Lo aviso, antes de entrar en materia, creo que es la primera vez que lo digo, pero no por ello voy a ser menos firme en mi decisión, no, no voy a hablar de la guerra, ni siquiera voy a hablar de geostrategia, o de fronteras; no, definitivamente no.
Claro, que ante este planteamiento inicial, alguien se preguntará que sobre qué guerra es sobre la que no quiero hablar, y eso, presupone algo que, para mí, es una falacia, que hay varias guerras y que no hablar de alguna de ellas no supone no hablar de ninguna.
Así que no, no tengo ni la más mínima intención de caer en la trampa de pensar que en un mundo global, interconectado, sobrecomunicado, la batalla de Ucrania no está directamente ligada a la batalla de Gaza, o a ciertas cuestiones locales que florecen por doquier.
Así que, en vez de hablar de la guerra, en vez de horrorizarnos por matanzas y contra matanzas, en vez de mirar el cuadro desde tan cerca que nos llevamos parte del óleo en la punta de la nariz, vamos a dar un paso atrás, e intentemos ver globalmente el esperpento.
Lo primero, para analizar la visión, es identificar a los personajes que componen la escena, y ver cuál es la posición real que ocupan en lo retratado:
- Potencias en disputa: China y USA.
- Potencias alineadas con China, de segundo orden ( hablando armamentísticamente): Rusia, Irán y Corea del Norte
- Potencias alineadas con USA, de segundo orden (con el mismo planteamiento): Unión Europea, Canadá, Reino Unido, Japón, Israel y Australia.
- Pasaban por allí: Gaza, Siria, Ucrania y alguno más que irá saliendo, por ejemplo, Libia o Georgia, o Bielorrusia.
- Potencias no alineadas, al menos teóricamente: India y Turquía.
- Potencias que están en la sombra (hablando económicamente), y se alinean con unos y financian a los otros: Una lista de los países del Golfo Arábigo, nos puede dar una cierta idea.
- Países con potencial para ser futuros escenarios, y/o, con escaramuzas actuales a nivel ideológico: casi todos los demás; básicamente África y Sudamérica.
Así que, Rusia ataca a Ucrania, porque Ucrania quiere alinearse con USA, a través de la Otan y de la UE. A pesar de la diferencia de potencial, y de su táctica de atacar a los civiles, sin que nadie lo condene directamente, no consigue una victoria real, lo que compromete su estatus de potencia (que favorece a China, que pasa a ser la potencia preponderante del bloque) y provoca un estancamiento que no es bueno para los intereses comerciales de los contendientes. Y, además, pierde la guerra de propaganda.
El mejor contraataque de Rusia es el inicio de las hostilidades en Gaza, lo que hace que el bloque 1 (China y adláteres), gane, era inevitable, la guerra de propaganda, y produzca una necesidad de diversificar recursos por parte del bloque 2 (USA y adláteres) que debilite sus posiciones en Ucrania; conseguido, al menos de momento.
La repuesta de Israel, excesiva, incontinente, genocida, corresponde exactamente a los planes de propaganda, no de Hamás, que son los pringados de la historia (los muertos los ponen los palestinos no militantes de Gaza), si no de los que mandan en el bloque 1. Israel, por cultura (ojo por ojo, diente por diente) y por supervivencia (un país rodeado de países cuya principal aspiración es su desaparición), era previsible que reaccionara de esta manera, con una respuesta brutal, una respuesta ciega encaminada a una resolución imposiblemente definitiva del conflicto enquistado, a la erradicación de un vecino permanentemente dispuesto a agredir, a matar, a impedir cualquier tipo de paz o de acuerdo. Y esa misma brutalidad, perfectamente previsible, pone en pie la propaganda de los muertos inocentes achacándoselos en exclusiva a Israel. A mí, puestos a contabilizar esos muertos en algún sitio, los contabilizaría doblemente: por ejecución a Israel, por intención y uso, a Hamás, a Irán, a Qatar, y, no lo olvidemos, a Rusia y China.
¿De verdad alguien puede creer que Hamás no usa a la población de Gaza para enmascararse ellos, y generar una propaganda que los haga presentarse como inocentes? ¿De verdad no sabía de sobra que esto era lo que iba a pasar, y que, por casualidad, beneficia a su visión del conflicto? ¿De verdad alguien podía pensar que una guerra de propaganda, perdida de antemano, iba a hacer que a Israel le temblara el pulso? Por favor.
No, hablar de la guerra es una inutilidad que no lleva más que a alinearse con alguno de los contendientes, de los peones, y olvidarse de los marionetistas que diseñan y alimentan el disparate, incurriendo, por ende, en la estupidez culpable de magnificar la culpabilidad sin fisuras de los que no están en el bando elegido, y justificar y minimizar las barbaridades del otro bando, de los buenos, por supuesto.
Tampoco de los conflictos locales que se engloban en la guerra híbrida, esa de tirar la piedra y esconder la mano, de la que en este país tenemos un ejemplo en plena ebullición, ya que no podemos olvidar, ni debemos, el apoyo que las estructuras rusas prestaron al independentismo catalán, tema sobre el que se ha corrido un manto de olvido y silencio que no todos aceptamos.
El mundo, la sociedad, la política como plasmación de una ideología, son conceptos ponzoñosos que solo llevan a una sociedad utilizable, a una sociedad manipulable, a una sociedad enferma, incapaz y entregada que es el caldo de cultivo, la mano de obra barata de las guerras no declaradas, de las guerras diseñadas para una disputa de poder que en nada tiene en cuenta las necesidades, los derechos, los futuros de esa sociedad inerme.ç
No, no voy a hablar de la guerra, ya hablan por mí los políticos, las corporaciones, los poderes económicos e ideológicos que pretenden un mundo a su medida.
Bueno, pues hemos acabado, ahora solo queda que cada uno de ustedes, estimados, algunos no tan estimados, seguramente, elija la distancia desde la que quieren mirar esta indigna obra, y a los que , en contra de toda prudencia, razón y conveniencia, decidan seguir mirando desde una distancia que impida tener una mirada global, y limpia, solo les deseo que el cuadro los absorba, y disfruten de su miopía.
Y eso que me contengo.