Seducida por la lectura del libro que mantengo sobre mi regazo, el imaginario que siempre es libre vuela haciendo suyas las páginas que cuentan una fascinante historia, viajo rauda en el tiempo y retrocedo muchos siglos atrás.
Llego hasta un bellísimo y aislado paraje flanqueado por montañas, en el distrito de Salzkammergut, a orillas del lago Hallstäter See formado por el río Traun, afluente del Danubio, y junto a sus famosos yacimientos de sal gema.
En el presente…
Hallstatt se eleva a 1.000 metros de altura (en el Alto Austria) y cuenta con una población de 815 habitantes. Un conjunto de bellas construcciones se levanta en el costado de la montaña dándole el aspecto de un lugar sacado de algún cuento de hadas. Las callejuelas adoquinadas que la circundan se extienden a lo largo y ancho de la localidad dibujando un mapa urbano de armoniosas formas serpenteantes. Los tejados de las viviendas son abuhardillados y las fachadas están ornamentadas con cornisas o molduras en balcones y ventanas, aderezadas todas ellas de enredaderas y flores. Bajo las estrechas y empinadas calles los canales hacen discurrir el agua de las cumbres o manantiales y en las placitas unos puentecillos de madera los sortean. En la plaza principal, a escasos metros del lago, una fuente ubicada en el centro, rodeada de bancos y de coloridos maceteros invitan al visitante a descansar y deleitarse de una belleza anclada en pretéritos tiempos, relajante y espectacular.
El paisaje de Hallstatt-Dachstein fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1.997.
Volviendo al pasado…
Este singular paraje cobijó a una civilización denominada los ‘Campos de Urnas’, debido su nombre a la costumbre de cremar a sus difuntos y conservar las cenizas en unas urnas de arcilla con tapaderas de forma cónica. Eran agrícolas, trabajaban el bronce y hablaban una lengua que al evolucionar dio origen a otras lenguas celtas. La decadencia de esta cultura fue sustituida por otra nueva que se había ido desarrollando y se puede considerar como una derivación directa de aquella. Por tanto (según los libros de historia consultados), el enclave de la primera gran cultura celta europea de la Edad del Hierro se sitúa en Hallstatt. Hall es un término celta que da nombre a la sal.
Los celtas en las islas Británicas
En algún momento decidieron cruzar el Canal de la Mancha, (aunque no se tienen datos al respecto) consiguiendo llegar a las islas Británicas. Allí se establecieron junto a otros pueblos ya existentes. De la cultura céltica con sus tradiciones hay que destacar la conservación del idioma gaélico, tanto el irlandés, como el escocés, el galés y el bretón lo han mantenido intacto desde los orígenes hasta hoy día. Son lenguas escritas, habladas y estudiadas en las escuelas, aunque sea por una minoría. Siendo Irlanda y el norte de Escocia donde se hallan los mayores vestigios celtas. Un legado fascinante repleto de mitos, leyendas y valiosos conocimientos. Es un universo heredado en el que se combinan o cruzan las crónicas históricas con la fantasía y la magia de un mundo sobrenatural.
“Esta civilización de poderosos guerreros formaba una amplia y compleja sociedad dividida en tribus, pueblos o aldeas gobernados por diferentes reyes. Tenían una fuerte y bien estructurada jerarquía y unas sólidas tradiciones que respetaban.”
Los depositarios de los conocimientos adquiridos y del acervo de la sabiduría ancestral eran los druidas. Estos majestuosos personajes dedicaban su vida al estudio de la ciencia y a la comprensión de la naturaleza que les rodeaba, de la que sentían que formaban parte esencial. Eran sacerdotes y jueces al mismo tiempo, para los celtas la justicia representaba un pilar fundamental por lo que le concedían una extraordinaria importancia. Quien aspirase a convertirse en druida debía seguir un proceso muy riguroso, pocos eran los que lo superaban logrando alcanzar tal privilegio, una vez conseguían pasar las pruebas se veían sometidos a un rango jerárquico estricto, donde el maestro solo sería sustituido al fallecer. Quien optase a ocupar el lugar vacante, antes tendría que demostrar su superioridad y su valía en conocimientos. Estudiaban astronomía, física, teología, entre otras materias. Lo abarcaban todo, conocían ampliamente los astros y en profundidad las plantas de las que tenían un amplio dominio de sus propiedades, sobre todo curativas. Ejercían de consejeros, políticos, filósofos o médicos, eran sanadores. Se supone que, al tener su figura un carácter entre humano y divino, mediaban entre los hombres y los dioses. En muchas ocasiones evitaban guerrillas entre pueblos, zanjaban rencillas y aportaban soluciones o armisticios en los conflictos. Los druidas poseían una superioridad inmensa de conocimientos que mantenían en secreto, trasgredía más allá de lo humano y el pueblo veneraba a estos enigmáticos magos por todo lo que representaban.
Continuará…
Que interesante es conocer la evolución de las costumbres y cultura de los pueblos que nos precedieron, sobre todo cuando están tan magistralmente descritas como en este relato.