Por desgracia los conceptos de bien y mal, casi siempre aparecen vinculados a la religión, al concepto de pecado y redención, un buen negocio de importantes ingresos como bula para la salvación de nuestras almas.
Nada que objetar a quien por sus sentimientos religiosos hacen el bien o utilizan la doctrina para operar en su interior un cambio de vida, intentando ser mejor persona de lo que es; como tampoco nada que objetar a quien sin sentimientos religiosos dirigen su vida hacia dentro de unas líneas morales, intentando dotar al mundo de un mayor humanismo.
Al decir que, por desgracia se vinculan los conceptos que estamos analizando a la religión, lo es porque alinean a las personas a una doctrina, a veces mercantilista, con la espada de Damocles en la cabeza del castigo eterno. El perdón como estímulo negativo para el cambio. Sin embargo el concepto del bien y del mal es más amplio que el que nos pueda dar cualquier religión.
Como concepto filosófico, Sócrates en su defensa del intelectualismo moral consideraba el saber como una virtud, en consecuencia el que obra mal o con injusticia es fruto de la ignorancia, el mal, por tanto el mal es la falta de saber, es ignorancia.
Por contra, Nietzsche consideraba que se juzga por referencia a lo que debería ser imperativo moral; pero, lo que debería ser, no es. Para él la moral es una fuerza terrible y engañadora que ha corrompido a la humanidad entera. La moral es la gran mentira de la vida, de la historia, de la sociedad.
Nietzsche explica el error de Sócrates en base a que éste pretende hacerlo todo inteligible, intelectualizando la pregunta sobre la virtud, sobre el sentido de la vida. El filósofo griego considera que sólo aquello que se puede entender es bello, descartando lo instintivo por lo didáctico hasta llegar a la moraleja. En definitiva, cree en la vida inteligible negando lo demás, lo cual para Nietzsche es negar la vida misma
Hay tenemos dos ideas contrapuesta que responden a un mismo concepto, la diferencia entre el bien y el mal. Nietzsche distinguía entre la moral del “señor” y la moral del “esclavo”, para rechazar esta última, que él consideraba como la moral dominante del mundo moderno.
Exaltaba la moral del “señor”, no referida al grupo de quienes ostentan algún tipo de poder, sino para todos, en especial para los grupos e individuos menos favorecidos, los cuales no debían optar por una “moral de rebaño”, adecuada a las exigencias y flaquezas de los mediocres que, aunque sean la norma en los humanos, los hacen estúpidos y perjudica el desarrollo de las excepciones para superar esa debilidad, que a pesar de ser demasiado humana, constituye una negación de la vida.
No se trata por tanto de renunciar a la moral. La moral es necesaria porque la felicidad individual depende de la felicidad colectiva y viceversa, en este sentido las normas juegan un papel importante en el ejercicio de la libertad del hombre como ser racional; la libertad, como la condición del hombre frente a las decisiones a tomar, es un acto, es la autodeterminación de la voluntad.
De acuerdo con lo anterior, las normas parecen ser un elementos restrictivo para el ejercicio efectivo de la libertad. No obstante, el cumplimiento de éstas puede ser una condición suficiente para el ejercicio de la misma en la medida en que, las normas sean justificadas por la racionalidad humana. De esta manera, las normas permiten la realización de los fines individuales en consonancia con los colectivos, conformando el mejoramiento de la vida en sociedad.
Por lo tanto, las normas morales son regulaciones sobre la conducta del hombre en una determinada sociedad, son las concepciones que los individuos tienen para distinguir el bien del mal con respecto a los valores éticos, como pueden ser la justicia, libertad, respeto, responsabilidad, integridad, lealtad, honestidad, equidad, entre los más importantes, como guías de comportamiento que regulan la conducta de un individuo.
Todo ello, sin entrar a valorar la falsedad de cada cual a la hora de acatar y, sobre todo, valorar las normas morales, de ahí la doble moral o moral acomodaticia, o flexible, según las circunstancias y la rigidez de ciertos dedos acusadores que se creen propietarios de la moral, dígase al respecto, las religiones o cualquier grupo de adoctrinamiento moral, del que no puedo estar más en desacuerdo, por ir en contra del libre pensamiento.
Sócrates y Nietzsche, Nietzsche y Sócrates, dos caras de una misma moneda, moral sí, pero una moral sin sometimiento e imposición, una moral como autodeterminación de la voluntad.
Se trata de saber donde estamos, en la parte del mal, el lugar donde el desorden y el individualismo impera sobre lo colectivo, o de la parte del bien, el lugar donde todos reafirmamos nuestra libertad en consonancia con la de los demás. En hacer barricadas contra la libertad y el orden, o en darnos la mano todos para empezar a caminar juntos.
Fuentes:
https://www.boulesis.com/apuntes/la-etica-de-nietzsche
http://filosofiadelderecho-ugma.over-blog.es/article-etica-de-socrates-101022086.html