Me preguntas que opino de lo que está sucediendo en Madrid, y como opinar es gratis, voy a intentar contestarte sin que la ira acabe alterandome los pulsos.
Partamos de algunas consideraciones preliminares, que pueden facilitarnos esa complicada intención de no caer en el tono del discurso general.
Y mi primera reflexión, o consideración, y tampoco hay que ser un lumbreras para llegar a ella, es que no está sucediendo en Madrid nada que no esté sucediendo en el resto de España, y, si me apuras, en el resto del mundo. Las ideologías han decidido jugar sus bazas más radicales, las que, de lograr sus objetivos últimos, les permiten atisbar un mundo diseñado a su capricho y recortar unos derechos que les son difíciles de manejar.
La segunda es que los movimientos radicales se necesitan para subsistir. A mayor crispación, a mayor encono, más votos que justifican la radicalidad de los votantes. Sin olvidar que estas radicalidades también favorecen, y mucho a los partidos moderados.
El sistema es muy sencillo, y se retroalimenta. Eso es lo que estamos viviendo desde la época final del mandato de Aznar, en España, y desde los atentados del 11S en el mundo.
Tomemos un partido radical de derechas, y otro de signo contrario, y agitemos con ellos los peores fantasmas que los más sensibles del signo contrario pueden comprarnos. Si gana Podemos, España se rompe, la democracia se pierde, el país se empobrece, España se convierte en un país comunista. Si gana Vox, las minorías serán machacadas, los servicios públicos desmontados, la democracia erradicada, España se convierte en un país fascista.
Posiblemente algunas de esas cosas llegarían a suceder si triunfara el partido radical del signo que sea, pero, de momento, hay pocas posibilidades de que tal cosa suceda, lo más que puede suceder, insisto, de momento, es que el gobierno, del signo que sea, de la amplitud que sea, radicalice algunas de sus posturas buscando la coartada de su ala más extrema, y alimente unos fantasmas que sirvan para mejorar sus expectativas en las siguientes elecciones.
En estas cosas de la política, como en los casos policiales, para encontrar al culpable hay que buscar al que más se beneficia, que suele ser el que más grita, y el que más agita el avispero.
¿Quiénes ganan con las actitudes intransigentes, frentistas, de VOX? Los partidos pretendidamente moderados y Podemos. El Partido Popular se beneficia, por el centro, recogiendo aquellos votantes que temen una excesiva inclinación hacia una derecha radical. El PSOE moviliza a los votantes que compran el miedo al lobo fascista, pero no comulgan con las maneras de podemos, y Podemos consigue el apoyo de aquellos votantes a los que consigue radicalizar en el signo contrario con sus propuestas, a los más propensos a la ira y al populismo.
¿Quienes ganan con las actitudes provocadoras, populistas, de Podemos? Los partidos pretendidamente moderados y VOX. No voy a repetir el párrafo anterior porque el argumento es exactamente el mismo, pero cambiando siglas, nombres y consecuencias.
¿Quiénes pierden? Los ciudadanos, la democracia, el país y las libertades. Por lo de pronto pierden un centro no ideológico, no dogmático, muy conveniente para evitar las evidentes radicalizaciones en las que estamos sumidos.
¿Y la violencia? la violencia es el elemento imprescindible para provocar el miedo que ayuda a movilizar, en cualquier sentido, a los votantes más propensos a él, a los más crédulos, a los más comprometidos con la ideología, a los más fácilmente accesibles. Pero la violencia, aunque quieran vendernos lo contrario, no tiene signo, solo tiene consecuencias, y ninguna es deseable.
Yo no quiero, cuando voto, cuando intento elegir representantes y gestores, que intenten colarme en la urnas una caterva de salvapatrias de todo signo y condición que me prometen un paraíso, que en nada coincide con el mío, si tengo la mala idea de otorgarles mi voto. Yo no quiero un país atemorizado, una sociedad incapacitada, por el miedo y por el odio, para ser libre. Lo que quiero es poder elegir a unos gestores eficaces, que me ofrezcan soluciones reales a tiempos complicados, que me permitan vivir en una sociedad moderna, y cuyo mayor compromiso sea con sus semejantes más necesitados, y con los valores más socialmente aceptables. Unos gestores honorables y preparados, que me inviten a mirar hacia el futuro con optimismo.
Así, que si persistes en interesarte por mi opinión, no tendré más remedio que dártela; mi opinión es que todos aquellos por los que me preguntas, todos los protagonistas de esta abominable actualidad, todos, los buenos y los malos, los mejores y los peores, son unos mentirosos, unos inmorales, unos desahogados, cuyo único interés es la economía derivada de sus puestos de privilegio y la recompensa económica que obtienen a cambio de nuestros votos. Y no reparan en medios, en miedos y en daños, para obtenerlo. Y cuando lo logren, sean los que sean, nosotros seremos los damnificados, incluso aquellos que con su mejor voluntad colaboraron en el disparate, incluso aquellos que, con ardor y convicción, justificaron a los que creían los suyos colaborando a que el disparate fuera cada vez mayor. Incluso esos.
Estoy de acuerdo con ud en que el enfrentamiento y la crispación no soluciona los problemas de las personas, creo mas bien contribuye a que no se encuentre tal solución y es posible que de manera interesada no se hable precisamente de qué propone cada opción,
Ahora bien, olvida ud a uno de los actores, todas aquellas personas que se organizan y proponen y no se dejan intimidar o coaccionar, y no solo buscan opciones para solucionar los problemas que siendo suyos,son también de sus familias, de sus vecinos y en general del país en su conjunto e influyen en las decisiones políticas que se toman a diferentes niveles.
Por otro lado ud tampoco quiere ver, u olvida que hay mas opciones de las que tienen repesentación parlamentaria hoy por hoy, por cierto gracias a Ley d’Hont.
Apreciada lectora, no se puede en cada artículo hacer un recorrido completo por los problemas la soluciones, los miedos, los… Yo no me olvido, o procuro, de casi nadie, pero en cada artículo toca hablar de un problema, de unos actores, y de los demás en otros. Eso sí, me dice usted, que olvido o no quiero ver otras opciones que no tienen representación parlamentaria. Desgraciadamente, de momento, no son opciones, seguramente debido a la Ley, a la nefasta ley, d’Hont, aunque yo creo que más peligroso es el forofismo político imperante que una ley que simplemente pervierte la representatividad de los votantes.