Vivo en un mundo extraño; un lugar en el que se ignora la muerte, se alaba al inepto y se olvida la vida.
Prosperar aquí es muy fácil; sólo hay que aparentar lo que no se es, vomitar datos, no importa si digeridos o no, y creer en los resúmenes que elaboran algunas personas con saliva amarga. Si se cumples con todos estos parámetros, serás un tiempo conjugado en presente, un desdentado piropo de obra, la quintaesencia de un verbo impersonal al que se le evaporó el agua; y una mierda de alcorque con crema suavizante para los cabellos sin digerir.
Algunos creen que algo tiene que cambiar. Yo también creo en otras definiciones para los crucigramas, pero eso, sólo creo. Es una fe un tanto miope la que profeso; pues espero la llegada de un salvador, ignorando que, tal vez, la redención comience por una palabra de tres letras olvidada bajo un montón de prejuicios.