Siempre hay algo debajo de lo de abajo.
Siempre hay un horizonte detrás del que ves.
Siempre hay un después de un ahora.
Siempre hay un antes de un presente.
Siempre hay un fascista detrás de un apolítico.
Siempre hay un llanto después de una sonrisa.
Siempre hay un castigo después de una buena acción.
Siempre hay una canción para aliviar un desamor.
Siempre hay un usurero detrás de una pobreza.
Rebusco en la basura, cuando creo que nadie me mira,
para encontrar un pequeño tesoro, no muy sucio, para comer.
No soy la buena imagen que quiere dar la ciudad.
Con mi presencia les escupo a la cara en su ciudad cosmopolita.
Aprendieron a desratizar, pero no a desempobrecer.
Siempre hay una injustica detrás de un letrado.
Siempre hay detrás de un atril, un sofista.
Siempre hay un hijo de puta detrás de un sacerdote.
Siempre hay un ladrón detrás de quien te vende el edén.
Siempre hay un frustrado detrás de la ostentación.
Siempre hay un Fausto firmando hipotecas.
Siempre hay una serpiente en la boca de un presidente.
Siempre hay una culpa detrás de una felicidad.
Siempre hay un sueño para un desahuciado.
A los ayuntamientos no les importa que existas,
pero siempre que vivas en los barrios bajos,
donde los turistas no te vean.
Los turistas son el vellocino de oro, todo para el señor visitador.
Mientras, la ciudad se deforma con migraciones de pobreza,
con migraciones de riquezas, expuestas en marcas en tiendas de
moda.
No quieren ni perros, ni ratas, ni pobres, ni gatos en el vientre de la
ciudad.
Quieren gente de gran clase social y manadas de turistas
aborregados.
Siempre hay una muerte para un pobre en un día de invierno.