CARTAS SIN FRANQUEO (CXL)- ¿POTENCIALES O CINÉTICOS?

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Me acuerdo de mis años bachilleres, y de aquel concepto estanco de enseñanza, solo paliado por la pericia y buen hacer de los profesores. Aquellas clases de matemáticas que solo hablaban de términos matemáticos, términos que solo el tiempo, y mi permanente necesidad de rumiar lo que me rodea, me llevaron a usar para explicar mis mundos interiores, mis mundos exteriores y explicar la posibilidad de mis mundos imaginados, soñados o recordados, sin tener la constancia de que fueran vividos.

Y si eso me sucedió con las matemáticas, con el cálculo dimensional, con los límites, con las bases, con las teorías de conjuntos, con la estadística, más enfocada a descubrir mentiras ajenas que a buscar verdades propias, hablar de la física sería un no parar, una suerte de magia formulada en cada esquina, en cada instante.

Pero entre todos estas palabras, entre todas estas posibilidades para hablar de ideas más filosóficas que científicas, si es que la frontera entre una cosa y la otra es real, hoy me acordé especialmente de aquel concepto dual que nos aportaba el estudio de las energías que operaban en la naturaleza, ¿se acuerdan?, la energía potencial y la energía cinética, que dependían de la altura en la que se encontrara un objeto, y su capacidad de irse transformando la una en la otra según variara esa altura. Un concepto que, aunque en aquel momento solo fuera un concepto físico, hoy, pensando en la diferencia entre ser, y querer ser, léxicamente, ha tomado una nueva dimensión.

El ser humano ¿es cinético, o es potencial? El ser humano ¿Es, o quiere ser? Cuando afirmamos con esa rotundidad que nos da la convicción ¿somos seres cinéticos, o pretendemos ser individuos potenciales? ¿Depende, en el plano filosófico, de la altura de pensamiento del individuo, su capacidad de convertir su estatus vital cinético en potencial, o viceversa?

A mí, personalmente, me producen un gran sobresalto las personas que se autodefinen con un soy rotundo, sin paliativos, un yo que no admite cuestionamientos y que intentan transmitir unos logros personales que su misma forma de plantearlos, desmienten. Nadie es, todos somos aspirantes a ser, porque el simple logro de una victoria sobre alguna de nuestras múltiples imperfecciones, suele abrir todo un abanico de imperfecciones que la desmienten.

Creo firmemente, con una firmeza titubeante, que somos cinéticos en tanto que individuos conscientes, pero potenciales por origen y destino. La termodinámica así lo formula y defiende, aunque esa es otra batalla.

Llevamos representando esta posible disquisición desde tiempos inmemoriales, antes, incluso, de que la física fuera algo más que una mirada a lo que nos rodea, una percepción limitada de nuestro entorno, simbólicamente, no empíricamente. Hablo de la espiral y el círculo, hablo del número áureo como vía para llegar a Ouroboros. Hablo de belleza y perfección.

El círculo es, como son Ouroboros, o la perfección;  pero como son, nunca pueden ser, no están al alcance del individuo como parte desgajada de un todo que aspira a alcanzar su plenitud, su retorno a esa totalidad, así que esto convierte al individuo en un aspirante, querer ser, la espiral, la belleza, de las cotas de la totalidad, la perfección, el ser, el círculo, Ouroboros.

A veces, la representación gráfica es el camino más fácil, más asequible para comprender cuestiones abstractas. Hagamos un ejercicio de imaginación plástica, imaginemos una espiral que se desarrolla infinitamente ¿Dónde acabaría, si llegara al infinito, el extremo que va avanzando en pos de esa cota, de ese hito? Inevitablemente en el origen de la espiral. La consecuencia es que la espiral, el querer ser, lo cinético, la belleza, el individuo, completa su trayectoria convirtiéndose en círculo, en ser, en potencial, en perfección, en el todo.

Todos sabemos, bueno, casi todos, lo que queremos ser, a que aspiramos, y no hay mayor retroceso en nuestras aspiraciones que la convicción de haber alcanzado el objetivo; ni siquiera cuando los demás lo corroboran, cuando los demás nos reconocen el logro, estamos en posición de reclamarlo, bajo pena de haber perdido una oportunidad para intentarlo. Ya lo decía Blas Piñar: “Como no vamos a ser inmovilistas, si ya hemos llegado”. Esto demuestra, casi sin lugar a dudas, sin más duda que la permanente de si pienso o sueño, que la altura de pensamiento es fundamental para ir convirtiendo nuestro yo cinético, individual y explorador en pos del yo potencial, global y absoluto, del que estamos desgajados.

 

1 COMENTARIO

  1. Magnífico artículo.

    Lo potencial es la idea platónica, lo cinético es el acto aristotélico.

    No somos nunca en acto real; en un tiempo infinitamente divisible, estamos siempre llamados a ser.

    Muchas gracias por la reflexión

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