Es la dependencia, la base de todo el excremento que se acumula en este presente de rotos premolares. Brueghel el viejo, estaría de mí orgulloso, al ver que transmito fielmente su mensaje: viejos del mundo, uníos, pues vuestra ilusión, no escatima en tiempo, ni en frívolas palabras; convierte la existencia en viento y el viento, en ese hilo musical que tanto gusta al fracaso.
Tumbado bajo un metro de tierra no homologada, descubro mi enfermiza dependencia por todo aquello que repta y se oculta; larvas, raíces, crisálidas e imagos: pequeños vagabundos de días adormecidos en un sillón de media tarde.
Brillan los ojos en el suelo encerado. Eso es bueno.