CIENCIA SIN FICCIÓN: AJUSTE DE CÉLULAS

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El premio Nobel de Química de este recién pasado año ha recaído en Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, investigadoras francesa y estadounidense, respectivamente. Cinco años atrás recibieron -también en forma conjunta- el premio Princesa de Asturias de Investigación científica y técnica, “por los avances científicos que han conducido al desarrollo de una tecnología que permite modificar genes con gran precisión y sencillez en todo tipo de células, posibilitando cambios que suponen una verdadera edición del genoma”, según reza el acta del jurado del Premio. La aplicación de esta tecnología se ha extendido a múltiples sistemas biológicos, de manera que es posible activar, desactivar o corregir cualquier gen. Todo lo cual tiene repercusión tanto en agricultura y ganadería, como en biomedicina.

Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna

Es clamorosa la absoluta falta de visibilidad y de reconocimiento en todo ello al formidable científico español Francis Mojica, cuyo nombre completo es Francisco Juan Martínez Mojica. La flagrante omisión del Premio Princesa de Asturias de 2015 (correlato de la del Premio Nobel de 2020) quiso ser paliada al año siguiente con la concesión de dos premios: el ‘Jaime I’ a la Investigación básica y el de Biomedicina en ‘Fronteras del Conocimiento’; en este caso junto a las dos ya citadas galardonadas. Otro año después, desde Estados Unidos le vino un importante premio por su investigación biomédica, también compartido. Y con posterioridad ha recibido tres doctorados Honoris Causa.

Francisco Juan Martínez Mojica

Entremos en materia. Francis Mojica, profesor de la Universidad de Alicante, es un microbiólogo ilicitano que en 1993 publicó unos resultados espectaculares. Trabajando en las salinas de Santa Pola analizó unas arqueas. Se trata de unos microorganismos procariotas unicelulares (procariota supone la ausencia de núcleo celular y que el material genético no esté separado del citoplasma; se contrapone a eucariota). Mojica buscaba dar con los mecanismos que les permiten adaptarse a un medio con alta salinidad, pero dio con un resultado inesperado al descubrir que estos procariotas repetían unas peculiares secuencias de ADN.

Volcado en su estudio, propuso una posible función de tales secuencias. Acertó al describirlas como un sistema de defensa adquirido que los procariotas tienen frente a los virus. Cuando éstos los infectan (introduciéndoles su material genético) el procariota –explica Mojica- es capaz de recoger un fragmento de ese material e introducirlo en su propio genoma y hacerse así inmune de forma específica. ¿No es asombroso?

Tuvo la idea formidable de que este sistema de los procariotas de intervenir y guardar memoria podía servir de modelo a los humanos como estrategia para modificar el nuestro.

Estamos ante una técnica con la que identificar regiones de genoma susceptibles de infección por virus y bacterias o causantes del desarrollo de enfermedades, y además modificar la situación.

A estas tijeras moleculares programadas Mojica le puso nombre, a él se debe el acrónimo CRISPR (se lee crisper y lo dio en inglés: repeticiones cortas palindrómicas agrupadas y regularmente espaciadas). Palíndromo es una palabra o una frase que se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda; por ejemplo: anilina.

Con esta técnica se hace posible editar, corregir y alterar el genoma de una célula; modificar el ADN de cualquier ser vivo y reescribir su mensaje. Y hacerlo de un modo fácil, barato y con suma precisión. Permite ampliar el conocimiento de enfermedades de un modo difícil de imaginar y, así, abordar mejor su cura. Con ella se confirma asimismo la definición que Ortega dio de la ciencia: fantasía exacta.

La mitad de los seres humanos, dice el profesor Mojica, tienen mutaciones genéticas que pueden desencadenar una enfermedad, que en principio son susceptibles de terapia con CRISPR. Y este método sanador, todavía incipiente, ofrece la posibilidad de corregir errores que son responsables de esas enfermedades. ¿Cómo conseguimos información para generar anticuerpos? La técnica no es aplicable sólo en medicina (con un grado de eficacia, hay que recalcar, que aún está por ver), sino en la alimentación y en la agricultura, donde hoy ya hay garantía de éxito.

Francisco Mojica no ha trabajado en las aplicaciones de edición genética del sistema que descubrió, y se ha quedado fuera de este Nobel. Pero él fue quien halló e interpretó el singular sistema de defensa de los procariotas. Así es la vida.

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