¡Como si fuera tan fácil cambiar de vida! Además, ¿qué es cambiar de vida?
“Las palabras del año pasado pertenecen al idioma del año pasado. Y las palabras del año próximo esperan otra voz”, TS Eliot.
Hay una maravillosa sensación de renovación al final de un año y al comienzo del siguiente. El día de Año Nuevo, cuando terminan los cantos, los fuegos artificiales y los brindis con champán, algunos parecen tomarse más en serio su vida: hacen un balance y planifican acciones para mejorarla.
Esto se refleja en una de las costumbres más populares y clave en el significado del Año Nuevo: los buenos propósitos.
Como promedio, cada ser humano de los países desarrollados toma 1.8 de estas determinaciones al comenzar un nuevo año. Desde Nueva York hasta París o Sydney, las dos más repetidas son adelgazar y dejar de fumar.
Otros desean hacer las cosas mejor, abonanzarse como personas. Existen propósitos de mejora psicológica y de ambición moral: el control de uno mismo, no ser víctima de las circunstancias, (de aquellas controladas por las estrellas que nos hacen parecer propiedad de la suerte) ni de las que uno mismo provoca, sino ser individuos que puedan tomar decisiones para cambiar aspectos de vida concretos, detalles.
Hay un viejo y “macabro” dicho europeo que dice: “Lo que haces el día de año nuevo, lo harás durante el resto del año”.
Pero la vida está en nuestras propias manos. ¿Por qué molestarse? Para ser feliz. El día de Año Nuevo, muchas personas aceptan, a menudo más implícitamente que explícitamente, que la felicidad proviene del logro de valores.
Cuando las circunstancias no acompañan, debemos enfocar nuestras decisiones vitales.
Así que todos los días, llenemos nuestra copa de champán de la vida hasta el borde con valores y bebamos profundamente por nuestra vida y la alegría que puede y debe ser.