Se acerca la Semana Santa y no es mal momento para repasar el Nuevo Testamento, en especial aquellos pasajes en los que se hace referencia a los pobres y a los ricos. Valga a modo de ejemplo las siguientes citas:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.
Mas os digo que es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios” (Mateo 19, 23-24)
También les refirió una parábola, diciendo: “La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” (Luc 12,16-20 )
Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas, palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”. En esos momentos, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” (San Juan 2, 13-22).
Creo que en este país, incluso los que no son católicos practicantes conoceran estas parábolas que desde pequeños nos repetían en clases de Religión o en las catequesis para poder hacer la primera comunión. Siendo lo más lógico plantearse ahora que las canas adornan la cabeza de muchos, sobre todo de aquellos que pretenden ser coherentes con sus creencias, la pregunta de si ¿se puede ser cristiano y neoliberal?, o lo que es lo mismo ¿se puede ser cristiano y votar al PP?.
Para que la respuesta sea lo más acertada posible, evitando todo tipo de demagogia, lo lógico sería analizar los que se consideran por muchos estudiosos del tema los pilares básicos del neoliberalismo, tales como:
- la primacía del individualismo
- el predominio del materialismo
- y la preeminencia del edonismo.
De acuerdo con estos principios, el centro de la actividad humana es el individuo y su libertad como valor absoluto y sin referencia comunitaria; lo cual nos lleva a un individualismo beligerante, a una insolidaridad que crea una franja de marginación y exclusión social cada vez más amplia y a una feroz y agresiva competitividad.
Para llevar a cabo estos postulados, el neoliberalismo proclama la libertad de las actividades económicas y la sacralidad de la propiedad privada, buscando el enriquecimiento mediante la expansión del mercado. El nuevo dogma de esta religión neoliberal es “fuera del mercado no hay salvación”.
El método que emplea el neoliberalismo es la libre competencia, de la que el Estado debe estar ausente, teniendo por norma básica la eficacia. Y en la libre competencia -ya se sabe- gana quien tiene más, quien puede más; vencen los fuertes, los ricos y los hábiles; los pobres, los desfavorecidos no cuentan para nada.
Entendido así el sistema neoliberal, creo que, el que ser cristiano y votar al PP carece de una coherencia absoluta, como la de los propios pastores de la iglesia católica; recordemos las declaraciones no muy lejanas del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, con ocasión de la perdida votos del partido de la derecha española en las pasadas elecciones del 20 de diciembre, afirmando que los resultados electorales no son otra cosa que el reflejo de una “una sociedad enferma”.
Sin embargo, votar y no hacerlo con libertad es lo que realmente convierte a la sociedad en un ser enfermo, careciendo de ella quienes lo hacen bajo la influencia de la amenaza de ser condenado a las penas del infierno votando a favor de aquellos que se empeñan en defender un estado confesional, tal y como proclama nuestra Constitución. Pero esto no es todo, lo peor es la confraternización que existe entre el referido partido y la propia iglesia, y como desde los alteres se incita a los feligreses a votar a los de la gaviota, porque según ellos si vienen los rojos, poco más que quemarán las iglesias y violarán a las monjas. ¿No será que si vienen los de la izquierda terminarán con sus privilegios, y eso no les interesa?.
Lo fácil es recurrir a falacias de este tipo, recurrir al miedo de lo acaecido en épocas pasadas, olvidándose que de acuerdo con las referencias evangélicas que hemos citado, Jesucristo no confraternizaría con tanto príncipe dentro y fuera de la iglesia, aspecto que ha puesto de manifiesto el propio Jefe dela Iglesia católica, el Papa Francisco, en su último viaje a Méjico, echando un rapapolvo a los obispos y cardenales de este país cargados de boato y privilegios como en tantos otros países del planeta, donde el liberalismo arrasa con todo. Y si, así con las cosas, la respeta a la pregunta que encabeza este texto no puede ser otra que el hijo de Dios votaría antes a los representes de la izquierda del mundo entero, incluidos los de España, porque al margen de creer o no creer en un ser supremo, lo cual debería ser ajeno a la política, su trabajo va encaminado a liberar de sufrimiento a quienes por su posición menos privilegiada dentro de la sociedad, pasan hambre, aparte de otras calamidades, y por quienes el PP tanto en España como en Europa no han movido ni un sólo dedo.
Ahora bien, todos sabemos que el fanatismo, por desgracia, se impone a la razón, y esto hace que muchos que comulgan con hostias tan grandes como ruedas de molino, se olviden del prójimo y del daño que a los que votan están causando muchísima gente. Ojalá recapaciten, y si es verdad que dios está en ese pan y en ese vino que se consagra, les abra los ojos y les haga tomar conciencia del aquellas palabras divinas recogidas por San Mateo que afirmaban que: “es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios”.