El futuro de España en materia de educación, lejos de ser una cuestión importante, pasa por un momento delicado.
Aunque históricamente siempre ha estado en una ligera cuerda floja, ha habido momentos de cierta lucidez que eran apagados tan pronto como emergían. Políticos de muy diferentes ideologías a lo largo de los siglos XIX, XX Y XXI, han dejado escapar un concepto claro del mañana educativo, sin importarles en ningún caso cuál iba a ser el siguiente escalón. La naturaleza española, caprichosa y vehemente, poco dada a la reflexión y a la cuestión intelectual, suele escupir al cielo sin darse cuenta de que lo más probable es que el escupitajo le acabe cayendo en la cara.
Los que estudiamos en la añorada EGB, sabemos que nuestro sistema educativo funcionó, sobre todo cuando nos comparamos con los actuales y patéticos medios de enseñanza, que una vez finalizados, coincidiendo con el fin de un gobierno, están abocados a un cambio legislativo y a ser sustituidos por un paradigma de la ignorancia aún mayor, que conducirá a las nuevas y postreras generaciones a desconocer quién fue Lope de Vega, Becquer o el Cid. Además seguirán sumando con los dedos, navegando por las redes sociales en vez de hacerlo en una piragua, tragarán la basura que de manera indecente aparece en la bien llamada caja tonta, y no tocarán los libros, pues desde hace décadas la lectura es tabú entre la mayoría de nuestros jóvenes estudiantes.
Podríamos echar la culpa a muchas causas y personas del fracaso de la educación en este país, y desde luego estaríamos haciendo lo correcto, pero lo peor y más grave de todo, no reside en lo que se ha hecho mal. Volver al pasado poco o nada de sentido tiene, si no es para aprender de los errores. El problema está en un futuro inmediato del que nadie quiere hacerse cargo, pues la educación es conocimiento y el conocimiento es poder; y el poder no es compatible con los que ya lo ostentan desde sus escaños.
“El problema está en un futuro inmediato del que nadie quiere hacerse cargo, pues la educación es conocimiento y el conocimiento es poder; y el poder no es compatible con los que ya lo ostentan desde sus escaños.”
Un país serio tiene una educación seria y lo es porque la educación en sí ha de serlo. De hecho debería ser lo más serio dentro de las prioridades de un Estado. A la seriedad hay que unir la calidad y con este binomio empezar a trabajar, no en nuevos modelos y proyectos educativos, sino comenzando a valorar la educación como la base de una sociedad. Para eso hay que concienciar a los políticos, a los centros educativos, a los padres y por último a los alumnos, enseñándoles que todo requiere un esfuerzo, que con faltas de ortografía no se puede aprobar, que el profesor es una autoridad, y que la educación es lo único en esta vida que les va a dar el mayor de los bienes de la tierra, la Libertad.
Consiguiendo esto habremos dado un paso de gigante, pero para ello, los de arriba, los de abajo y los del medio deben apartar sus diferencias y pensar en el Futuro sin que éste se diluya como una idea lejana del pensamiento, y actuar, trabajar y luchar sin desmayo hasta que el último de nuestros alumnos consiga la mejor formación de calidad que haya existido en España.
No puedo estar más de acuerdo con este artículo, un mundo de borregos es lo que necesitan los políticos para perpetuarse en el poder, y que mejor manera de conseguirlo, como esta haciendo este gobierno del PP que recortando en educación. Hasta que no se trate la educación como una cuestión de Estado, donde se de participación a los expertos sobre el tema no conseguiremos nada. Pero como he dicho, si no hay interés entre los “representantes” políticos no hay nada que hacer, máxime con un pueblo adormecido y resignado….. Un país con una tradición literaria como la nuestra con grandes figuras deberían de todos los tiempos debería servir, al menos, para que se leyese un poco más. Buen artículo Abraham, conciso y sin vericuetos.
No puedo más que compartir esta reflexión. Es preciso revertir el estado de nuestro sistema educativo. Y no es nostalgia, si queremos un país de ciudadanos libres y con conciencia, hay que cimentar la sociedad con el conocimiento, la imaginación y la alegría. Este esfuerzo nos compete también a todos nosotros. Pongámonos a ello.
Claro y directo… la Educación, que es la base de una sociedad, se ha convertido en el “último mono” de nuestro país. Los profesores han pasado de ser una “Autoridad” que llevaban el peso de la formación de la calidad profesional y humana de los que van a dirigir un país, a ser un trabajador más de una “Empresa Educativa” en el caso de los centros privados o un funcionario más con los intereses que desde los despachos le otorgan al bilingüismo y a tantas otras sandeces en el caso de los centros públicos…
El caso es que nuestros jóvenes, desde la Educación Infantil hasta la Educación Universitaria, se encuentran en una época descafeinada en la que los profesores y maestros mejor habrían elegido si se hubieran decantado por enseñar al ganado, pues más caso y mejor labor hacen que nuestros jóvenes en los días que corren con su falta de esfuerzo, falta de ética y falta de compromiso hacia los demás.