Sex Pistols: «¿Alguna vez os habéis sentido estafados?».
“Away from the Flock”, 1994. Siempre ha sido peligroso alejarse del rebaño. Camuflarse entre la multitud es una de las formas de protección con más éxito entre los especímenes animales para protegerse de los depredadores. También el ser humano busca refugio en la manada. Confundirse con los demás… no destacar. Las madres suelen estar muy atentas a este aspecto ¿recordáis? Es imposible no hacerlo. El más mínimo atisbo de individualidad en lo formal, en lo estético o de pensamiento es rápidamente cercenado para que el tiburón (la sociedad, aquellos que la controlan y dominan, muy atentos a que nadie rompa el cerco establecido de comportamiento tenga la osadía de romperlo y dar mal ejemplo) no se fije en ti… ¡Eso no puede traerte más que consecuencia trágicas! Sin duda… pero al menos será una nefasta belleza y no una deplorable y vulgar fatalidad… que es lo que acaba siendo.
Las connotaciones religiosas son evidentes… y no, no es un cordero conservado… es un borrego muy muerto… aunque parezca enterrado en vida para siempre en un líquido conservante. Las alusiones pueden multiplicarse hasta… nuestros días… hasta hoy… que estamos preservados, en un íntimo aislamiento. Es todo lo que la ciencia puede ofrecer para salvarnos… más o menos como en la Edad Media con sus míticas pestes. Pero tranquilos, desde mañana mismo todos los gobiernos extraerán hasta la última gota de la sangre del rebaño para invertirla en investigación. A mayor gloria de los beneficios de laboratorios y farmacéuticas… y por la eterna salvación de nuestros cuerpos.



Hay cuentos que acaban bien… otros –la mayoría- no lo hacen. “Este cerdito fue al mercado, Este cerdito se quedó en casa” acaba, irremediablemente, en la máquina cortadora de la charcutería. Perfectamente seccionado, sus dos partes montadas –independientemente- en cajas móviles, van la una al encuentro de la otra en un perpetuo intento de saber que es lo mejor. Sea cual sea la decisión que toma acaba doblemente despedazado… en lo físico y en lo mental. La esquizofrenia cotidiana de la toma de decisiones para intentar escapar de un destino predeterminado. Greil Marcus[14]explica una bonita historia sobre uno de los mejores amigos de Damien Hirst: “Strummer dejó inmediatamente su grupo, que interpretaba viejos éxitos de rock, para formar los Clash: «Ayer me consideraba un tipo desagradable -diría posteriormente que contestó a sus amigos cuando le preguntaron el porqué-. Entonces vi a los Sex Pistols y me convertí en un rey.» Es una buena historia, demasiado buena para ser cierta, pero fue cierta en la música…”
Huir de lo que nos han hecho creer que somos… moscas, corderos, vacas… si, tu también, mariposa, puede que seas algo más. ¿Quieres ser el gobernante o el cerdito de tu cuento?
Este no acaba aquí… Aún falta casi un cuarto de siglo y muchísimas obras, polémicas, acusaciones de todo tipo, dinero en cantidades pornográficas, vírgenes, calaveras y diamantes…
Pero de ello me ocuparé, si os apetece, la semana que viene. Mientras tanto me quedo con las palabras de Deleuze y Guattari:[15]
« Pero los libros de filosofía y las obras de arte… Tienen en común la resistencia, la resistencia a la muerte, a la servidumbre, a lo intolerable, a la vergüenza, al presente.»
Quería hablar de arte. Quizás lo he hecho. No mucho.
* Mientras escribía sonaba una y otra vez, desesperada y obsesivamente, “Anarchy In The U.K”, The Sex Pistols, 1977.(Podéis hacer lo mismo… o no)
[1] ‘Damien Hirst & Sophie Calle’, ‘Internal Affairs’ (Jay Jopling/ICA, 1991).
[2] Damien Hirst (1965), es un artista inglés que hace escultura, pintura, instalación, grabado… Muchos afirman que solo es empresario y coleccionista.
[3] Michael Bracewell. Requiem I (Pinchuk Collection). Texts by Victor Pinchuk, Eckhard Schneider, Michael Bracewell and Q & A between Damien Hirst and Takashi Murakami. 2009.
[4] Mirta D’Argenzio, ‘Like People, Like Flies: Damien Hirst Interviewed’ in The Agony and the Ecstasy: Selected Works 1989–2004 (Naples: Electa Napoli, 2004).
[5] Alastair Sooke. ‘We’re here for a good time, not a long time’. The Telegraph, 8-1-2011 https://www.telegraph.co.uk/culture/art/art-features/8245906/Damien-Hirst-Were-here-for-a-good-time-not-a-long-time.html
[6] Robert Hughes. Dia de los Muertos. The Guardian. Sáb 13 sep 2008 https://www.theguardian.com/artanddesign/2008/sep/13/damienhirst.art
[7] «Era demasiado joven para ser un punk. Gran parte de nuestra generación se perdió el punk que realmente abrió todo de par en par; vinimos a raíz de ello. Éramos como artistas punk.» An Interview Hans Ulrich Obrist and Damien Hirst, 2007 http://www.damienhirst.com/texts/20071/feb–huo
[8] Greil Marcus. Rastros de carmín. Una historia secreta del siglo XX. EDITORIAL ANAGRAMA, S.A., 1993
[9] Guy Debord. La sociedad del espectáculo. Ed. Pre-Textos, 2000. Traducción: José Luis Pardo. Punto 188.
[10] Damien Hirst citado en ‘Life’s Like This and Then It Stops’, Adrian Dannatt (Flash Art, no. 169, 1993)
[11] Damien Hirst. Citado en I Want to Spend the Rest of My Life Everywhere, with Everyone, One to One, Always, Forever, Now. Editado por Robert Violette y publicado en 1997 por Monacelli Press and Booth-Clibborn Editions, Reeditado en formato reducido en 2006 con Other Criteria, pág. 24.
[12] http://www.atomicarchive.com/Movies/Movie8.shtml
[13] https://web.archive.org/web/20091108172836/http://www.mbe.doe.gov/me70/manhattan/trinity.htm
[14] Greil Marcus. Op. cit, pp. 47-48
[15] Gilles Deleuze – Félix Guattari. ¿Qué es la filosofía?. Ed. Anagrama, 2006.