La manipulación de lo cotidiano ha llegado a tal extremo que la postverdad se ha convertido en un gigantesco megáfono a través del cual la información nos llega con tal grado de controlada distorsión que embota el intelecto y nos idiotiza cada vez con más voracidad.
En esa inmensa sala de máquinas, desde la que se controla la llamada sociedad global, ningún acontecimiento, prefabricado o espontáneo, escapa a su análisis, valoración de riesgo y rentabilidad.
Sin embargo estamos inmersos en un momento crucial, en el que la sociedad civil está empezando a exigir responsabilidades al gobierno y coherencia al resto de partidos con representación parlamentaria y estas exigencias, que también se trasladaran a las urnas, se están trasladando desde el compromiso social y la reivindicación de colectivos que han elegido la tribuna de la calle para combatir el deterioro de las políticas sociales y denunciar la distorsión de la información. Hablamos de pensionistas, mujeres, colectivos por la educación, por la sanidad…. En este país los colectivos más vulnerables están dejando de ser invisibles.
Porque ellos saben, sabemos, que otros colectivos, algunos opacos, están absorbiendo una parte importante de los recursos que el estado debe repartir con equidad y asi cuando el gobierno se excusa en la falta de recursos para equilibrar las pensiones y que este equilibrio ha consistido en una subida del 0,25%, los pensionistas saben que el presupuesto de defensa ha aumentado en un 38% y saben de los beneficios fiscales de la Iglesia Católica, los 2.000 millones de rescatar las autopistas, los aeropuertos sin pasajeros, los AVES inútiles, y saben de la corrupción y del dinero evadido y de la amnistía fiscal, les duele los 60.000 millones de euros del rescate a la banca y saben y les duele los sobresueldos, dietas, pensiones vitalicias de la clase política y saben del coste de la casa real. Porque este gobierno les están metiendo las manos en sus bolsillos para engrosar el de todos los anteriormente citados. Y son ellos los que han rescatado a los bancos y a las autopistas y son muchos los que tienen que compartir sus exiguas mochilas con hijos y nietos, y se indignan porque este país tenga que estar manteniendo a casi medio millón de políticos Y es que a esta generación no la pueden seguir durmiendo con cuentos, que ya lo intentaron otros.
“cuando el gobierno se excusa en la falta de recursos para equilibrar las pensiones y que este equilibrio ha consistido en una subida del 0,25%, los pensionistas saben que el presupuesto de defensa ha aumentado en un 38% y saben de los beneficios fiscales de la Iglesia Católica, los 2.000 millones de rescatar las autopistas, los aeropuertos sin pasajeros, los AVES inútiles (…).”
Porque en la otra orilla están los 3,15 millones de jubilados que cobran pensiones que, según los técnicos de hacienda, quedan debajo del umbral de pobreza, fijado en 8.200 euros anuales, y que la pensión media es 932 euros mensuales, según los datos de la Seguridad Social correspondientes al mes de febrero.
A la clase dominante nunca le gustó ver a la gente en la calle exigiendo sus derechos. No les gusta las mareas porque están acostumbrados a navegar al socaire de sus ambiciones y además con el piloto automático puesto.
Y se quejan de las pancartas, tratan de explicar, con la soberbia del poderoso acorralado, que asi no se solucionan los problemas, niños sed buenos…y ningunean a las mujeres y no son conscientes que provocando el desapego, no favoreciendo la conciliación familiar, ni la igualdad laboral en función de su maternidad se están cerrando puertas tras de ellos en una huida hacia adelante que les abocara al abismo electoral. Intentaron que el 8 de Marzo fuera un fracaso y acabaron con el lazo morado en la solapa.
“Y se quejan de las pancartas, tratan de explicar, con la soberbia del poderoso acorralado, que asi no se solucionan los problemas, niños sed buenos…y ningunean a las mujeres “
No obstante hay una aparente calma en las filas del gobierno, a pesar de las sucesivas mareas que desbordan las calles de España. Quizás desde esa sala de máquinas, dónde el poder financiero controla esta sociedad global, estén llamando a la calma, porque son conscientes que la gaviota está clonándose y que el nuevo engendro seguirá gobernando para los mismos de siempre y por lo tanto podrán seguir manteniendo su status y la influencia política que marcara las futuras estrategias de gobierno.
Y una de las claves de esa estrategia está desarrollada en el denominado Factor de Sostenibilidad. Este factor se compone de dos variables:
Una el llamado “factor de equidad intergeneracional (FEI)” revisable cada 5 años en función de la evolución de la esperanza de vida. Lo que para el ciudadano de a pie supone un avance, para el pensamiento neoliberal es un problema, ya que puede reducir la tasa de ganancia del gran capital.
Otra de las variables de este factor es el “Factor de Revalorización Anual (FRA)” , supone ligar la revalorización de las pensiones a la salud de las arcas públicas. Esto es, las pensiones solo suben si aumentan los ingresos del sistema por encima de la tasa de crecimiento del número de pensiones. Este factor se movería entre unos valores situados entre un mínimo del 0,25% y un máximo del IPC + 0,5%.
Nos encontramos por lo tanto con la ironía de un factor de sostenibilidad que desde el día de la jubilación “hace un reparto” de nuestra calidad de vida inversamente proporcional a la esperanza de vida. Más tiempo vivimos, en peores condiciones lo hacemos.
Cómo exponía Julio Anguita recientemente “Esto es lo que tienen las situaciones en las que si no se cuestiona el conjunto y se cambia por otro modelo, cualquier pieza que se toque provocará un recorte en otra: ¿Educación? ¿Sanidad? ¿Prestaciones sociales? ¿Medio Ambiente?
Y para terminar decir que el futuro de las pensiones es un debate de un hondo calado político porque no estamos hablando de un programa sino de un proyecto político vinculado a una ideología. Por eso es necesario que la izquierda sea consciente de las nuevas fronteras que tiene que conquistar para que la bandera del estado del bienestar vuelva a ser de nuevo el santo y seña de este país.