Al pin, pin, y al code, code.

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Composición sobre Image by Karsten Paulick from Pixabay. Plazabierta.com

 

Empiezo a pensar que estaba equivocado. Empiezo a pensar que tanto tiempo quejándome del abandono de un plan educativo que se interese por el futuro  y resulta que lo que hay es una lucha feroz por un plan educativo sectario y aberrante. Empiezo a pensar que tal vez sería mejor que no hubiese plan alguno antes de que pueda triunfar cualquiera de las tendencias que se adivina.

Aún me parece recordar, sin acritud y sin añoranza, cuando a mis siete u ocho años, en el colegio de las monjas, todos cantábamos el “Cara al Sol”, formados en el patio antes de entrar en clase. Ni mis cuatro años en el colegio de monjas, ni los cuatro posteriores en uno de curas, en el que el profesor de historia, creo recordar que era el padre Bernardo, nos leía los hechos del Alcázar y otras lindezas sectarias, en vez lo que el texto marcaba, texto que tampoco era especialmente objetivo, consiguieron de mí hacer un adepto a la ideología fascista, ni un ultra religioso.

Mi entorno, que abarcaba un amplio espectro de las ideologías posibles, servía de balanza a toda esa propaganda, rematada por nuestra recordada FEN, Formación del Espíritu Nacional, que recibíamos en el horario lectivo, y en las actividades complementarias como ejercicios espirituales, peregrinaciones al cerro de los Ángeles o excursiones a centros marianos.

No quiero imaginarme que hubiera sido de mí, de todos los libre pensadores que comparten mi edad como compartieron mi sistema educativo, si el gobierno franquista hubiera reclamado el derecho a educarnos, el derecho a trascender nuestra formación para internarse y fiscalizar la educación ética, en valores, que es responsabilidad, y así debe de ser por el bien de todos, del entorno familiar del sujeto a educar.

Es verdad que en ciertos casos ese entorno cercano del infante o del joven puede ser nocivo, pero seguramente no más veces, posiblemente menos, que es nocivo el entorno que puede vivir asistiendo a clases.

Llevo mucho tiempo haciéndome eco de que esta auto etiquetada izquierda que se supone por la declaración de ideología en ciertos partidos, no es izquierda, porque ideológicamente son un desierto, es anti derecha, porque lo único que le preocupa a su discurso es colocarse frontalmente ante cualquier iniciativa de los partidos de derecha. No todas las iniciativas de la derecha pueden ser malas, ya se sabe que un reloj parado acierta la hora dos veces al día. Lo cual supone una carencia de análisis, una soberbia ética, y un posicionamiento inducido que nada tiene que ver con una izquierda real.

Sin entrar en detalles, solo enumerando grandes temas en los que les falla la ideología como una escopeta de feria: fiscal, territorial, educativa y legal. Una izquierda real no puede ser nacionalista, no puede mantener un sistema fiscal que incentiva la brecha económica, no puede ignorar la separación de poderes, no puede pretender ser el único actor de la educación y formación de los nuevos ciudadanos. Pero lo hace.

Yo supongo, quiero suponer, que la mayor parte de estos errores obedecen a este posicionamiento frentista vacío ideológicamente. Y quiero suponerlo porque de lo contrario las declaraciones de la ministra sobre la “propiedad” de los hijos solo puede despertar los más negros fantasmas de un socialismo decimonónico y caduco como el que se practicó en la URSS o en la China de la Revolución Cultural. Represión, adoctrinamiento y totalitarismo.

No, algún indignado lector ya me ha identificado en alguna foto de una concentración de VOX. No, insisto, la iniciativa de VOX ni es iniciativa, ni es de VOX, ni le importa un ardite la formación de nuestros hijos, como no sea, maldita coincidencia, que adoctrinar, reprimir y eliminar la libertad. Si, justo lo mismo.

VOX no ha hecho otra cosa que hacer suya, como iniciativa, algo que no pertenece más que cualquier ciudadano libre, el derecho a elegir la educación de sus hijos, el derecho a tutelar su formación en valores y el derecho a que el estado le facilite todos los medios necesarios para lograr su objetivo salvo que este esté contra las leyes.

Y esta izquierdilla de panfleto y teatrillo ha picado y se ha lanzado a sacar lo más perverso de sus entrañas históricas. Ya me veo, si dejamos a la ministra, o los de VOX, a todos los niños de uniforme con chaquetilla tipo Mao y una gorra visera de color verde Fidel y con una estrella roja en el frente.

Y es que a mí, en este tema como en cualquier otro, me gusta llamarle al pin, pin, y al code, code. Lo único que necesita este país, y casi cualquier otro del mundo, es un sistema educativo que no dependa de la ideología del gobernante del momento. Un sistema educativo que sirva para todos los ciudadanos del país, que respete la libertad individual, la libertad familiar y la libertad en general a la hora de formar a los futuros ciudadanos.

Lo otro, lo que nos proponen como suyo, lo que otros contestan sin reparar en el fondo de sus palabras, ni es pin, ni es code, ni nada tiene que ver con parentalismo alguno.

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