Un mismo día que hoy hace ochenta y dos años tuvo lugar en España un golpe de estado, pasando a ser conocido como el día del alzamiento nacional, con una sublevación de parte del ejercito nacional contra el gobierno de la Segunda República, instaurándose tras la guerra civil que duró tres años, provocada ante un fracaso parcial del golpe, un gobierno ditactorial a cuyo frente estaría durante cuarenta años uno de los militares sublevados, Francisco Franco Bahamonde, quien se atribuyo a si mismo el rango militar de generalísimo, superiorval Mariscal de Campo y al Gran Almirante, un invento superlativo, porque hasta entonces ningún general había entronizado tanto orgullo personal; llegando hasta el ridículo de considerarse Caudillo de España por la Gracia de Dios, siendo llevado bajo Palio en cualquier ceremonia religiosa a la que asistía, lo que pone de manifiesto la complicidad entre iglesia y Estado en una cruzada contrato rojos y masones.
La guerra obligó a la población a unirse al bando que les ‘tocara’, según el ejercito dominante en la zona donde cada uno vivía, luchando y muriendo en ambos bandos muchas personas que no luchaban por ideas sino porque estaban en el lugar menos adecuado y en el momento menos oportuno. Tres años de muertes, sufrimiento y hambre que terminaron con aquel parte último de guerra firmado por el General Franco emitido en Radio Nacional de España, que decía: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. El Generalísimo FrancoBurgos, 1° de abril de 1939.”
Después de la guerra, cuarenta años de dictadura, con un inicio de venganza de los fascistas sobre aquella parte de la población que había luchado en el bando rojo, incumpliendo el dictador sus propias palabras: “Nada tiene que temer de la justicia aquel que no tenga las manos manchadas de sangre”. El hambre, la miseria, la esclavitud, el terror, el fusilamiento, la injusticia, dieron paso en años posteriores a la brigada político social, la cual no dudaba en torturar a los que ellos consideraban enemigos de España, sólo por pensar distinto a ellos y luchar por los derechos y libertades de los ciudadanos. Un momento de la historia donde la patada en la puerta de los hogares por la policía armada era lo habitual para detener a sus moradores ante una simple sospecha de ser contrarios al régimen franquista o por una denuncia falsa o simple venganza ante cuitas particulares.
Si ya la guerra fue terrible, con más de 600.000 muertos en total, la represión posterior fue peór.Tras la contienda, el régimen de Franco encarceló a 270.000 personas y fusiló a 50.000. Unos 4.000 murieron de hambre y frío en las cárceles.
Una parte de la historia de nuestro país que todavía sigue estando presente aún pesar de la conocida Ley de la memoria histórica, continuando a lo largo de toda la geografía española vestigios de la victoria del dictador, y que a muchos españoles nos revuelve ante la permisibilidad de recientes gobiernos de la derecha, pero sobre todo, porque el daño provocado fue tan enorme, que sigue siendo un insulto a las víctimas y represaliados del franquismo.
“Si ya la guerra fue terrible, con más de 600.000 muertos en total, la represión posterior fue peór.Tras la contienda, el régimen de Franco encarceló a 270.000 personas y fusiló a 50.000. Unos 4.000 murieron de hambre y frío en las cárceles.”
Un país en el que todavía se permite el saludo fascista en lugares públicos, con banderas preconstitucionales y, por lo tanto, ilegales por ir en contra de la propia Constitución, o se permitan peregrinaciones a ese mausoleo que el propio dictador hizo construir por presos políticos para visitar su tumba, conocido con el nombre de Valle de los Caídos, o se mantenga el ducado de Franco, título nobilario creado por quien fue designado por aquel para sucederlo en la Jefatura del Estado, es decir por el rey Juan Carlos I, que fue otorgado a María del Carmen Franco y Polo y que todavía hoy conservan sus hederos; demuestra su inmadurez democrática.
Sólo haciendo cumplir la Ley de la Memoria Histórica podremos saldar las cuentas pendientes del pasado, no siendo suficiente con cambiar los nombres de las calles en referencia al franquismo, quitar escudos e insignias franquistas. Además, es necesario que el dictador salga del Valle de los Caídos y que de una vez por todas se detenga y castigue a cualquiera que haga ostentación y apología de del fascismo; se saque de las cunetas a aquellos que fueron asesinados durante y después de la guerra, y a lo enterrados a la fuerza en ese mausoleo de la vergüenza.
En un Estado de Derecho el imperio de la Ley es la única garantía de los ciudadanos frente a quienes de forma continuada siguen burlándose de la democracia, haciéndose por ello necesario la ilegalización de aquellas asociaciones y fundaciones que todavía ensalzan la imagen del dictador, convirtiendo en una hazaña heroica tanta muerte y represión que dejó a su paso. Gentuza sin causa que siguen sembrado el odio entre españoles.