CATALUÑA: GANÓ LA ABSTENCIÓN. PERDIÓ LA DEMOCRACIA… Y LA CLASE POLÍTICA DESPRESTIGIADA

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La mitad, poco menos, se quedó en casa, unos dirán que el miedo al Covid, otros que la “malvada España” a través del TSJC que no permitió el retraso electoral. Lo cierto es que la oferta electoral no interesó a la mitad de los catalanes.

Elección tras elección, no acaba de aparecer ese 80% de catalanes que quiere votar en un referéndum de autodeterminación. Si en 2017 se rompió el récord de participación, superando el 79%, y entonces quedó claro que la mitad de los que votaron no estaban por la labor, ahora quedó claro que la mitad de los catalanes no estamos contentos con nuestros políticos.

El “efecto Illa”, no digo yo que no haya existido pero sus resultados han sido más que limitados. Cierto que el PSC dobla su representación, pero no porque haya doblado los votos obtenidos. En puridad, ha ganado votos respecto a 2017, concretamente algo más de 46.000. Y es el único que gana votos, todos los demás pierden. Es decir que el PSC incrementa sus votos en un (7,62%) y dobla sus diputados.

Un efecto muy bien recompensado ya que cada diputado le cuesta 19.783 votos, algo más de la mitad de lo que le costaron en 2017: 35.685 votos. (Obsérvese el cuadro adjunto). El coste medio general por diputado cae en estas elecciones, devaluándolas de forma manifiesta.

Los resultados de VOX son muy remarcables, ya que, partiendo de cero, entra en el Parlamento dando el sorpasso al PP y a C’s. Ha sabido aprovechar el cabreo de un electorado harto de las políticas de gestos. En un ambiente general de apatía política crecer así es un aviso a navegantes.

Los votos de PDeCAT son herederos de la antigua JUNTSxCat, ahora dividida. La nueva JxCat pierde 568.000 votos que podríamos dejar en 500.000 si descontamos la de sus antiguos socios. Pierden la mitad de los votos y, en cambio, mantienen prácticamente los mismos diputados.

ERC no puede vanagloriarse de haber vencido, con una pérdida de votos del 35% respecto al 2017, y consigue un diputado más.

La abstención ha beneficiado al bloque independentista asignándoles una holgada mayoría, con 74 diputados.

Comúns pierde más del 40% de sus votos y C´s, el 86%

La aparente estabilidad de Comúns (ECP-PEC) no es tal ya que ha sufrido una pérdida de más del 40% de sus votos de 2017, casi 132.000 menos. El bajo coste de votos les recompensa con los mismos diputados.

El gran perdedor de estas elecciones es C’s con una pérdida de casi el 86% de los votos obtenidos en 2017 (-951.000), dejándolo en el penúltimo puesto con tan solo 6 diputados.

El PP también sufre pérdidas importantes de voto (41%), perdiendo tan solo un diputado.

La CUP aguanta bien el chaparrón y con una ligera pérdida de votos sobre el 3%, se beneficia del bajo coste electoral, doblando su representación.

PSC: gana muchos votos de C´s y pierde muchos suyos

El “efecto Illa” ha conseguido quitar muchos votos a C’s. Sin embargo, ha perdido muchos propios, a pesar de haber frenado algo el proceso. Es decir, gana muchos votos de C’s y pierde muchos propios, aunque en conjunto, hay que reconocer que es el gran beneficiado al concentrar el voto constitucionalista más activo.

La abstención ha ganado con más de un 46%, la cifra más alta de toda la serie histórica si descontamos los dos “referéndum” y las europeas.

El “soberanismo” pierde 830.000 votos

Mientras, el secesionismo cae a porcentajes parecidos a los de las autonómicas de 2006, sin llegar a un 27% del censo. Han perdido en conjunto 830.000 votos, casi un 37%.

Los 2.267.000 independentistas se han reducido a 1.437.000. Superan ligeramente el 50% del voto emitido, pero no llegan, ni sumando los votos de Comúns, al 31% de reclamantes del “derecho a decidir”. Seguimos sin ver a ese 80% que llena la boca de los Aragonès, Borrás o Colau.

La gran debacle para el “constitucionalismo”

La.gran debacle es para el no soberanismo, mal llamado constitucionalismo, que se siente abandonado y da la espalda a sus políticos. Pierde 762.000 votos, casi un 40% de los votos del 2017.

Sin desdeñar el efecto disuasorio de la pandemia del Covid19, se puede afirmar que las expectativas abiertas tras el despertar “constitucionalista” del 8 de octubre se han diluido igual que, en su día, se hizo con el movimiento ciudadano contra el terrorismo etarra tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Si aquel lejano movimiento inercial se desmontó conscientemente, este se ha diluido por la incompetencia y falta de voluntad de los, mal llamados, partidos constitucionalistas.

Al menos, hay que agradecer a Illa su voluntad de presentarse a Presidente del Govern de la Generalitat, con menos votos y con menos escaños que en su día tuvo Arrimadas. Otra cosa son los pactos, difíciles, a los que pueda llegar y su voluntad por, verdaderamente, recuperar Cataluña para la democracia o seguir usándola como moneda de cambio para mantener a Pedro Sánchez en el sillón de la Moncloa.

¡Veremos!

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