Ahora mismo hay una niña en la calle
que colecciona bodegones que pega en los cartones.
Bodegones que se come en sus sueños de hambre,
Sueños de comida y sueños de sangre.
En sus chabolas de miseria, se esconden en la maleza,
entre la basura de su pobreza,
que los hace invisibles a los ojos de la ciudad.
Habitantes también pobres, que se creen ciudadanía.
Hijos de la ignorancia y de la burguesía,
del capitalismo residual.
Los señoritos ya tienen sus poblados de bienestar,
donde no hay miseria estética, ni vecinos malolientes,
solo hay gente decente, de buena familia
y mejor clase social.
La niña mira y nadie la ve,
Morirá tan silenciosa como nació,
siendo madre o esposa,
o, simplemente, mujer.
Mañana manifestación contra la pobreza,
hoy no, mañana mejor.
