En las últimas semanas me he visto atrapado por las garras de una personas tóxica, incluso de la que dudo pueda ser tan inocente como se me trató de mostrar, y os puedo garantizar que no hay nada peor que meterse a redentor cuando quien tenemos delante no quiere ser redimido, o cuando la lucha por su causa deja de tener causa para convertirse en una manipulación de quien ofreciendo una mano mediante el chantaje emocional y no emocional llega a agotarse, así como a la conclusión de que no eres mas que un clínex para que esa persona pueda secarse las lágrimas y limpiarse los mocos.
Existen personas tóxicas, en las que sus estrategias manipuladoras pueden atraparte como una araña atrapa a su presa en la tela antes tejida por ella, personas egocéntricas, con una visión pesimista de la vida, casi siempre basada en una experiencia negativa que convierten en su causa para atrapar a gente solidaria que empatiza con el dolor humano.
Son zalameras en un principio, como muestra de su agradecimiento a la abnegada ayuda de quienes hacen suya la causa victimista de aquella, pero que no tardan en cambiar su piel como las serpientes para, cuando dejas de ayudarlas o no puedes ayudarla más, darte el mordisco de gracia para transmitirte todo el veneno que llevan dentro.
No tienen consciencia de sí mismas, actúan como si todo el mundo estuviese en contra de ellas sin pararse a analizar las situaciones que generan por su roll de víctima, deteniéndose ante la vida sin controlar su mente y su corazón, entrando en una espiral cuyo único fin es llamar la atención como víctima de un sistema. No gozán, en definitiva, de una sana consciencia que les permita darse cuenta de sus actitudes dañinas y sobre su impacto en las personas de su alrededor que le prestan ayuda.
Son evidiosas cuando comparan su desgraciada vida con la de los demás, lo que las sume en una infelicidad con tendencia globalizadora a todo su ser y a toda su existencia que, en ocasiones, muestran con amenazas de quitarse la vida como única solución a tanta desgracia como soportan. No viven en paz y no dejan vivir en paz a las personas que se acercan para intentar ayudarlas.
Son personas destructivas con ellas mismas y con los demás, sobre todo cuando se les propone la búsqueda de profesionales que puedan ayudarlas para salir de su amarga existencia e intentas apartarte ante la conciencia de que más que ayudarlas estas alimentado su victimismo; o cuando te das cuenta que con su actitud de vampiros emocionales que te están absorbiendo tu energía vital.
“Son personas destructivas con ellas mismas y con los demás, sobre todo cuando se les propone la búsqueda de profesionales que puedan ayudarlas para salir de su amarga existencia”
Las cualidades personales que has puesto a su disposición con la única y sana intención de ayudar y por las que un día fuiste elogiado -sin buscarlo-, se convierten en el centro de su burla destructora, propagando a los cuatro vientos lo infame que pueden llegar a ser la personas que las estuvieron ayudando.
Todo esto hace que se conviertan en personas peligrosas, dañinas, intentando compensar su gran frustración utilizando incluso las malas artes y la violencia de las que ellas mismas dicen haber sido víctimas, desprestigiando incluso su causa. Motivo por el cual, debemos tener mucho cuidado ante estas personas, no confundiendo empatía con el dolor ajeno a convertirnos en salvadores de situaciones o causas que se nos escapan a nuestro buen intencionado hacer, porque no somos profesionales y, sobre todo, porque nuestra pretendida ayuda puede atraparnos en una relación tóxica que a nadie ayuda, ni a la, pretendida víctima y a nosotros mismos.