AND THE OSCAR GOES TO…? – PARTE I

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El diccionario de la Real Academia Española define la cuaresma como “el periodo litúrgico de preparación para la Pascua de Resurrección”, el calendario católico lo sitúa para el presente año entre el miércoles 02 de marzo y el jueves 14 de abril; coincidentemente los amantes del séptimo arte también empezamos un ciclo de acondicionamiento sin la solemnidad de la celebración cristiana, pero con la misma expectativa. Me estoy refiriendo a la 94.ª edición de los Premios Óscar que se llevará a cabo el lunes 28 de marzo. Precisamente, en esta oportunidad me gustaría hacerles llegar una breve reseña de las nominadas a mejor película.

 

 

Belfast, un nostálgico Kenneth Branagh nos traslada a fines de la década de los 60 para observar con la inocencia y curiosidad de un niño, que da vida al personaje principal, el ambiente convulso en el que se desarrolló The Troubles. Teniendo como contexto el vecindario de infancia del director la película cargada de afectos personales, frases conmovedoras y un sensible drama familiar nos recuerda que no importa lo lejos que vayamos, nunca olvidaremos de donde vinimos.

 

CODA, partiendo del acrónimo Child of Deaf Adults (hijo de padres sordos) nos encontramos frente a una comedia dramática que describe el paso por la adolescencia (y la lucha por los sueños) de Ruby, quien lidia con ser la conexión entre su familia y el mundo. Por momentos sentimos la impotencia del personaje ante tamaña responsabilidad, la misma que es matizada con secuencias de comedia romántica para que finalmente podemos concluir que la suma de todas las frustraciones no es siquiera equiparable al inefable amor familiar.

 

 

Don’t look up, una comedia ácida que usa el gastado argumento de la exterminación mundial por un cuerpo celeste, busca apelar a la conciencia de la audiencia llamando la atención sobre los temas que son (o deberían ser) relevantes en nuestra sociedad. La película desnuda la estupidez humana de la negación ante lo evidente e intransable, empleando adecuadamente tanto la sátira como la amargura y convirtiéndonos casi en una caricatura de avestruz, ocultando la cabeza en la tierra con la esperanza de desaparecer los problemas, en el trascurso de la trama nos sorprendemos al darnos cuenta que reímos por no llorar.

 

 

Drive My Car, con un título que nos recuerda a The Beatles la adaptación del cuento homónimo de Haruki Murakami (publicado en el libro Hombres sin mujeres) nos habla sobre el amor; no obstante, cuando acudimos a ella no estamos asistiendo a un drama romántico sino todo lo relativo que acontece en la periferia del afecto, sus distintas evoluciones y realidades desde la óptica de sus personajes. He de confesar que tengo debilidad por el autor, por lo cual les invito a revisar su obra, siendo esta película un buen inicio para adentrarnos al Universo Murakami y su realismo mágico urbano.

 

 

Dune, la fantasía de Frank Herbert llevada a la pantalla gigante de la mano del genial Denis Villeneuve, nos describe un ambiente futurista en el que existe un imperio con políticas tecno feudales que distribuye sus dominios en favor de las familias nobles. El mundo de Dune es un planeta desértico rico en especia (un recurso mineral muy cotizado que se usa, entre otras cosas, para viajes espaciales) el cual genera la codicia de sus gobernantes extranjeros mientras oprimen a los ciudadanos soberanos ¿A que os suena de algo?

 

 

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