Sin la existencia no hay vida. No puede haber existencia donde no hay nada. Es decir, la nada es lo que hay antes y después de la existencia. Si nada existe es porque ha existido la existencia.
Consecuentemente, la nada es a la existencia lo que la existencia es a la nada. Dos estados diferentes. Imaginemos la constante expansión del universo, allí donde antes existía la nada ahora hay existencia.
El cuerpo se corrompe después de la muerte hasta concluir en cenizas que pasarán a formar parte de los nutrientes del suelo, todo es un ciclo que no termina.
Como dijo el químico, biólogo y economista francés, Antoine-Laurent Lavoisier: “La energía ni se crea ni se destruye sólo se transforma”, entonces se nos plantea la cuestión ¿a dónde va nuestra energía cuando desaparece la vida?.
Vaya a la tierra que se beneficia de nuestra materia o al cosmos, ambos forman parte de un todo infinito.
A Dios se le define como a un todo, alfa y omega, principio y fin, antes del principio no existía nada, porque el principio es el inicio de algo, y sin inicio no puede existir la nada.
El inicio ¿es energía o es materia?. El origen del Universo es el instante en que surgió toda la materia y la energía que existe actualmente. Materia y energía es el origen del todo. La existencia.
Si Dios es todo, Él es materia y energía.
Si el universo está en constante expansión, es porque sigue existiendo esa materia y esa energía, con lo cual Dios existe, pudiendo afirmar que es el principio y el fin. El todo y la nada. Insisto, un Dios sin cara, sin dogmas, sin religión, sin diferencias…, el Arquitecto Superior del Universo.