Decir que el cinismo político esta de moda no descubro nada, aunque como siempre los hinchas de cada partido político encontraran justificación, y lo malo no es justificar lo injustificable sino comportarse como los ultras en el futbol, arremetiendo contra todo lo que pillan delante, y de eso, de cínicos tildo a los que ayer burlaron los controles fronterizos y a los que permitieron que esto sucediera, y no me refiero a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y de Cataluña, sino a los políticos que los dirigen.
Lo que ayer sucedió en la citada Comunidad Autónoma fue uno más de los vodeviles a los que estamos acostumbrados, que no resignados, motivo por el que he decidido tomármelo con humor, no porque me haga gracia, sino porque la puesta en escena del regreso a España de Puigdemont fue digna de la mejor comedia de Berlanga. Una burla al orden constitucional y a sus instituciones, no sólo del expresidente de la Generalitat sino de quien en connivencia con él no tuvo el más mínimo reparo de dejar a la altura del betún, a los servicios de inteligencia del país y a las fuerzas del orden público.
Me pregunto que dirán nuestros socios de la Unión Europea del funcionamiento del Ministerio del Interior del Gobierno de España y el Departamento de Gobernación, responsable de la política de seguridad ciudadana de la Generalitat, de la manera tan grotesca de burlar no sólo los controles fronterizos sino capaz de dar un mitin en las proximidades del parlamento de Cataluña vitoreado por sus fieles seguidores y darse de nuevo a la fuga; porque a pesar de la cuestionada Ley de Amnistía, sigue siendo responsable presuntamente de un delito de malversación de fondos públicos en la celebración del referéndum sobre la independencia de este territorio situado en el noreste de la península ibérica formado inicialmente a partir de los condados que formaban la Marca Hispánica del imperio carolingio.
Y digo, qué pensarán nuestros socios europeos, no sólo de lo facil que resulta huir de la justicia en nuestro país, sino lo peor, del cinismo al que me he referido al inicio, de cómo somos capaces de jugar al perro y al gato, evitando con ello hacer referencia al juego de guardia y ladrones, por aquello de la presunción de inocencia, disfrazando de normalidad lo ocurrido, habida cuenta el mutismo de la Moncloa y del Ministro del Interior, amén de sus homólogos en la Generalitat.
Aquí no ha pasado nada. Así es, un señor es capaz de reírse de quien lo ha amnistiado y de lo que éste representa, nos guste o no nos guste, me incluyo entre los segundos, pero así es el juego de la democracia, ajo y agua; y el precursor de la amnistía mirando hacia otro lado, sin ningún tipo de reparo y rubor. Pero ya sabemos que igual que alguien fue capaz de convertir del agua en vino por mediación divina, este último, es capaz de convertir lo blanco en negro, por este orden, con tal que no le quiten el sillón, y es que, al final, todo va de eso, de sillones, da lo mismo el partido, la derecha que la izquierda., sólo tenemos que remontarnos al gobierno de Rajoy que careciendo de mayoria absoluta, pactaba con nacionalistas vascos y catalanes, y otras formaciones minoritarias, para asegurarse los apoyos para gobernar.
Aunque, quizá tenga que retractarme de todo lo anterior y felicitar a Puigdemont por haberse convertido en uno de los mejores ilusionistas del mundo. Aparecer y desparecer por arte de magia.
Es patético, como se dice en el artículo lo mismo da unos que otros, ahora hoy el Bolaños no ha tenido verguenza echando toda la culpa a los Mossos, y los controles fronterizos qué?. Echar balones fuera es lo único que hacen en la Moncloa, para ellos los funcionarios son siempre los culpables. Tendrán caradura. Quién se traga que lo de ayer no estaba pactado entre Moncloa y Junts