El día de Reyes Magos, al igual que el resto de fiestas navideñas se han convertido en algo pagano, donde el consumismo impuesto por un capitalismo voraz, hace que en pleno mes de diciembre-enero hagan el “agosto” las grandes superficies y franquicias comerciales.
Celebramos estas fiestas sólo por el hecho de que nos permiten consumir y deleitarnos en las grandes cenas y comilonas familiares que, ante el abuso de algunos de los manjares que estos días nos permitimos aunque cuesten tres veces más que en cualquier temporada del año, hacen que finalmente terminen en urgencias médicas con un gran empacho, lo que se traduce en una gran pesadez y dolor de estómago, falta de ganas de comer, diarreas, vómitos, acidez de estómago, entre otros síntomas, que hace que hagamos el propósito de cuidarnos un poco más en el próximo ágape no excediéndonos; aunque, al final, todo queda en eso, en un mero propósito.
Pero, el consumismo no termina en la comida, ya que fechas señaladas principalmente para los niños como Noche Nuena con Santa Claus, de importación “made in USA”, y el día de Reyes, al final se extienden a todos los miembros de la familia, comprando cosas para regalar o auto reglamos por el mero hecho de que hay que hacerlo, porque para eso están. En definitiva, festejamos estas fiestas como parte del encanto celebratorio que tienen. Pero, ¿sabemos, realmente, lo que celebramos?.
Si preguntásemos a más de uno o una quiénes fueron los Reyes Magos, la respuesta mayoritaria sería que fueron tres personas llamadas Melchor, Gaspar y Baltarsar, que siguiendo una estrella montados en camellos terminaron en el portal de Belén, para adorar al niño Jesús, a quien reglaron oro, incienso y mirra. Esa es todo lo que la gran parte de la gente, incluidos los creyentes saben sobre estas figuras decorativas de los nacimientos que montamos en nuestros hogares.
Sólo uno de los cuatro evangelistas, el Apóstol San Mateo, hace referencia en el libro sagrado a estos tres personajes, afirmando que después de que el Jesús naciera en la ciudad palestina de Belén: «vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle». Sin embargo, no se hace referencia al número concreto de Sus Majestades, ni a su raza.
El rey del país, Herodes, al escuchar la pregunta, dice Mateo que:
«se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo». La respuesta de todos fue unánime: «en Belén», pues así lo decía la profecía.
Continúa el Apóstol su relato, indicando que Herodes tendió entonces una trampa a los magos: les envió a la ciudad y les pidió que averiguasen todo lo que pudiesen acerca del niño, pues él quería adorarle también. «Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño». Tras entrar en la casa en la que había nacido el pequeño, se postraron, le adoraron y le entregaron los tesoros que portaban: «le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra». Posteriormente se marcharon, pero no cumplieron su promesa de avisar al rey tras ser advertidos en sueños (por un poder superior) de lo que este pretendía.
Esta es toda la historia que nos narra el Evangelio de San Mateo, de la cual la primera conclusión que sacamos es que eran magos pero no Reyes, debiendo entenderse su condición de magos no como practicantes de la magia, prohibida por la Biblia, sino como hombres sabios o de ciencia.
Sin embargo, dicho evangelio no nos indica el número exacto de magos que adoraron a Jesús, aunque teniendo en cuenta los regalos que le hiciero (oro, incienso y mirra) sirvió al teólogo Orígenes en el Siglo IV a indicar que eran tres; número que fue declarado oficial por el papa León I para toda la cristiandad. Aunque según otras tradiciones los Magos, como la de los armenios podrían ser doce. s »
Otro dato que no encontramos en la Biblia es la referencia a sus nombres, los cuales encontramos en dos textos del siglo V, que los llaman Melichior, Gathaspa y Bithisarea y Melkon, Gaspard y Balthazar. También un mosaico del Siglo VI en la iglesia de San Apolinar Nuovo (Rávena, Italia) aparecen sus figuras y, sobre sus cabezas, los nombres que hoy todos conocemos: Melchor, Gaspar y Baltasar.
También existen leyendas que hablan de un cuarto Rey Mago llamado Artabán, que habría interrumpido su camino para curar a un viejo moribundo y que por tanto habría llegado tarde a Judea, donde sería apresado y encerrado treinta años en el palacio de Jerusalén. El teólogo presbiteriano Henry van Dyke recogió esta historia en su cuento navideño “El otro Rey Mago” (1896).
“También existen leyendas que hablan de un cuarto Rey Mago llamado Artabán, que habría interrumpido su camino para curar a un viejo moribundo”
Existen también interpretaciones históricas según las cuales durante el tiempo que San Mateo escribió su Evangelio aumentaron el número de conversiones al cristianismo, desempeñando los Magos de Oriente una función de proselitismo, en el sentido de incitar a los nuevos cristianos a adorar al hijo de Dios de la misma manera que lo hicieron esos extraños que eran los Reyes Magos. También existe otra teoría que señala que estos Magos representaban a los tres continentes conocidos en aquel momento (Europa, África y Asia), y que eran sacerdotes persas o incluso doctores babilónicos.
Así pues, al hablar de estas tres figuras que culminan las fiestas navideña, nos movemos entre la leyenda y la historia, remontándose al Siglo V el día de su celebración el 6 de enero, atribuyéndole el nombre de epifanía; aunque para algunos estudiosos del tema no es más la celebración del solsticio de invierno.
Muy buen artículo, conciso y preciso. Enhorabuena Olga.
Muy buen artículo.
Para complementar, También los reyes representan la edad del hombre Melchor al anciano, Gaspar a la mediana edad y Baltasar a la juventud.
Tampoco venían en camello, solo Gaspar que era el de oriente. Melchor en caballo y Baltasar en elefante.
Tambien es interesante la versión de Benedicto XVI que sostiene en su libro que eran andaluces, de Tartesssos concretamente.