¡Qué es la vida sino ir tirando, pero tirando de ella! Otra opción sería subirnos a nuestro propio carro, ponerlo cuesta abajo, subirnos a él y esperar a ver a dónde nos lleva…
Buena fecha para marcarse metas. Lo de perder peso ni me lo planteo y lo de ir al gimnasio, tampoco. Acabé hasta las narices y no conseguí nada. Mientras esta barriguita que tengo no me produzca colesterol, dolor de rodillas o cualquier otro tipo de dolencia, ni me molesto.
Según el psicólogo Cliff Arnall, el lunes 18 de enero será el peor día del año. Este cálculo se basa en tres puntos: las fiestas de navidad han pasado; el invierno ha llegado y se quedará por meses; y las buenas promesas o propósitos que nos hemos hecho para este año ya se están esfumando, sino lo han hecho ya. Se puede decir que hemos desistido de ellas.
Este año he dedicado más tiempo a elaborar mis propias promesas y objetivos. Uno de ellos es hacer mi vida lo más sencilla posible. Tal y como decía Osho, líder de un movimiento cultural de origen Indú:
“El mundo es como tú eres.
Si tú eres complicado, es complicado.
Si tú eres simple, es muy simple”.
Y es esto justo lo que quiero para mi día a día, sencillez más que simplicidad. Que esté equilibrada, que no cambie casi nada, y que se simplifique mucho. Quiero estar con mi mujer o mis hijos en paz. Me da igual quién tenga razón o lo que mis padres o hermanos piensen. Sólo quiero estar tanquilo y a gusto. No preocuparme de si los hijos tienen buena o mala influencia, porque sé que lo mejor que les puedo dar es un buen ejemplo, un ejemplo de vida sencilla.
Mi otro objetivo, pues sólo he querido tener dos, es estar más centrado, más atento, más presente, más activo también. Pero más activo en aquello que sea importante, o mejor dicho, que sea esencial. En la esencia radica la naturaleza misma de las cosas, las desviste de todo contenido superficial, dejándolas desnudas, tal cual son.
Y así he empezado este año. No me importa tanto visitar a la familia o que me visiten, pero sí que perciban mi calor, que estoy a su lado; aunque hablemos poco, decir mucho. Lo importante es que se sientan acompañados, queridos y escuchados. De esta manera creo que conseguiré ser sencillo y estar presente.
No deseo ganar en las conversaciones, ni hablar más rápido o más alto. Tampoco, imponer mi criterio y más aún, hacer retroceder al otro dejándolo con la boca abierta. Ganar para hacer morder el polvo. Ya no es un ¡bravo por mí!
Un camino todavía más importante a seguir, es visitar nuestro interior. Ahí está todo aquello que nos decimos y todo aquello que nos hacemos; el cómo nos lo decimos y hacemos. Porque, acaso ¿somos sencillos con nosotros mismos? Nos hablamos con suavidad, calma, cariño, paciencia, empatía, ternura y lucidez, o por lo contrario somos ariscos, alocados, mezquinos, impacientes, insensibles, rudos y oscuros. ¿Ponemos energía en lo primero o nos dejamos llevar por las pasiones, al igual que el que se sube a su carro ladera abajo?
¡Vayamos al grano, a la esencia, a lo que nos libera de nuestra propia opresión! Es aquí donde picamos nuestra propia piedra bruta, donde forjamos el acero que nos sostiene en pie ¿Qué nos decimos cuando cedemos y acabamos comiendo de más, trabajando de menos, actuamos de forma superficial, perdemos el tiempo, somos despreocupados, tratamos con desprecio? Pues muy poco y por lo bajo.
Aunque creamos que no, es difícil ser sencillo e ir a la esencia, o como se suele decir “ir al grano”. Porque todo parece llevarnos a lo contrario. Las múltiples opciones, variantes, condiciones, preferencias, gustos y deseos que nos rodean, casi allá donde vemos o vamos, nos vuelven “locos”. Es imposible analizar cada una de las posibilidades que tenemos. Es aquí donde fallamos. Nos dejamos envolver, liar, condicionar, sugestionar. Nos embobamos y perdemos nuestra voluntad.
Por eso mismo no podemos olvidar que; “a lo que realmente aspira todo ser humano es a ser él mismo”. Libre de adornos, de deseos, de resentimientos, de ideologías, de mundos perfectos. Verse desnudo ante sí y ante los demás. Lo que realmente necesita el hombre es buscar su esencia, que no deja de ser su propio ser. Por eso no hay nada más eficiente para librarse de su propio ser que comportarse como alguien complicado y que no sabe lo que quiere.
Sé que no será fácil y que caeré muchas veces en los mismos defectos, pero también estoy seguro que el esfuerzo traerá sus frutos. Muchos o pocos, pero frutos traerá. Esto me dará aliento para seguir intentándolo. Porque merece la pena llegar a esa paz interior.
Para profundizar más:
Blue Monday