23J. HACIA DÓNDE MIRO

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Como siempre que hay convocatoria electoral el descrédito ad nauseam del contrincante es la pauta normal tanto por parte de los protagonistas en campaña electoral como de los propios medios de comunicación según su línea editorial que, en vez marcada por su independencia lo es por los rendimientos económicos que le aporta el clientelismo de sus lectores y partidos políticos que usan sus páginas con propaganda electoral o difusión ideológica a base de entrevistas o colaboradores de pluma fácil.

El descrédito desde luego puede ser merecido, pero del mismo modo debería ser ecuánime y proporcional respecto a los diferentes partidos políticos que concurren a las elecciones, pues no conozco ninguno que no haya errado o mentido en sus promesas electorales y en su actuar político, o en pactos electorales que prometieron no llevar a cabo y que según sus frutos sirven igualmente para el descrédito con quien pactaron.

Lo expuesto sirve para poner de manifiesto que no conozco ningún político, al menos de los que van en primera fila, que no sea mentiroso, o que, como dicen ellos, su cambio de opinión venga marcado por el interés público o gobernabilidad del pais, claro está, como concepto indeterminado que adaptan a su interés partidista.

Es innegable que el descrédito es la mejor arma de destrucción masiva de la razón, el más adecuado para mover a las masas pasionales de los electores, a los inamovibles fanáticos, que no ideológicos sino de la sumisión política del pensamiento único, que reproducen las consignas de sus líderes políticos cual papagayos, o lo que viene a ser lo mismo, el uso del descrédito como vía para la confrontación, porque resulta más fácil mover las vísceras que la razón, y menos desde la libertad de pensamiento.

Que fácil resulta espolear a los súbditos políticos, a esa impersonal masa carente de ideas, que confunden la ideología con el pensamiento único y exclusivo de los que no piensan como ellos. Todo lo cual me plantea la duda hacia dónde mirar en los comicios electorales del 23J, porque al final me encuentro con lo mismo, políticos impresentables, mentirosos compulsivos y unos votantes indecisos, en el mejor de los casos, que piensan que todo puede cambiar votando a la opción menos mala, pero ¿a cuál?.

En cualquier caso, por responsabilidad y compromiso democrático habrá que votar, ahora bien, nadie dice que a alguno de los candidatos, porque ante tanto fango político, salvo honrosas excepciones en la contrabarrera, quizá potenciar el voto nulo sea la mejor opción como toque de atención a esos que tratan al electorado como raquíticos mentales, para que sirva como revulsivo para hacer una limpieza a fondo de este manifestación del pluralismo político más que nunca populista hasta la médula y sin candidatos de cierta talla política. Como siempre más de lo mismo.

 

 

 

1 COMENTARIO

  1. Yo tampoco sé hacia dónde mirar y también creo que con el voto nulo se respeta a la democracia y se recrimina a la chusma política.

    De otro lado me planteaba si votar con una pinza en la nariz y unos guantes; pero me dan náuseas cuando lo pienso.

    En fin que cada cual hurgue en su conciencia y obre según ella.

    Un gran artículo.
    Muchas gracias.

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