Uno de las grandes luchas de la humanidad en general y de la sociedad española en particular, ha sido la erradicación del analfabetismo, y esa lucha, estadísticamente, se ha ganado. Es verdad, es una victoria puramente estética,
ya no hay prácticamente personas que no sepan leer y escribir, aunque viendo ciertos mensajes de redes sociales uno se pregunta que es saber escribir, pero lo que nadie controla es cuantas de esas personas que tiene el conocimiento básico no son ahora analfabetos funcionales, no son ahora ignorantes incapaces de asimilar, analizar y cribar la información que reciben.
Uno de los grandes argumentos que te encuentras hoy en día cuando hablas con ciertas personas es que lo han leído en internet, ya si además lo pone la Wikipedia es dogma de fe, sin pararse a pensar que la información que figura en internet es tan extensa, tan ingente, tan comercial, que siempre vas a encontrar lo que tú quieras, lo que no quieras y todos los matices intermedios.
Leyendo internet, las redes sociales, uno se da cuenta de que ya hemos sido invadidos por los extraterrestres, que no digo yo que no, que somos fumigados en aras de unos intereses espúreos, que no digo yo que no, que vivimos en un conflicto de conspiraciones e intrigas a las que somos ajenos, que no digo yo que no, que somos permanentemente envenenados por las industrias farmacéuticas, que no digo yo que no, que somos gobernados por oligarquías en la sombra, que no digo yo que no, que …
Que, vamos a ver, que no digo yo que no, que no digo yo que no haya motivos para reflexionar sobre ciertas cuestiones y plantearse infinidad de preguntas, pero que disponemos de tantos argumentos, de tal avalancha de información, que somos incapaces de acceder a toda e, incluso, de asimilar toda aquella a la que accedemos. Primero por cantidad, pero, y es fundamental, por falta de los conocimientos básicos imprescindibles para analizar con rigor temas concretos.
Más allá de actitudes sospechosas, que las hay, más allá de intereses comerciales, que los hay, más allá de intrigas y conspiraciones, que estoy convencido de que las hay, yo no tengo capacidad de encontrar la verdad de todas las cuestiones, en caso de que pueda encontrar la de alguna, porque mi formación y mi tiempo no me lo permiten.
Es fundamental, a la hora de documentarse sobre un tema, contrastar las fuentes, no dejarse llevar por convicciones personales y, sobre todo, medir las consecuencias de nuestra incapacidad, porque si en muchos casos podemos vivir con nuestra desinformación, o nuestra deforme información, en ciertos temas como el de la salud seguir consejos y verdades de ciertos gurús de la literatura comercial y de la cultura sanitaria alternativa, en tiempos en vez de escribir libros viajaban por las ferias en carromatos, nos pueden llevar a una pérdida de salud y de calidad de vida sin retorno posible.
“Es fundamental, a la hora de documentarse sobre un tema, contrastar las fuentes, no dejarse llevar por convicciones personales y, sobre todo, medir las consecuencias de nuestra incapacidad”
Yo desconfío profundamente de la industria farmacéutica, y de la alimentaria y sus fórmulas llenas de letras y números que desconozco, pero no eso no me lleva a suicidarme en aras de unos consejos alternativos igual de, si no más, dañinos que lo que intento evitar. Procuro comer natural, procuro no tomar más medicamentos que los imprescindibles y detectar en los que tomo efectos secundarios indeseables, y me encomiendo a lo que sea para que lo que entra en mi cuerpo no empeore lo que había antes. No alcanzo a más.
¿Y a cuento de que ha venido esto? Ah¡, si, ya recuerdo. El otro día alguien compartió en su muro un chiste que al parecer era muy gracioso. Era como sigue:
Romeo le dice a Julieta:
– ¿No es verdad angel de amor que en esta … ?
– Romeo –interrumpe Julieta en el colmo de la gracia- ¿Quieres trepar ya de una vez por la enredadera…?
El resto, que parece ser el chiste, ya no tiene importancia. Lo realmente importante es que aparte de lo soez, previsible y poco gracioso del chiste, nadie, ab-so-lu-ta-mente nadie, reparó en que ¿Qué pintaba Romeo en Sevilla? ¿Qué hacía Julieta en el lugar de Doña Inés? ¿Hay enredaderas en la finca de Don Juan, a orillas del Guadalquivir? ¿Hay tanta gente que ignora que esa frase es del Don Juan de Zorrilla y que Romeo y Julieta son personajes de Shakespeare?
Pues eso, analfabetos funcionales.